lunes, septiembre 12, 2011

De fechas memorables y heridas ajenas llenamos los vasos de lágrimas evaporadas en el olvido.


"La historia es nuestra y la hacen los Pueblos. (...) El Pueblo debe defenderse pero no sacrificarse." Salvador Allende (11 de septiembre, 1973)

La fecha del 11 de septiembre coincide no solamente con el aniversario número 10 del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, ocurrida en 2001. El 11 de septiembre de 1971 dio inicio el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, festival musical con duración de dos días en el que la juventud mexicana de aquel entonces, vivirían –“a la mexicana”- su mini-Woodstock. El festival fue satanizado por los medios de comunicación y la sociedad en general por los “desmanes” generados y por la foto de “la encuerada de Avándaro” publicada en distintas publicaciones. Con este hecho se persiguió al “rock mexicano” y a la juventud entera.

Salvador Allende
Dos años más tarde, en el Cono Sur, el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende sería derrocado en la mañana del 11 de septiembre de 1973 con un golpe militar organizado por la armada de Chile y los Estados Unidos, dirigido por el general Augusto Pinochet. Durante el ataque al palacio de La Moneda, muere el presidente chileno Salvador Allende y, posteriormente al ataque, cientos de chilenos simpatizantes del primer gobierno socialista en llegar al poder por la vía democrática, serían perseguidos, encarcelados y asesinados en el Estadio Nacional, entre ellos el cantante Víctor Jara. La historia posterior es conocida. Actualmente el gobierno derechista de Chile enfrenta un movimiento estudiantil que exige una reforma educativa.
En México, en pleno 2011, la juventud mexicana se encuentra a merced de la delincuencia organizada y está sumergida en el completo analfabetismo funcional, sin oportunidades de trabajo ni estudios universitarios.
En redes sociales, cadenas de televisión y charlas de sobremesa, el tema del ataque a las Torres Gemelas se discute y hasta se rememora el momento justo en el que las personas se encontraban cuando ocurrieron los acontecimientos. Hay quienes se suman a los comentarios de dolor y apoyo a las personas que perdieron a sus familiares en el ataque. El mundo entero hace suyo el dolor y la amargura albergada en un país cuyo gobierno ha pisoteado democracias, destruido hectáreas enteras de selvas y bosques de países del mundo e impone sus designios a golpe de balas, bombas y embargos económicos.
Alguien se preguntará ¿por qué recordar un golpe militar perpetrado en una nación andina si no somos chilenos sino chetumaleños/mexicanos?, ¿para qué recordar que un simple festival de rock significó la satanización de la juventud mexicana si los “chamacos” son unos NINIS improductivos? La respuesta es sencilla: un pueblo que no tiene memoria histórica está condenado a repetir los errores del pasado; México “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos” siempre ha visto a la cultura yanqui como un modelo a seguir, y cada vez más mexicanos reniegan de su identidad cultural.
Y tampoco significa que debamos olvidar a los compatriotas fallecidos el 11-S en Nueva York; compatriotas que dejaron el terruño en busca de una vida digna, persiguiendo el “sueño americano”, como lo hacen cientos de centroamericanos.
Después del ataque terrorista la forma de viajar alrededor del mundo cambió totalmente. En aeropuertos nos someten a revisiones exhaustivas, detalladas, rayando en la invasión a la privacidad tan solo para que los “vecinos del norte” respiren tranquilos. Desde aquel 11 de septiembre de 2001, toda persona con apellido árabe sería sujeto sospechoso de terrorismo.
El mundo entero sería sometido ante los designios de Estados Unidos, rigiendo un mundo libre en el que la democracia es voz y letra muerta. Pero nuestro espíritu aspiracional nos induce a querer ser parte del “sueño americano” apropiándonos de un dolor que no nos pertenece.
¿Ya olvidamos que Estados Unidos invadió México e impuso sus barras y estrellas en el Palacio Nacional en el siglo XIX? ¿Cuándo crecerán económica y socialmente los países de América Latina si estos se mantienen divididos por la intromisión de Estados Unidos? ¿Por qué hemos de olvidar que la identidad latinoamericana es más fuerte que toda la maquinaria cultural yanqui si nuestro pasado tiene raíces culturales más profundas?
Los sucesos del 11 de septiembre (Avándaro, Chile y el ataque a las Torres Gemelas) son sucesos que marcaron a tres generaciones de distinta geografía en el mismo continente. Dichos sucesos representaron el momento que marcaría ciertos cambios en el curso de la historia de cada país, y en cada uno murió gente inocente.
No olvidemos que somos ciudadanos del mundo. La solidaridad es parte de la naturaleza de los seres humanos. Lo que resulta antinatural es someterse a los designios del poder y perder la identidad cultural y nacional en la vorágine de viejos rencores e intereses extranjeros que en nada benefician a la democracia y el progreso de los pueblos de América Latina.

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