martes, mayo 22, 2007

Filtré mi alma en el vino blanco


Anoche filtré mi alma en el vino blanco y llovió frente a mis ojos. La marea gris abrazó la esquina del corazón abandonado. Una silueta roja y blanca, brillo sobre los pechos pequeños y suaves. Deliciosa visión en el borde del vaso embriagando las horas desperdiciadas en otro lugar y en otro tiempo. Acariciaba el paisaje de tu espalda desnuda a mis ojos de microscopio, paseo estelar en un universo que se cerraba ante mi fragilidad humana. Ya olvidé que no me enseñaron a cuidar mi paraíso secreto.
Anoche encontré muchas voces compartidas, historias comunes donde se retratan los sueños de agua sobre la delgada capa de nuestra condición humana. Juntos abrimos la puerta hacia el tiempo expandido entre nuestras manos. Labios secos, miradas tristes, las lágrimas se estrellaron contra las luces que bailaban sobre nuestros hombros. Viento fresco, el nuevo amanecer en nuestros corazones. Estuve en un sueño.
Anoche sólo estaba tu sombra. Dibujaste un sol sobre mi pecho para hacerme sonreír, mentira luminosa que encegueció mis sentidos. Siempre me dejo llevar por la gracia de tus caderas y la deliciosa forma de tus muslos, lugares prohibidos para las manos que pueden tocar las estrellas. Es el mismo juego contigo y sin ti, se repite la ausencia. Evadiste mi mirada, escapaste al toque de mi corazón.
Tienes el encanto de una mentira que seduce y hace temblar mi vientre, tu mirada dispara alfileres en mi corazón, desangrando el árbol celestial.
No me lleves a morir dentro de ti. La noche en que las horas elásticas abrazaron mi llanto desesperado, fue la noche cuando te perdiste en el retorcido rincón de tu soledad.
Hoy me queda la memoria y un sentimiento: la sed de vivir con menos años que ahora, la inútil lucha por abrir tu corazón.
Es tu soledad la que te asfixia y deforma. Mi soledad no la compartiré contigo.

sábado, mayo 19, 2007

Paraísos mentales: ¿superación personal o analfabetismo funcional?

