viernes, mayo 11, 2007

Un viaje: el Cronopio, la Pompis y Amparito a través de América.

CHETUMAL.- Dejarlo todo atrás y buscar nuevos horizontes, nuevos sonidos, palabras, ideas y formas. Echar en una maleta lo básico para emprender un viaje a través del continente americano y hacer retratos mentales, coleccionando sonidos, modismos, aromas y sabores, pero sobre todo, sonrisas, es lo que la Compañía de Trabajadores Callejeros “La Cotraka” viene realizando desde hace casi cinco años.

La compañía –procedente de Buenos Aires, Argentina- está integrada por Mariana Brusse (La pompis), Mariano Gedwillo (Cronopio) y Amparo Gedwillo (La amparita, hija de ambos artistas y de cuatro años). Desde el 2001 han viajado por todo el continente americano, recorriendo países como Uruguay, Venezuela, Colombia y México donde se han presentado en diferentes foros como el Festival Internacional Cervantino (actividades callejeras), Coyoacán (Ciudad de México), Tulúm y Playa del Carmen. Su trabajo lo presentan de manera independiente.

“Viajamos con la idea de llenar una bandera de un metro de tela para llenarla con manos de niños por cada país” –explica Mariana Brusse- “Viajamos grabando todo a modo de registro. Esta gira no tiene nombre pero es como ‘gira latina de manos libres’. Aparte damos talleres de clown (payasos), dimos uno en Playa del Carmen.”
Todo lo que obtienen para su viaje lo obtienen de su propio trabajo. Para el espectáculo callejero emplean un baúl a modo de sistema de sonido. También utilizan malabares, pelotas.
Respecto al viaje, Mariana Brusse cuenta: “Igual, de pronto te encontrás con un montón de gente que te pasa datos, se suma a tu trabajo o nos contratan. Nos aparecemos con la gente, tranquilos y claros y así, todo se arma. En México ha sido buena la reacción del público y quizás fue como creciente. Llegamos primero al Distrito Federal y comenzamos a buscar lugares, nos íbamos a la universidad con nuestras mochilas y nuestro baúl y en Ciudad Universitaria dábamos funciones para los jóvenes, en Playa del Carmen fue lo máximo porque también había un espacio donde venían unas mil 500 personas que disfrutaron mucho el espectáculo.”

El rechazo hacia el payaso

Mucha gente rechaza y teme a los payasos. No hay una razón definida para justificar este rechazo, hay muchas razones diferentes y Mariana Brusse afirma: “Yo creo que es mala fama porque muchas veces los payasos son maleducados, hablan y agraden a la gente, no saben manejar el humor y pueden ser hasta violentos. La gente tiene el prejuicio de que el payaso es un bobo, pero en realidad no lo es, es una persona y otra cosa más profunda. Hay mucha gente que se viste de payaso para hacer cualquier cosa, pero el payaso es todo un trabajo actoral y personal, interior aparte de lo que se ve afuera. También hay payasos excelentes. Todo eso de las malas palabras y el insulto es una agresión.”

El espectáculo: preparación y presentación
“Hay una preparación y una gran parte de improvisación” –agrega Mariano Gedwillo- “porque la mayoría de las veces interactuamos con el público, donde ellos participan aunque no pasen al escenario, puedan ser partícipes de la historia. Los vamos metiendo en la historia para que aporten y se prendan en el juego, más que nada porque si vos te ponés a hacer muchos chistes –que está chido- se estanca. Pero sos vos un locutor y la idea es también que el público te tire algunas cosas, que participe y que vos seas el héroe. Así como cuando en el circo hay una estrella, ahí la historia pasa por ser un súperhombre. Y con el humor también y hacés reír muchísimo a la gente, cree que es sólo eso. Y hay otro trasfondo que es lo humano, que no es solo la risa sino que es el estar vivo y que la gente vea un personaje y lo va siguiendo.”

La asimilación del lenguaje y los modismos de cada país.

Gedwillo agregó que al principio las funciones son complicadas hasta que se van acostumbrando a los modismos de cada país, a la velocidad del lenguaje, al ímpetu que se le pone a las palabras. “A veces jugás y venís con un acento que a la gente se le escapa” prosigue Gedwillo- “cuando llegas al lugar tienes que estar así en fila de qué hay, qué no hay, qué tono tienen y qué piensan los niños porque, por ejemplo, en Venezuela le dicen ‘bomba’ a los globos, y una vez un amigo con un muchacho que conocimos –payaso también- gritaba ‘¡¿quién quiere una bomba?!’. Entonces, yo estaba mirando la función y yo, recién llegado a Venezuela le decía: ‘¡no, una bomba no!’ porque pensé que estaba tirando un mensaje cuando en realidad estaba ofreciendo un globo. Fue muy gracioso porque fui el único que le gritaba ‘¡una bomba no!’. Yo cargo con algunas palabras que traigo de Argentina o de países anteriores”.
Inmediatamente, Mariana Brusse agrega: “Nos pasó una cosa en Colombia. Había una señora que traía una playera naranja. En Argentina, playera se dice remera, en Colombia se dice franela o camiseta. Y Mariano estaba haciendo la función y en un momento le dice: ‘¡usted señora! ¡la de remera naranja!’; y la señora se ofendió porque pensó que le estaba diciendo “ramera”. Fue un pequeño malentendido pero no puede llevarse muy lejos.”

La Compañía de Trabajadores Callejeros se estuvo presentando en la Explanada de la Bandera y tuvieron una buena acogida por parte del público. Su espectáculo ha significado una experiencia diferente en esta ciudad tan poco acostumbrada a este tipo de actividades –y tan acostumbrada a políticos y comerciantes- pero que al mismo tiempo demanda actividades diferentes. Ellos continúan su viaje por el continente. Saldrán de Chetumal con rumbo a Chiapas para después emprender el viaje hacia Venezuela. Al llegar a Buenos Aires pretenden mostrar su trabajo en diferentes foros de su ciudad natal.
La Cotraka es uno de esos ejemplos que nos remontan a tiempos pasados, cuando los actores, cantantes y titiriteros viajaban de lugar en lugar para mostrar su trabajo, vivir de ello y enriquecer su trabajo con los elementos de cada país. Buen viaje a Cronopio, la Pompis y Amparita.

Para conocer más de La Cotraka, visita: http://www.lacotraka.com/

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