sábado, febrero 10, 2007

Huyendo de la realidad distorsionada, caminando a un sueño robado… gritando al cielo y muriendo sobre la arena.

Iniciando la secuencia entre ácido y en estéreo
A veces pienso que las personas más sanas son las que menos sufren
A veces pienso que el humo que expelen de sus bocas son las tristezas que no mueren
Se pueden dar pasos pequeños alrededor de sí mismos y no encontrar un sentido a la existencia.

Hay bocas que se unen, miradas que se encuentran y cuerpos que se pierden
Locos por la vida compartida.
No hay rencores manchando las paredes, colores en los dedos que dibujan
Formas sobre la piel.

Trazan líneas de vida sobre piedras, bajo cielos estrellados
Hacia el sur todas las nubes parecen menos distantes
Hacia el este llegan nuevos amaneceres.

Me coloco los audífonos y comienzo a volar
La secuencia me lleva por rincones celestiales, ausencia de voz
Sólo escucho el sonido de una cuerda.
Sintonizarte a ciegas para entrar en tu frecuencia
Las ondas en tu pelo despiertan mis sentidos
Suena la secuencia que me transporta hacia tu piel lunar.

El sueño cerca del mar
Soñé tu cuerpo desnudo sobre la playa, las olas cubrían tu paisaje lunar, una concha rozó tus caderas mientras la espuma resbalaba por tus muslos... sentí celos del sol que te acariciaba y la arena te hacía el amor... el cielo líquido que te humectaba... de mis ojos emanó el fuego que al cabo de pocos minutos te encendería y mis manos destrozaban las telas que cubrían tu pecho y tu vientre.
Llovió entre tus piernas y la arena nos cubrió como cómplice de una historia a punto de evaporarse entre manos y piernas, escrita con dedos y lenguas enredadas... soñé con tu voz gimiendo de placer, me llamaste por mi nombre y el cielo se abrió... el mar nos devoraba y tu sexo devoraba el mío... al fin me perdía en el abismo líquido envolvente, textos compartidos en la playa de la inocencia... el mar nos llevó muy lejos, morí dentro de ti... la sirena celestial.

Despierto y la secuencia ha llegado a su fin
Cuando volví del sueño me di cuenta de que había perdido mis brazos y piernas. Temblaban las paredes de mi refugio antisocial.
Por un momento mi estómago se convirtió en un mar interno de miedo, un mar que se que calentaba lentamente.
No he dejado de dormir anestesiado, ya nadie me puede salvar. Tu voz podría matarme, dentro de mi sólo queda miedo y un desierto infinito.

No hay comentarios.: