sábado, febrero 10, 2007

Viajan de a seis, uno detrás del otro: luces rojas y azules al acecho.


Busco una forma correcta para describir ciertas ideas que rondan en mi mente en este momento. Acontecimientos que suceden en días así da para reflexionar y escribir, comentar con amistades y camaradas, ideas que ocupan espacios en periódicos y programas radiofónicos.
No suelo meterme en asuntos policíacos ni mucho menos en la política de manera activa pero es inevitable pasar por alto ciertas cuestiones.
Todo mundo aplaude las actividades del grupo S.W.A.T. a la caza de sexoservidoras, antros cometiendo irregularidades, consumidores de drogas y las respectivas narcotienditas. Aclaro estimados lectores que no me centraré demasiado en estas cosas por obvias razones.
Hace unas semanas vi cómo este grupo policiaco rondaba por el Boulevard Bahía haciendo su “maravilloso trabajo” limpiando el boulevard de adolescentes bebiendo y sexoservidoras ofreciendo su pseudo amor efímero. Vaya, de repente me sentí como en una calle de Buenos Aires durante la dictadura militar, siempre a merced de los representantes de la ley que, en realidad, para mi no representan más que un órgano represor y abusivo, meras marionetas de un sistema al que no le interesa el bienestar de su pueblo.
Para muestra, varios botones: adolescentes violadas y asesinadas, pandillas de niños y adolescentes asesinos en potencia, policías que amedrentan a los amantes de la tranquilidad nocturna a orillas del mar –o caminando por cualquier calle-, suicidios, ex militares matando gatos, otros cuantos locos más haciendo lo mismo, vecinas que se matan entre sí, albañiles libidinosos, vecinos incómodos, pequeños rateros, beliceños consumiendo alcohol dentro de la plaza comercial y ensuciando la ciudad.
Se violan las garantías individuales cada 5 minutos. ¿Y saben por qué se cometen estos atropellos? Por la sencilla razón de que no nos educamos, desconocemos las leyes y desconocemos nuestros derechos como ciudadanos mexicanos. A lo mejor sigo siendo un tonto utópico y que no quiero ver la realidad… ¡pero sí la veo! Excepto que no me quiero quedar cruzado de brazos ni mucho menos callado.
El realizar operativos en bares y calles del centro de Chetumal es un trabajo demasiado fácil pero, ¿por qué no se van a donde realmente suceden cosas peores? Es más fácil levantar adolescentes ingenuos e ignorantes –que sí, consumen alcohol pero no todos dañan a alguien- que simplemente van a pasar el rato al aire libre. Como siempre, la doble moral es la constante en todas las ciudades y Chetumal no es la excepción: persignados todos, pero con la mano dentro de la bragueta. Y si no se consume nada y simplemente uno tiene ganas de sentarse a orillas de la bahía a disfrutar del aire fresco, de la noche, cenando o simplemente charlando, ya sea dentro o fuera del automóvil, llegan los “blue meanies” (malitos azules) “invitando a que nos retiremos a dormir”. ¡Caray! Yo no tengo ganas de irme a dormir temprano, quiero disfrutar del entorno, de la noche, de una grata compañía y de la libertad que supuestamente tengo derecho.
Pero existe un Bando de Policía y Buen Gobierno que establece ciertas reglas, obligaciones y restricciones. Lo correcto es obedecer las leyes siempre y cuando los guardianes de éstas las respeten del mismo modo. Naturalmente no sucede así. Salvaguardar el orden social es algo que está quedando en tela de juicio: recuerden a la banda de los Quesitos.
En días pasados arrestaron a un amigo por subirse a un árbol, simplemente se subió a buscar unas chancletas que habían arrojado: los señores policías –tan inteligentes y desesperados por un poco de acción, como lo ven en televisión- se los llevaron con el argumento de que causaban disturbios en la vía pública. Nótese la capacidad de esos sujetos: ven disturbios donde no los hay, y donde lo hay no están presentes.
El ver a las patrullas rondando por el boulevard –hasta seis patrullas una detrás de la otra- me produjo sentimientos encontrados que van desde la risa, el enojo, la lástima y hasta la tristeza. Me recuerdan a las naves imperiales de la Guerra de las galaxias persiguiendo a los miembros de la Alianza Rebelde, naves gigantescas esparcidas por toda la galaxia tripuladas por clones al servicio del emperador.
¿Han visto cuando tres patrullas con cuatro elementos se detienen a revisar a un carro con una pareja? Quienes habrán vivido la experiencia lo saben bien: el mal trato y el abuso de autoridad son los ingredientes del cóctel. Sin mencionar las “manoseadas” y demás exquisiteces.
Habrá algunas excepciones decorosas dentro de las corporaciones, pero los demonios rondan en la mente de todo ser humano. Si necesitáramos un ejemplo para ilustrar el alto grado de machismo y un bajo nivel de raciocinio, ya saben a quien mirar.
No estoy en contra del orden, tampoco estoy en contra de las redadas. Estoy en contra del abuso de autoridad, de la vigilancia total y el hostigamiento por vestir de negro, llevar el cabello largo o pintado, por calzar tenis, por pensar diferente o vestir una playera con alguna consigna, por ser joven y lleno de vida; estoy en contra de aquellos que se escudan en su uniforme y acosan mujeres, estoy en contra de la corrupción y el mal uso de las leyes para beneficiar a algunos y fastidiar a las clases bajas y medias.
En pocas palabras, todo abuso de autoridad y uso excesivo de la fuerza pública es reprobable. Nadie confía en la policía. La gente se cuida más de ellos que la banda de Los Quesitos.

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