Nunca me he dejado manipular. Tampoco he creído en todo lo que me dicen los supuestos líderes de opinión, a menos que tengan un sustento en lo que afirman o niegan. Por ejemplo, me cuesta trabajo creer en un Dios de amor cuando los ministros religiosos son tan imperfectos como un disco de acetato mal fabricado. De la misma manera me negaba a creer en los “valores morales” que un maestro de primaria intentó inculcarnos en clase. Simplemente no puedo creer en alguien que pretende hacerse rico a costa de la miseria de la gente.
Cierto sector del cuerpo de maestros me provoca una picazón similar a la que produce el contacto con el tábano. Muchos de ellos seguramente recibieron tarjetas de felicitación mientras que otros marcharon en protesta contra la “bruja mala del este”. En fin. Poca alegría siento por los que lentamente hunden a la juventud mexicana en un analfabetismo funcional, creando seres conformistas, incultos, perezosos e irracionales. Pobres chicos, educados a la mala o mal educados, llegan a la adolescencia soñando con tener su propia empresa, ganando carretones de dinero y viviendo por siempre felices, con valores y excelencia. He sido docente en una universidad privada (que paga mal pero exige demasiado) y con espanto descubro que odian la lectura pero adoran los libros de superación personal.
Vivimos una época en que el tiempo es dinero, y el dinero es la felicidad, lo que da posición social y prestigio. Ahora es más chido saber cuanto ganas, con quien haces amistad y qué marca de ropa vistes, que mostrar una capacidad intelectual, física y humana. El que proyecta una imagen de éxito tiene cabida en el mundo: pobre bipolar que deambula por el mundo, los que visten de negro merecen la silla eléctrica. La depresión es una enfermedad que se cura con azotes verbales de un “líder en alta dirección”.
Escuelas elementales, fábricas de sueños de arena, máquinas moledoras de mentes infantiles donde se moldean seres capaces de aprender en muñequitos al servicio de un sistema inútil. Este sistema es incapaz de proveer al pueblo de un sedante para dolores musculares, medicinas y más beneficios a la salud de los mexicanos. No obstante, se encuentra satisfecho de que en nuestro país existan “mexicanos ejemplares” que con su discurso entreguen sedantes mentales.
Con vergüenza veo cómo las escuelas –secundarias y bachilleratos- se llenan de fanáticos de un ¿escritor? de ¿novelas? y libros de superación personal. Fieles seguidores de una suerte de “flautista de Hamelin” que se ha aprovechado de la miseria espiritual de los mexicanos durante más de quince años.
Tengo una experiencia para compartir. Hace unos años, cuando estudiaba en la universidad, me vi en la necesidad de quedarme en Chetumal debido a la huelga estudiantil en la UNAM. Para aprovechar el tiempo tomé un trabajo que consistió en vender boletos para la conferencia de ese “Licenciado en Ingeniería”. Debo mencionar que valió la pena porque gracias a la venta de esos boletos y con el sueldo percibido, me fui a un evento que me dejó mejores satisfacciones; y por otro lado, pude conocer de cerca de los cientos de fanáticos y su visión particular de la ¿obra? de CCS (la verdad, no vale la pena gastar letras en escribir su nombre).
Un joven afirmó que CCS merecía el Premio Nóbel de Literatura, otro más dijo que “de grande le gustaria manejar una empresa siguiendo sus ideas que tanto bien hacen a los jóvenes”. ¡Pues si, todos quieren gobernar al mundo! Y para hacerlo, basta con tener a miles de chamacos anestesiados mentalmente.
En el bachillerato casi me obligaron a leer “Juventud en Éxtasis” dentro de la materia de filosofía. Amaba esa clase, pero todo se derrumbó cuando llegó un psicólogo que pretendía llenarnos la cabeza con discursos motivacionales, moralistas y retrógrados. Platón y Nietzche serían vencidos –en esa ocasión- por un chapucero ultraconservador y un zombie sindicalizado.
Sin embargo no leí el libro completo. Sólo alguien realmente falto de una pizca de intelecto y voluntad propia soportaría leer más de cuatro páginas de uno de esos libros (disponibles en las cajas de cualquier restaurante de comida rápida o tienda departamental).
Los Nazis quemaron libros. En la obra de Ray Bradbury –Fahrenheit 451- se hace lo mismo con grandes obras de la literatura universal. Dejo a su imaginación, si es que no ha sido invadida por ideas de “superación y excelencia” efímera, lo que se podría hacer con los libros de este señor.

miércoles, mayo 16, 2007

La sombra transparente de tu ausencia

No me importa bañar de rojo el camino que recorres con los pies descalzos. Nerviosa corres a vestir tus costillas desnudas, tus pechos enrojecidos de tanto navegar en el mar de la pasión. Anoche me diluí en el fondo de un vaso con ácido lisérgico y mis manos tocaron la crema sideral. Entonces, en un segundo que se expandía hacia el infinito, amarré los dedos de mis manos a tus piernas blancas.
Volaste sobre los árboles de la alameda en medio de la noche. El sol quemaba la luna llena, quemaba mis ojos, lloraban los gatos.
Desde la cuna de mis viajes nocturnos, una voz se levantó sobre mi vientre. Temblorosa, gritaba una serie de palabras descompuestas en el miedo de su adolescencia. Una y otra vez moví mi cama hacia la orilla de la ventana y esperé el amanecer. Abri mi boca para recibir tu lengua azucarada. Una vez más amarré mis brazos alrededor de tus caderas hasta perderme en el laberinto de tu pubis. Desierto de piel humedecida, lluvia secreta recorriendo los montes lunares: lugar donde descubrí el secreto de la vida y el principio de mi muerte.
Me cantaste una canción. Voces compartidas, textos sueltos en un libro que escribimos bajo la luna ardiente.
La soledad te cubre del cuello hasta los tobillos. Sudas la ira provocada sin razón. El torbellino de miradas se revuelca en tu cuerpo, quedan astillas. Quiero abrazarte una vez más pero las astillas se entierran en mi corazón.

No me importa bañar de rojo el camino hacia el lecho donde reposas. Olvidé el miedo para sembrar un jardín de girasoles alrededor de tu sombra. Mira… es el sol que brilla dentro de la luna.
De nuevo poso mis pies sobre el suelo frío. Se materializa la vida y mis huesos pesan. La luz lisérgica se evapora en un sueño. Aún escucho tu voz gritando en mi pecho, recuerdo el sabor de tu sudor y la textura de tus piernas apretando mi cadera.
Desperté para encontrar la sombra transparente de tu ausencia sobre la sábana.

domingo, mayo 13, 2007

A la mar de cuerpos navegarán nuestras fantasías. En las redes del deseo nacerá el arte de la imagen.

“El mundo cambia si dos se miran y se reconocen, amar es desnudarse de los nombres… el ser sin rostro emerge de sí mismo, sol de soles, plenitud de presencias y de nombres.” Octavio Paz, Piedra del Sol (1957).

Nacemos desnudos, sin nombres y sin prejuicios. Crecemos en una sociedad que durante años ha sido sometida a dogmas, reglas y leyes naturales. La misma ley natural establece que al mundo venimos solos y desnudos. Por otro lado, el arte es el medio por el cual una o varias personas expresan una idea concreta con total libertad (claro que hay muchos conceptos sobre el arte que son válidos). En el arte todo está permitido excepto reprimirse. El cuerpo humano desnudo es una de las obras de arte más hermosas que existe en el Universo, diseñado por la naturaleza con tal perfección y armonía; armonía rota por la Iglesia Católica.
La sociedad mexicana heredó de los españoles la fe católica (entre otras cosas que no vale la pena mencionar) y como consecuencia, han pasado los prejuicios y las mojigaterías de generación en generación. La ideología judeo-cristiana estableció la culpa hacia el cuerpo desnudo (y cualquier otra manifestación que atente contra las “leyes de Dios”), la exploración, el gozo y la exhibición. La imagen de un cuerpo desnudo es suficiente para declararla “pornografía”, basta con recordar las fotografías de principios de siglo en México.
El fin de semana pasado (6 y 7 de mayo) se realizó un evento sin precedentes en la Ciudad de México. Miles de capitalinos se reunieron en la plancha del Zócalo de la ciudad más grande del mundo para dejar plasmado su cuerpo en una obra de arte fotográfico, bajo la autoría de Spencer Tunick. El mismo trabajo se realizó en la “Casa Azul” de Coyoacán, la famosa casa de Frida Kahlo donde cien mujeres se desnudaron para la lente de Tunick. Dieciocho mil humanos se desnudaron al amanecer “defeño”, como despertando a un cambio de piel y de rostro, el 6 de mayo de 2007.
Hubo entusiasmo, desvelados, alguno que otro olor a yerba y más de uno estudiaba a los que observaban desde los edificios que rodean el Zócalo. Algunos se sintieron liberados mientras que algunos sentían invadida su privacidad corporal. Cuenta una amiga mía, que participó en el desnudo masivo, que no sintió absolutamente nada pues ella se ha aceptado como es, ama su cuerpo y además, está a la vanguardia del arte. Muchas mujeres se sintieron incómodas cuando Tunick les pidió que se quedaran para la sesión que comprendería un “mar de cuerpos femeninos” sobre el piso: al salir los hombres de la escena, procedieron a vestirse y rodearon a las féminas para después utilizar a su cómplice móvil y obtener una fotografía.
Morbo mexicano, gandallismo o machitos vouyeristas.
A pesar de ser muy aventados y open mind, o respetuosos y tolerantes, muchos hombres sacaron a relucir el cobre. Naturaleza mexicana, el machismo inculcado en los hogares e incrementado en las escuelas públicas gracias a maestros conservadores, anacrónicos e incultos. Debido a esto, las mujeres que participaron en la obra fotográfica sintieron invadida su intimidad que, minutos antes, fue compartida con ellos y confiada a Tunick. Él no fue culpable.
México se encuentra a un paso del colapso ideológico, social y económico. El nuestro es un país que ostenta el nombre de “república” pero que lentamente padece el “síndrome de pelota de ping pong” entre políticos y religiosos. Más del 80 por ciento de la población mexicana no tiene acceso a la información cultural, sin embargo viven en la oscuridad y en el analfabetismo funcional, anestesiados con programas estupidizantes en el que se distorsiona al cuerpo humano como un objeto de placer y de consumo, en lugar de producir el placer en los cinco sentidos e inspirar más que “chaquetas mentales”.
Lo anterior pudo sonar de lo más guarro, pero más guarro es aquel que utiliza a un par de senos y nalgas en videos “reggaetoneros” para vender su “producto” y hacerse ricos a costa de una mujer semidesnuda. Esto sí es lo más vulgar que existe.
En México no se nos ha educado correctamente en las cuestiones sexuales y con el actual régimen político, el retroceso está en marcha. Hay mujeres que se sienten orgullosas de su cuerpo mientras que otras aún sienten pudor y vergüenza al mostrarse ante su pareja tal cual.
El desnudarse no implica únicamente el quitarse la ropa y dejar los miembros al aire libre, de mostrar un pubis por el simple hecho de mostrarlo y provocar. Es cierto, que la misma prohibición nos excita, lo desconocido provoca el vértigo en el vientre. Desnudarse implica una liberación de las cadenas impuestas por la moral judeo-cristiana, moral que ha servido para someter al ser humano y limitarlo a las fronteras del conformismo. Las fronteras textiles que impiden que el cuerpo hecho de aire, polvo, fuego y agua, son sólo medios para protegernos de las inclemencias del tiempo.
El desnudo en la intimidad es una actividad sana para reconocernos y aceptarnos en la vida, para amarnos y aprender a respetarnos. Mujeres y hombres son iguales ante los ojos de cada uno a pesar de las diferencias físicas (pene y vagina).
Menciona Octavio Paz en su obra “La llama doble” que “la salud psíquica de la sociedad y la estabilidad de sus instituciones dependen en gran parte del diálogo contradictorio entre ambas”. De aquí que habrá siempre una controversia en torno a las obras de arte que impliquen desnudos.
Todo depende de la percepción que se tenga del cuerpo humano, desnudo o vestido. Depende también del ambiente social en el que las personas se desenvuelven, la educación familiar y académica (que, insisto, debe ser laica, científica, humanista y socialista). Un cuerpo desnudo es el escenario de una sinfonía de amor, del más apasionado y desgarrado poema escrito entre dos personas que comparten humedades y fantasías; es el signo de que los seres humanos somos iguales en el universo, su color sólo sirve para crear un calidoscopio de formas e historias.
Un cuerpo desnudo puede conmover y excitar. El cuerpo humano es la materialización de la vida.

