miércoles, noviembre 22, 2006

El primer Festival Internacional de Arte Chetumal Bahía, después de una semana, ¿se cumplieron las expectativas? (Segunda y última parte)

CHETUMAL.- A pesar de la cancelación de la mesa redonda de “Periodismo Cultural” a cargo de reconocidos periodistas nacionales, las exposiciones pictóricas y fotográficas

inauguradas en las salas del Museo de la Cultura Maya fueron un éxito. Rodrigo Siller expuso su obra pictórica llena de símbolos y elementos oníricos que describen su muy personal perspectiva del mundo; Gerardo Pineda trajo una exposición fotográfica sobre la costa chiapaneca. De igual manera se montaron las exposiciones del maestro Othón Téllez en la sala 2 y “Trazos del Caribe” en la sala 3 a cargo de varios pintores quintanarroenses. En la plazoleta del Museo de la Cultura Maya también se montó una instalación artística titulada “Machitos a la mexicana”, de Noris J. Rodríguez. Dicha instalación abordó el tema de la violencia contra las mujeres.
En lo que se refiere al teatro, no hubo una respuesta favorable por parte del público, tan sólo la asistencia de algunos grupos escolares y en número reducido. En el Teatro Constituyentes del ’74 se presentó una obra que escenificó los últimos días de Sor Juana Inés de la Cruz con una asistencia paupérrima a pesar de la excelente puesta en escena y actuación. El grupo de Teatro Guiñól de Holguín, Cuba, no se presentó y fue uno de los grupos esperados. La danza tuvo una incomparable representación a cargo de compañías de danza contemporánea como “Contradanza”, “Ballet Teatro del Espacio”, y de baile flamenco con Leticia Cosío y Elia Domenzain.

Ésta última nos trajo una adaptación teatral del poemario “Y ahora, soy yo la torera”, dividida en tres partes con una óptica muy femenina sobre el desamor y la tauromaquia (sin toro). Sin duda, estos dos últimos espectáculos resultaron ser los más excitantes pues además del virtuosismo de los músicos que acompañaron a Cosío y Domenzain, el cuadro de bailaoras inyectó energía y sensualidad al festival con su energía sobre el escenario.
Algo nunca visto durante un festival musical –y sólo presenciado durante la ceremonia del grito de independencia- fue una Explanada de la Bandera repleta. El viernes 17 de noviembre se presentaron varios grupos de reggae, pop y música electrónica. Desde las cuatro de la tarde, cientos de jóvenes se reunieron en torno a un mismo fin: la celebración musical. En esta ciudad donde impera la “doble moral” de las autoridades municipales, siempre en el afán de cerrar espacios de expresión alternativa para jóvenes –argumentando la degradación, faltas a la moral y centros de vicio-, la reunión de jóvenes resultó ser la más alegre, llena de vitalidad y de verdadera expresión cultural pues acudieron amantes del reggae, la música alternativa y el pop, sin que pudieran faltar los “skaters” (deportistas de las tablas de patinaje). Todos ellos convivieron en torno a la música, sin hacer daño a nadie ni consumiendo drogas ni mucho menos vendiéndolas, bailando frenéticamente. Esto es un detalle que las autoridades municipales deben tomar en cuenta a la hora de negar espacios para la expresión juvenil quienes son uno de los semilleros de la cultura y las manifestaciones artísticas.
La nota desagradable fue el pésimo comportamiento de los argentinos. Esos que se hacen llamar “Los Pericos” se negaron a compartir el escenario con las bandas mexicanas, amenazando con cancelar su presentación si nuestros compatriotas subían a tocar a “su escenario”. Debido a esto, los organizadores decidieron no volver a invitar a dicha banda. Parece una constante el comportamiento de los argentinos en tierras mexicanas, la actitud racista que adoptan al no querer compartir escenario con las demás bandas, siendo los invitados a un festival de carácter internacional. Los foros artísticos son espacios de expresión para todos y no el monumento al ego de unos extranjeros como los argentinos.
Pablo Milanés cerró el primer Festival Internacional de Arte Chetumal Bahía con su presentación el sábado 18 de noviembre, y que deleitó a los asistentes, a pesar del frío y del retraso. Dos detalles: (bueno) el sonido estuvo de lo mejor, sin fallas ni ruidos molestos; (malo) la larga intervención de la alcaldesa que, una vez más, convirtió un escenario artístico en un foro político donde nada tienen que hacer los logros del ayuntamiento. Y las rechiflas no se hicieron esperar, calculando una asistencia de casi 1500 personas, la rechifla sonó más fuerte que la Orquesta Sinfónica de Campeche.


