sábado, febrero 03, 2007

Música y palabra escrita: dos extraños amantes unidos en el tiempo y el espacio.



CHETUMAL.- La música es un lenguaje. Para muchos no significa nada más que un montón de sonidos y silencios dispuestos en lugares y tiempos definidos. Pero la música va más allá de una melodía y armonía escritas en un papel pautado. La música influye de manera importante en nuestro desarrollo humano, sobre todo en el lenguaje. Desde que existimos en estado embrionario dentro del útero materno, nuestra mente percibe las vibraciones del sonido de la voz de la madre.
Ahora bien, la palabra escrita es la representación gráfica del lenguaje humano, en cualquier idioma. Como la palabra escrita, la música también tiene su representación gráfica en las neumas y las plicas (las notas musicales). Notas musicales y letras representan un sonido, las letras forman palabras que a su vez adquieren significado. De manera abstracta construimos frases que nos cuentan una historia o expresamos ideas y sentimientos. A su manera, la música cuenta historias, expresa sentimientos e ideas, necesidades.
Ambas siguen un proceso de creación en la que se siguen ciertas reglas: gramaticales para las letras y de melodía, armonía, ritmo y tiempo para la música. Aquí llegamos al punto en que encontramos similitud entre las letras y la música. Cuando hablamos lo hacemos de una manera que hay ritmo y melodía en nuestro discurso. Como en el habla, la música también se compone de acentos.
Para leer bien basta con respetar los acentos, los signos de puntuación, la métrica. Una buena interpretación musical se logra con el estudio y la práctica del solfeo, la rítmica, la agónica y la técnica vocal o instrumental. Palabras y música deben fluir de manera natural para ser comprendidas. Pero la naturalidad no está peleada con la correcta pronunciación.
Música y palabra escrita están estrechamente ligadas. Son como dos amantes perdidos en el tiempo y el espacio, que en un momento de éxtasis se unen para crear una canción o un poema. No hay poema sin musicalidad y no hay música sin lírica. No hay melodías sin dirección e intención ni palabras sin significado e intensidad.
Música y literatura necesitan de la voz humana y de un instrumento musical para tener vida. Un poema existe en el papel lo mismo que una pieza musical –dejando de lado la tecnología- aunque las dos existen desde el momento en que el autor y el compositor conciben la idea. Versos y párrafos adquieren significado cuando leemos en silencio, nuestra mente recrea los conceptos y los símbolos. La lectura musical a “primera vista” ayuda a tener una idea primordial de la pieza en cuestión. Como sucede con la palabra escrita, las notas musicales significan un tiempo, un ritmo o una nota musical y que en conjunto nos da una pieza musical.
Aunque la notación musical es una práctica exclusiva de los músicos, eso no es impedimento para entender su mensaje. Un analfabeta comprende las palabras pero no comprenderá las letras. De modo que tenemos analfabetas literarios y analfabetas musicales.
Las palabras y la música existen en el papel, ambas necesitan de un intérprete, un instrumento musical, un orador y un narrador, para adquirir vida. Una canción es la unión perfecta de estos dos lenguajes, a veces abstractos, a veces divagantes. Por último, el oyente es el elemento más importante dentro del ciclo de vida de la música y la palabra, destino final donde el discurso musical y literario adquiere el sentido total de una idea concebida y trabajada.
Otros tópicos como son el proceso creativo y la evolución de una obra musical y literaria merecen espacio aparte.
Es por eso que encuentro que la música y la palabra son dos lenguajes íntimamente relacionados entre sí, tan parecidos pero nunca distantes uno del otro.

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