viernes, mayo 11, 2007

Un viaje: el Cronopio, la Pompis y Amparito a través de América.

CHETUMAL.- Dejarlo todo atrás y buscar nuevos horizontes, nuevos sonidos, palabras, ideas y formas. Echar en una maleta lo básico para emprender un viaje a través del continente americano y hacer retratos mentales, coleccionando sonidos, modismos, aromas y sabores, pero sobre todo, sonrisas, es lo que la Compañía de Trabajadores Callejeros “La Cotraka” viene realizando desde hace casi cinco años.

La compañía –procedente de Buenos Aires, Argentina- está integrada por Mariana Brusse (La pompis), Mariano Gedwillo (Cronopio) y Amparo Gedwillo (La amparita, hija de ambos artistas y de cuatro años). Desde el 2001 han viajado por todo el continente americano, recorriendo países como Uruguay, Venezuela, Colombia y México donde se han presentado en diferentes foros como el Festival Internacional Cervantino (actividades callejeras), Coyoacán (Ciudad de México), Tulúm y Playa del Carmen. Su trabajo lo presentan de manera independiente.

“Viajamos con la idea de llenar una bandera de un metro de tela para llenarla con manos de niños por cada país” –explica Mariana Brusse- “Viajamos grabando todo a modo de registro. Esta gira no tiene nombre pero es como ‘gira latina de manos libres’. Aparte damos talleres de clown (payasos), dimos uno en Playa del Carmen.”
Todo lo que obtienen para su viaje lo obtienen de su propio trabajo. Para el espectáculo callejero emplean un baúl a modo de sistema de sonido. También utilizan malabares, pelotas.
Respecto al viaje, Mariana Brusse cuenta: “Igual, de pronto te encontrás con un montón de gente que te pasa datos, se suma a tu trabajo o nos contratan. Nos aparecemos con la gente, tranquilos y claros y así, todo se arma. En México ha sido buena la reacción del público y quizás fue como creciente. Llegamos primero al Distrito Federal y comenzamos a buscar lugares, nos íbamos a la universidad con nuestras mochilas y nuestro baúl y en Ciudad Universitaria dábamos funciones para los jóvenes, en Playa del Carmen fue lo máximo porque también había un espacio donde venían unas mil 500 personas que disfrutaron mucho el espectáculo.”

