martes, agosto 28, 2007

Chetumal conserva su patrimonio histórico

CHETUMAL, 26 de agosto.- La imagen urbana del Chetumal antiguo estaba constituida por casas de madera como caoba y cedro. Los techos eran de láminas rojas y las ventanas estaban cubiertas por celosías. Este estilo conocido como “inglés”, fue durante mucho tiempo la característica de Chetumal hasta la década de los 70, cuando comenzó la construcción de las casas de mampostería. Un poco más atrás en el tiempo, el huracán “Janet” del 27 de septiembre de 1955 destruyó totalmente la ciudad, dejando una estela de muerte y escombros, cambiando la arquitectura local.


La primera imagen arquitectónica que caracterizó a Chetumal es análoga a la de los países del Caribe colonizados por los ingleses, como Belice y Jamaica, en su estilo se mezclan influencias británicas, españolas e indígenas, esta última, visible sobre todo en cuanto al uso de las maderas.
Algunas viviendas de madera aún existen en la ciudad, esto es posible a los trabajos de restauración y a que han sido declaradas “Patrimonio Cultural del Estado de Quintana Roo”, según la Ley de Protección, Conservación y Restauración del Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico del Estado de Quintana Roo, con fecha del 10 de noviembre de 1995.


Tiempo presente. El Huracán “Dean” provocó la caída de los árboles viejos de la ciudad y el follaje de algunos más recientes, no se registraron daños materiales graves ni pérdida de vidas humanas. Sin embargo, algunas casas de madera de construcción moderna no soportaron la fuerza de los vientos mientras que las casas pertenecientes al patrimonio cultural del estado se encuentran prácticamente de pie y sin mayores daños.
En el primer cuadro de la ciudad se encuentran distribuidas varias casas, mismas que presentan una placa en su fachada –placa de madera tallada y barnizada- y presentan las mismas características que tuvieron en sus años de esplendor, antes de que el huracán “Janet” cambiara la imagen urbana de Chetumal.


El cronista vitalicio de Chetumal, Prof. Ignacio Herrera Muñoz, dijo respecto a las casas que no soportaron la fuerza del viento que trajo “Dean”, que “algunas de esas casas que estaban todavía en pie, ya antiguas, que soportaron el “Janet” y el “Carmen”, no se les había dado una restauración para reforzarlas. Por ejemplo, hay una casa en la 5 de mayo, creo que es la posada Margot, es una de esas casas que están consideradas como patrimonio histórico, sin embargo, cayó.”



Agregó que casi todas las casas antiguas soportaron los embates del huracán. “Hay otra casa en la avenida Francisco I. Madero, una casa grande de madera que solamente se dañaron las láminas. Lo primero que hice después del paso del huracán fue checar las casas de madera.
La “casa voladora” sigue en su lugar, esa casa fue construida antes del huracán ‘Janet’ y lo resistió, es una casa construida con buena madera, de caoba y cedro. Generalmente todas las casas que se ven en pie son de caoba y cedro.”
Antes abundaba la madera de caoba y de cedro. Chetumal se ha caracterizado por ser una ciudad arbolada con abundante sombra y que brindaban aire fresco para los paseantes. Hoy, esos árboles cayeron –los viejos- y muchos perdieron el follaje.

“Entre los árboles que cayeron sí hubo unos que tenían unos cincuenta años, yo tengo una lista de árboles antiguos. Esos árboles resistieron los huracanes ‘Janet’ y ‘Carmen’. Tenemos las palmeras de la avenida Juárez, los cocos altos antiguos también resistieron los huracanes, lo mismo que el mango de la antigua escuela Belisario Domínguez. Tenemos un almendro frente a la calle Carmen Ochoa de Merino con 5 de Mayo que también aguantó los huracanes. Y así tenemos muchos árboles históricos”, continuó el profesor Herrera.
En la explanada de la bandera quedaban algunos árboles antiguos, la mayoría de los árboles que están en el parque son nuevos, cuando se quitó el Parque Hidalgo, había árboles que resistieron a los huracanes “Janet” y “Carmen”.
Lo que sigue sería una reforestación de la ciudad. “Yo creo que ahorita deberá hacerse es reforestar la ciudad” –prosigue el profesor Herrera- “en una forma más organizada, evitar amontonamientos en los camellones, ponerlos a una distancia medida para que no tapen la visibilidad y si es posible, que no dañen el asfalto, que no sean de raíces grandes como los flamboyanes: son bonitos pero muy destructivos porque levantan el piso.”
Mencionó que en la avenida Juárez, antes del huracán “Janet”, había palmeras altas, sugiriendo que esa sería una alternativa para la reforestación ya que son esbeltas, altas y no tienen muchas raíces. De igual forma se refirió a los árboles conocidos como “copa de oro amarilla”, que son árboles que no hacen mucha raíz y que dan sombra. “Ahora va a haber más calor porque no vamos a tener oxigenación ni brisa. Los árboles, como sea, producen un poco de sombra y un poco de aire con la fuerza del viento, son abanicos naturales que tiene la ciudad”, concluyó.

domingo, agosto 26, 2007

Diferencia de clases en Barrio Bravo, damnificados del huracán Dean (21 de agosto)

CHETUMAL, 21 de agosto.- La colonia Barrio Bravo, una de las más antiguas de Chetumal, también es una de las más contratantes de nuestra capital. Ahí se erigen casas de construcción y diseños modernos, casas con decorados lujosos en los jardines y hasta innovaciones en su fachada como aquella que presenta un techo de huano.
Pero por otra parte, la colonia Barrio Bravo aún alberga casas de madera, cartón y láminas. Muchas de estas casas son propiedad de personas de escasos recursos y que viven al día con lo que su trabajo les permite. Tal es caso de la señora Cecilia Buenfil Zapata quien tiene un puesto de comida y antojitos. Ella vive de su trabajo diario. Su negocio consiste de un estanquillo construido de lámina y madera. La señora Cecilia acudió a refugiarse con su familia en el albergue de la escuela Ignacio Ramírez. Ella mencionó que en el albergue recibió malos tratos por parte de los militares y se les negó el alimento. De este modo, decidió regresar a su casa alrededor de las once y media de la mañana. A su llegada se encontró con que su casa de madera se había dañado, al igual que la casa de su hija –que vive a lado de la casa de la señora Cecilia- pero más grande fue su angustia al ver que su estanquillo no se encontraba en el lugar habitual. Éste había volado para caer encima de la casa de la señora Cecilia. Su domicilio se encuentra en la calle Vicente Guerrero número 99 de la colonia Bario Bravo. A unos 200 metros del domicilio de la señora, se encontraba una de las láminas de la vivienda encima de un poste de electricidad. Mientras contaba su experiencia, uno de sus nietos llegaba con láminas que le habían regalado los vecinos, claramente inservibles pero que le serían útiles en tanto que se le pueda brindar el apoyo para reconstruir su casa.
La señora Gloria Curul quien vive en el número 80 de la calle Lázaro Cárdenas y Cozumel, en la misma colonia Barrio Bravo, dijo que también acudió a uno de los refugios cercanos y que al regresar a su vivienda apenas pasó el peligro, se encontró con que su casa presentaba una inundación de aproximadamente 30 centímetros sobre el nivel de la banqueta, procediendo a secar el piso de su vivienda con esponjas. Recibió buen trato en el refugio al que acudió.
En otro rumbo de la ciudad, en la colonia Nueva Reforma, una familia perdió todo lo que tenía: su casa de madera y lámina de cartón junto con algunas de sus pertenencias. La vivienda ubicada en Francisco Zarco esquina con avenida Universidad, pertenecía a la familia Manzanilla Ché. Roger Manzanilla mencionó que se encuentran muy tristes y con la incertidumbre sobre cómo recuperar sus pertenencias y comenzar la reconstrucción de su vivienda. Un colchón mojado, juguetes, mochilas, bolsas y diversos objetos fueron los que pudieron recuperar. Dijo que espera que las autoridades hagan un recorrido por su domicilio ya que esperan un apoyo para comenzar con el levantamiento de una nueva vivienda. Además resaltó que por el momento no tienen cómo pasar la noche, a excepción de la casa de un familiar.
Escenas como estas se pueden encontrar en otros puntos de la colonia Barrio Bravo que aún presenta construcciones endebles y que no ofrecen mayor protección contra fenómenos meteorológicos. Entre viviendas de modernos acabados sobreviven familias que apenas viven al día y no cuentan con mayores recursos para tener una vivienda digna.

El paso del huracán Dean (21 de agosto)

CHETUMAL, 21 de agosto.- El huracán “Dean” de categoría cinco en la escala Saffir-Simpson y que impactó a la ciudad de Chetumal en la madrugada del 21 de agosto, no dejó una estela de destrucción a su paso. Contrario a lo que se temía, que durante el paso de las ráfagas de viento y lluvia Chetumal quedaría destruida en lo que se refiere a las zonas bajas de la ciudad, estas no presentaron mayores daños en las construcciones.
Durante un temprano recorrido se pudo constatar que los daños en las viviendas y construcciones diversas no fueron de consideración grave. Asimismo, las calles presentaban algunos encharcamientos moderados y no las inundaciones esperadas de hasta más de tres metros (un piso, de una construcción de dos plantas). A lo largo de la avenida Álvaro Obregón se presentaban las calles con ramas de árboles caídos, espectaculares y charcos en algunas esquinas. En el Parque de la Alameda se encontró que los árboles fueron arrancados de su raíz, la mayor parte de ellos cayeron sobre los juegos infantiles, algunas palmeras lograron permanecer en pie, no así los árboles más viejos del parque. Más adelante en lo que se refiere al palacio municipal, no hubo daños considerables a excepción de la caída de la letra “n” en el rótulo del mismo palacio.
Un poco más sobre la avenida Obregón con rumbo a la salida de la ciudad, un anuncio espectacular ubicado a la altura de la gasolinera Handall se dobló totalmente en su estructura. Las viviendas no presentaron mayores daños, no hubo inundaciones considerables, por lo que los vecinos afirmaron que les fue muy bien durante y después del paso de “Dean”. En la glorieta frente al Parque del Maestro había varios árboles caídos.
Dos casa de madera de construcción antigua, ubicadas sobre la calle Francisco I. Madero entre Obregón y Zaragoza, resistieron al paso del huracán, lo mismo que algunas otras en diferentes puntos de la zona baja (desde la colonia Centro hasta Barro Bravo).
En lo que toca a las marinas y el muelle fiscal, una de las marinas presentó dos embarcaciones ancladas, de menor envergadura, aunque el mar se encontraba un poco picado y con alto nivel.
Una de las incógnitas que originó el paso de “Dean” sobre la bahía de Chetumal, fue la resistencia de lo que sería la megaescultura. La estructura permanece en el mismo sitio del que jamás se moverá a excepción de la grúa que nunca fue retirada. Como consecuencia, la grúa se dobló y se quebró, cayendo al costado izquierdo de la estructura. Cabe mencionar que no había persona alguna encargada de supervisar la “obra”, así como la manta promocional rasgada por la fuerza del viento.
Eran cerca de las once de la mañana cuando a lo largo del Boulevard Bahía, decenas de personas se dedicaban a recorrer las inmediaciones con el fin de tomar fotografías para la posteridad, algunos caminando y otros a bordo de sus automóviles. Árboles arrancados de la raíz, ramas gruesas y hojas verdes eran la constante a lo largo del boulevard. El paso resultaba difícil en algunos puntos, así como los encharcamientos e inundaciones se presentaban en diversos sitios, los automóviles realizaban difíciles maniobras. A decir verdad, no había necesidad alguna para estar en esa zona, pero los chetumaleños quisieron salir a ver los posibles daños que el huracán provocaría. Pese a las fuertes ráfagas de viento y el ruido ensordecedor, no ocurrieron daños graves. Postes de electricidad y árboles caídos, muros de contención derribados cual cartón y casas de madera modernas volatilizadas. Un conocido negocio de tacos quedó totalmente destrozado.
La Universidad de Quintana Roo no presentó daños en su infraestructura a excepción de una antena ubicada en el edificio destinado a las redes de informática. En el área deportiva de la misma universidad cayeron muchos árboles. En la avenida Universidad también se presentó el mismo panorama: árboles caídos y ninguna inundación.
Otra de las constantes en las calles y avenidas de la zona baja de la ciudad fueron las actividades de limpieza y tala de árboles por parte de los vecinos de las colonias. Salvo algunas inundaciones menores, la zona baja de Chetumal (en sus colonias Centro, Barrio Bravo, Brisas, Fraccionamiento del Mar, Avancemos Juntos) no padeció el embate del huracán “Dean” como se temía.

sábado, agosto 18, 2007

La vida con/sin tecnología (o porque mi corazón le pertenece a mi iPod)

