sábado, febrero 10, 2007

Borregos kamikazes, siempre a sus pies


ADVERTENCIA.- Si es usted un "perredista hasta la médula" que aún cree en la supuesta tendencia izquierdista de su partido, en la retórica barata del peje (y de Calderón y de todos los politiqueros actuales), si es de los que creen que lo que la televisión dice es la "neta"; a usted, seguidor de masas e imitador sin voluntad, individuo contracultural que cree en el cambio del mundo pero no se atreve a cambiar dentro de sí mismo, no siga leyendo esta nueva entrada de blog. Lo anterior aplica también para PANISTAS persignados, profesores sindicalizados, neoliberales elitistas y hippies anacrónicos, comunistas y demás seudo-intelectuales.


Durante años me he negado a ser parte de una masa de gente. Es cierto que todos tenemos modelos a seguir, unos de los primeros a seguir son nuestros padres. Posteriormente creemos que el mejor ejemplo que recibimos viene de los profesores –salvo unas cuantas excepciones, la mayoría han sido pésimos-, en los primeros dos niveles de educación no se nos permite analizar ni juzgar abiertamente a los mentores. En la universidad se nos abren los ojos y la mente. Desde niños se nos dice a quien debemos seguir: en la televisión, desde las aulas, los amigos, los vecinos, los padrinos, infinidad de personas nos dicen lo que debemos hacer y decir, cómo comportarnos y a quien seguir.
Afortunadamente mis padres nunca me dijeron a quien debo seguir ni qué debo hacer pero sí me dieron una educación sólida para saber cómo comportarme. Jamás confié en los profesores, ¿cómo confiar en un alcohólico o en alguien que golpea a los niños? Es cierto que para ser aceptado en un grupo social hay que pasar ciertas pruebas. Nunca aprobé ninguna de ellas así que, no pertenecí a ningún grupo social ni en la primaria ni en la secundaria, mucho menos en el bachillerato.
En un momento de mi vida me dijeron que “Jesús era mi amigo”. Tampoco les creí aunque comparto la visión de Jesús, un verdadero socialista que se rodeó de gente incompetente a quienes llamó discípulos. Líderes vienen y van, equivocados o acertados. Cito a Lennon: “No creo en Los Beatles, sólo creo en mi”. Hoy no creo en los tres colores, ni en el naranja ni el azul y mucho menos en el amarillo.
Mientras buscaba elementos que me sirvieran para la vida, ideas, filosofías, políticas, arte, imágenes y sonidos, la masa de gente que me rodeaba seguían las modas, tendencias que a la larga se tornaron frágiles y hoy no son más que pálidas caricaturas de sí mismos. El mundo está lleno de fracciones políticas fascistas disfrazadas de democracia. La apatía es la recurrente de las generaciones jóvenes, no leen, no cultivan sus mentes ni ejercitan el cuerpo, la televisión les dice cómo deben vestir, qué música escuchar, a quien deben seguir.
El punto máximo de la enajenación llega cuando la masa social actúa con brutalidad, creen defender a líderes o ideologías, mismas que no trabajan en beneficio de nadie salvo para intereses personales. Recuerden a Europa de la primera mitad del siglo XX, cuando mucha gente murió en las trincheras por las ideas de un loco medieval.
La manipulación sólo funciona cuando una persona no ha sido educada en las ciencias, las artes y en la filosofía. El ser humano nace libre, sin pecado original y con la certeza de un fin. El error del mundo occidental está en la creencia de culpas del alma y en la impureza de un cuerpo desnudo. Pero eso es tema de otro sueño.
La libertad de expresión es un derecho que todo ser humano posee. Hoy se ha abusado de ese derecho tan frágil, abogando por supuestos derechos pisoteados por sistemas de gobierno. Nadie es culpable hasta que se compruebe lo contrario, por lo menos el sol no brilla hasta que llegue el nuevo día.
Los discursos vacíos en sustancia están llenos de limitaciones retóricas, son el canto interminable en los podios improvisados en plazas públicas, aulas, edificios sindicales, púlpitos y las calles.
Todo ese bombardeo de palabras influye en la conducta social cansada de vivir sin nada, sin educación ni un trabajo digno, sin un nivel de vida que les permita comprar “cajitas felices” –como si eso les diera la felicidad- pero que a la menor provocación sacrifican a una res en las plazas públicas, a la vista de los niños quienes crecerán con la imagen de un animal desangrándose en nombre de la estulticia y creerán que eso es lo correcto.
Los borregos kamikazes están siempre a los pies de aquellos que no piensan más que en sí mismos, aprovechándose de la ignorancia del pueblo y de su sed de justicia. Cuanto más ciego es un ser humano es más fácil llevarlo al cadalso porque no sufrirá de miedo.
Lo siento por aquellos niños llevados a la fuerza a las manifestaciones de sus progenitores: no hay un futuro mejor.
No hay nada nuevo bajo el sol, ni bajo los colores restantes. Seguiré al sol que brilla en el horizonte, a mis ideas y a mis instintos.

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