El rechazo hacia el payaso

Mucha gente rechaza y teme a los payasos. No hay una razón definida para justificar este rechazo, hay muchas razones diferentes y Mariana Brusse afirma: “Yo creo que es mala fama porque muchas veces los payasos son maleducados, hablan y agraden a la gente, no saben manejar el humor y pueden ser hasta violentos. La gente tiene el prejuicio de que el payaso es un bobo, pero en realidad no lo es, es una persona y otra cosa más profunda. Hay mucha gente que se viste de payaso para hacer cualquier cosa, pero el payaso es todo un trabajo actoral y personal, interior aparte de lo que se ve afuera. También hay payasos excelentes. Todo eso de las malas palabras y el insulto es una agresión.”

El espectáculo: preparación y presentación
“Hay una preparación y una gran parte de improvisación” –agrega Mariano Gedwillo- “porque la mayoría de las veces interactuamos con el público, donde ellos participan aunque no pasen al escenario, puedan ser partícipes de la historia. Los vamos metiendo en la historia para que aporten y se prendan en el juego, más que nada porque si vos te ponés a hacer muchos chistes –que está chido- se estanca. Pero sos vos un locutor y la idea es también que el público te tire algunas cosas, que participe y que vos seas el héroe. Así como cuando en el circo hay una estrella, ahí la historia pasa por ser un súperhombre. Y con el humor también y hacés reír muchísimo a la gente, cree que es sólo eso. Y hay otro trasfondo que es lo humano, que no es solo la risa sino que es el estar vivo y que la gente vea un personaje y lo va siguiendo.”

La asimilación del lenguaje y los modismos de cada país.

Gedwillo agregó que al principio las funciones son complicadas hasta que se van acostumbrando a los modismos de cada país, a la velocidad del lenguaje, al ímpetu que se le pone a las palabras. “A veces jugás y venís con un acento que a la gente se le escapa” prosigue Gedwillo- “cuando llegas al lugar tienes que estar así en fila de qué hay, qué no hay, qué tono tienen y qué piensan los niños porque, por ejemplo, en Venezuela le dicen ‘bomba’ a los globos, y una vez un amigo con un muchacho que conocimos –payaso también- gritaba ‘¡¿quién quiere una bomba?!’. Entonces, yo estaba mirando la función y yo, recién llegado a Venezuela le decía: ‘¡no, una bomba no!’ porque pensé que estaba tirando un mensaje cuando en realidad estaba ofreciendo un globo. Fue muy gracioso porque fui el único que le gritaba ‘¡una bomba no!’. Yo cargo con algunas palabras que traigo de Argentina o de países anteriores”.
Inmediatamente, Mariana Brusse agrega: “Nos pasó una cosa en Colombia. Había una señora que traía una playera naranja. En Argentina, playera se dice remera, en Colombia se dice franela o camiseta. Y Mariano estaba haciendo la función y en un momento le dice: ‘¡usted señora! ¡la de remera naranja!’; y la señora se ofendió porque pensó que le estaba diciendo “ramera”. Fue un pequeño malentendido pero no puede llevarse muy lejos.”

La Compañía de Trabajadores Callejeros se estuvo presentando en la Explanada de la Bandera y tuvieron una buena acogida por parte del público. Su espectáculo ha significado una experiencia diferente en esta ciudad tan poco acostumbrada a este tipo de actividades –y tan acostumbrada a políticos y comerciantes- pero que al mismo tiempo demanda actividades diferentes. Ellos continúan su viaje por el continente. Saldrán de Chetumal con rumbo a Chiapas para después emprender el viaje hacia Venezuela. Al llegar a Buenos Aires pretenden mostrar su trabajo en diferentes foros de su ciudad natal.
La Cotraka es uno de esos ejemplos que nos remontan a tiempos pasados, cuando los actores, cantantes y titiriteros viajaban de lugar en lugar para mostrar su trabajo, vivir de ello y enriquecer su trabajo con los elementos de cada país. Buen viaje a Cronopio, la Pompis y Amparita.

Para conocer más de La Cotraka, visita: http://www.lacotraka.com/