“Otra noche solitaria parado frente a la pantalla de la TV. No sé qué hacer, necesito un Rendezvous*”. Computer Love. Kraftwerk.
El primer contacto que tuve con la tecnología fue en 1979, cuando un tío que había regresado de viaje al norte del país trajo consigo una consola de juegos que se conectaba a la televisión. La consola tenía una cubierta de madera con varios botones que mostraban los juegos disponibles. No era un Atari 2600, sin embargo “el primer contacto nunca se olvida” y en mi caso, comenzó una larga relación “amorosa” con la tecnología. Luego vendría el Atari 2600, los juegos de bolsillo de Nintendo o los relojes con juegos incluidos. Para mediados de los ochenta, concebir la idea de poseer una computadora en casa parecía un sueño irrealizable y que sólo era cosa “de ricos”. No me imaginaba que podría vivir rodeado de tantos aparatos electrónicos como ahora. En esos años de mi infancia vi un documental en la televisión sobre los avances tecnológicos en cuanto a instrumentos musicales se refería: instrumentos que imitaban sonidos de la naturaleza, sintetizadores y cajas de ritmo. Poco después mi papá llegaría a casa con un teclado pequeño: una razón más dejarme atrapar por la tecnología.
Hacia los primeros años de la década de los noventa la gente salía a la calle con unos aparatos gigantescos a los que denominaban “teléfonos celulares”, eran costosos, pesados y voluminosos pero eran la tecnología de punta en las telecomunicaciones, excepto que sólo las personas adineradas tenían acceso a ellos. Pasaron los años y los teléfonos celulares se volvieron accesibles para todos. Por otro lado, un mundo alterno surgía gracias a los inventos militares: la Internet. La Internet era la cristalización de los mundos virtuales creados a partir de novelas de ciencia ficción, historias cyberpunks, ofrecía la ventaja de mantenerse conectados con otras personas a través de la computadora y… bueno, ya saben de qué se trata. Lo mismo sucedió en un principio con la Internet como con los celulares: era accesible sólo para la gente adinerada. De repente, hay millones de usuarios interconectados en todo el mundo y el que no tenga un blog o un sitio web, simplemente no existe.
La tecnología ha avanzado a pasos agigantados, con tanta prisa que pareciera que una nueva raza habitaría la faz del planeta. Hasta hace más de 10 años anotábamos direcciones y números telefónicos en hojas de papel, agendillas o tarjetas; ahora necesitamos de una Palm y un teléfono celular con herramientas de oficina. Anotamos números telefónicos pero sustituimos las direcciones particulares por los correos electrónicos.
Los gadgets y demás artefactos que nos facilitan la vida, además de costarnos una lanota –y horas de práctica para los mayores de 50 años con el fin de utilizar correctamente los aparatos- también nos han vuelto inútiles y ermitaños, casi antisociales y en la mayoría de los casos, hedonistas y egoístas. La paranoia de la década de los ochenta era la inminente amenaza nuclear. Ahora sufrimos paranoia por los virus informáticos que atacan a los sistemas operativos, los dispositivos de almacenamiento portátiles o iPods; sufrimos la paranoia de que “nadie nos llama” ni nos mandan mensajes o lo primero que hacemos al despertar por la mañana es mirar cuantos mensajes instantáneos nos dejaron en el celular.
Parecía que con los teléfonos celulares sería más fácil localizar a las personas pero ahora es más fácil dejar un mensaje de voz que localizar a las personas. Además de deformar terriblemente nuestra manera de escribir también nos ha desconectado del mundo real y de las personas que nos rodean: paradoja de la tecnología, conectar para desconectar.
Sucedió que entre mis amigos artistas realizamos una excursión a una laguna cercana a Chetumal. Iban personas de entre 16 y 30 años, todos estábamos emocionados por la actividad que creíamos era la oportunidad de estrechar lazos y compartir en un lugar tan fregón. Nada. Lo primero que pasó fue que todos sacaron sus celulares para mandar mensajes o hacer llamadas, fácil, cada cinco o diez minutos más de uno sacaba su teléfono celular e ignoraba al que estaba a su lado. No hay nada más que decir.
Personalmente vivo una especie de “romance cibernético” con mi laptop: hago música con ella, escribo mis notas, almaceno música o sintetizadores virtuales, la llevo a un café para seguir escribiendo o haciendo música, la cuido más que a mi propia vida y he pensado que sin mi laptop no puedo vivir. Suena loquísimo pero no lo es. Como yo han de existir muchas personas más, lo que me lleva a pensar que los aparatos tecnológicos son el soma del siglo XXI, sustitutos de drogas sintéticas y naturales que nos desconectan de una realidad que no podemos enfrentar. Más allá de las comodidades en la vida laboral y doméstica, la opción de conocer gente a través de una sala de chat en lugar de acercarnos a alguien en un parque o en una cafetería es más factible en estos días de desconfianza e individualismo.
Los avances tecnológicos también generan basura en grandes cantidades. De acuerdo con El manual de la basura electrónica. Una contribución para una sociedad de la información sustentable, publicado por la Secretaría de Asuntos Económicos del Estado de Suiza en 2003, más de 5% de los deshechos sólidos generados en el mundo son electrónicos. Concretamente, entre 20 y 50 millones de toneladas, según un reporte emitido en 2005 por el Programa del Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas.
Antimonio, arsénico, berilio, cobre, cadmio, plomo, fósforo, zinc, mercurio, retardantes de fuego con bromo y PVC (que tiene cloro) son algunos de los elementos tóxicos que contienen indistintamente computadoras y celulares.
La necesidad de actualización que generan los mismos fabricantes de equipos a partir de la incesante evolución tecnológica provoca que los periodos de sustitución de los mismos se reduzcan cada vez más: en México los usuarios cambian su computadora aproximadamente cada tres o cuatro años y su celular cada año y medio, en promedio.
La convivencia con la tecnología es casi una razón de bipolaridad: o la odiamos o la amamos pero no podemos vivir sin ella. No se necesita tener lo último en computación o gadgets para estar “in”, basta con tener un televisor o un aparato de sonido en casa para estar en contacto con la tecnología y consumirla.
Depende de cada uno de nosotros si convertimos a la tecnología en el eje rector de nuestras vidas, si permitimos que nos aparte de nuestros semejantes, nos convierta en analfabetas funcionales o nos facilite las tareas cotidianas.
Fin de transmisión…

* En la canción de Kraftwerk, Rendezvous puede tener varios significados, de los cuales, los dos más probables son: una computadora llamada Rendezvous (ahora llamada Bonjour) desarrollada por Apple Computer; o una relación interpersonal.

jueves, agosto 02, 2007

La mano cortada


Porque cada uno de nosotros tiene una mano cortada que duele…

Por sí mismo puede levantarse de la cama, no necesita del despertador para saber que otro día ha llegado a cubrir su humanidad desde los tobillos hasta la cintura. Lo intuye: el rayo de sol que se cuela por la persiana azul cada mañana no sabe tan dulce como una pastilla ácida. No le queda más que mover sus piernas. Se incorpora y se mira al espejo, no es el mismo de siempre. Algunos años le han pasado encima mientras que las huellas del paseo nocturno se notan en los ojos.
Más vale acomodarse la camisa dentro del pantalón, no vayan a pensar los demás que es un hombre descuidado. Porque siempre es mejor dar una buena imagen de uno mismo aunque por dentro se nos clavan los alfileres de la existencia: filosofía moderna o modersofía filonizada.
Tras de sus anteojos de sol guarda un secreto: sueña despierto.
Sube al auto, enciende el autoestéreo y desconecta su mente atribulada por la obligación diaria, esa actividad que ha borrado su verdadera esencia, lentamente, como se evapora el agua del suelo al salir el sol. El movimiento del auto le hace pensar que ha encarnado en el símbolo de la aparente libertad de la vida moderna: la facilidad de trasladarse de un lugar a otro, sin motivo aparente, apresurando el final de una existencia efímera. Pero a él le interesa trascender, volar y expandirse.
Le duele la mano cortada. Sonríe a los peatones que le recuerdan que él ya no existe en este lugar. Se desangra por dentro, llora en silencio la escandalosa muerte de su alma inocente, llena de amor que nadie se atrevió a probar.
Finalmente llega a su destino obligado (¿Quién dijo que el destino es la vida presente cuando nada está determinado con certeza?). Siente deseos de vomitar pero advierte la frágil y graciosa silueta de un hada oscura ardiendo bajo el sol del verano: se guarda el rencor.
Aquel edificio gris representaba todo lo que había detestado en sus días de preparatoria: la conciencia manipulada, la sumisión total a cambio de metal que comprara baratijas que no le servían para nada y la asfixiante soledad envenenada con horas perdidas entre mentiras y sucesos intrascendentes.
Al cruzar la reja –gris, como el edificio- su sueño diurno se desvaneció. Cuando sus sueños se desvanecieron al pie de la reja, pero no entraba a ese edificio como se entra a una madriguera: su mente flotaba y llegaba a lo más alto del cielo.
Dentro de sí el corazón seguía rojo, la mente se expandía y las agujas dejaron de lastimar.