Ahora, la pregunta obligada: ¿se cumplieron con las expectativas del festival? Pienso que sí se cumplieron en el sentido de que por fin se está haciendo algo por recuperar los espacios de expresión artística y el estímulo al desarrollo de los artistas –interpretes y creadores-, la apertura a nuevas formas de expresión y técnicas de creación. Que si no hubo la cantidad de público esperada se debió a la poca difusión que se dio en la ciudad y el resto del estado. Pero de igual manera no es suficiente con la asistencia de la gente que gusta completamente de este tipo de eventos. Muchos se preguntaron ¿Dónde está la comunidad universitaria? Personalmente, vi algunos amigos y conocidos de la Universidad de Quintana Roo, aunque el ideal es que la universidad sea uno de los espacios de difusión cultural más grande. Sin embargo, la reforma educativa no contempla en absoluto a las manifestaciones artísticas, relegándolas a la mera tarea de entretener. Una difusión de las actividades del festival en las escuelas y en los tres niveles de educación habría sido un éxito de haberse realizado con mucho tiempo de anticipación. La gran ausente en este festival fue la directora general del Instituto Quintanarroense de la Cultura, quien jamás presenció una sola presentación. Una persona a cargo de una institución que se jacta de ser la “guardiana” de la cultura, no debió dejar pasar un evento así, por lo menos para tener un panorama de lo que significa cultura y arte.
Seguramente hubo artistas locales consagrados a los cuales no se les invitó a participar. Estoy de acuerdo, merecían un espacio de participación en el festival debido a su trayectoria pero, ¿no es tiempo de darle cabida a las nuevas generaciones? ¿No tienen suficiente con acaparar becas, publicaciones y foros que a muchos creadores e intérpretes jóvenes nos niegan actualmente?
En cuanto al comité organizador, ellos trabajaron incansablemente, sorteando las dificultades que surgieron de último minuto, tratando de correr horarios en la programación y todas las tareas que se le asignó a cada elemento. Algo muy importante es la calidad humana que la comitiva encargada debe poseer. La persona a cargo de la organización debe ser una persona conocedora al máximo de las manifestaciones artísticas, tener conocimientos de cultura general y por lo menos, una trayectoria sobresaliente dentro de alguna de las áreas del arte. No es lo mismo montar coreografías para comparsas carnavalescas y bailes de quince años, que preparar la coreografía de “Don Quijote” o interpretar las “Variaciones Goldberg” de Bach. También debe poseer humildad y sencillez en cuanto al trato con las personas que formarán parte de su equipo de trabajo, con los medios de comunicación y con la gente en general. Es incongruente hacerse cargo de un evento que exalta a las manifestaciones humanas y comportarse como un burgués fantasioso, o el practicar el más espantoso clasismo elitista que únicamente ayuda a resaltar las inseguridades de una persona que no tiene el menor ápice cultural. Si el festival es para el pueblo ¿por qué hacer de él un foro para el protagonismo “yuppie-burgués” y la segregación clasista? Lo anterior también aplica para las personas que vayan a formar parte del equipo de producción, staff y relaciones públicas. Hubo personas del comité organizador que estuvieron presentes en todo momento y en todos los eventos, siempre al pendiente del desarrollo de las presentaciones y las ruedas de prensa. Jorge Pantoja, promotor cultural y fundador del tianguis Cultural del Chopo de la Ciudad de México, mantuvo una relación estrecha con los medios de comunicación; lo mismo que Xóchitl Mingüer, quien se aventó a asistir a cada escuela de la ciudad como fuera posible, para invitar a los estudiantes a que asistieran a las actividades.
En cuanto a los medios de comunicación –con excepción del Sistema Quintanarroense de Comunicación Social- sólo algunos seguimos de cerca el desarrollo del festival desde todos los aspectos. Un detalle importante que los jefes de información deben tomar en cuenta es cuidar de quién es la personan que mandan a cubrir una rueda de prensa. No es lo mismo entrevistar a un artista –de la categoría que sea- que entrevistar a un diputado o cualquier funcionario público, no falta aquel que pregunta sobre la megaescultura (como si la megaescultura fuera el ombligo del mundo artístico) a un artista como Oscar Chávez, al que no le ha de interesar en lo más mínimo la obra de Sebastián. Cronistas, periodistas culturales y reporteros que siempre han estado al pendiente del desarrollo cultural de la ciudad también estuvieron presentes para documentar los sucesos y muchos de ellos intercambiaron impresiones, de manera cordial y tolerante, como debe ser.
Regresando a los resultados del festival, este dejó un grato sabor de boca ¿por qué? Porque por fin se está haciendo algo para el pueblo y para la comunidad artística, no sólo la del estado sino también para los artistas del interior del país. Este festival debe realizarse de manera permanente, los futuros gobernantes no pueden ni deben hacerse oídos sordos ante la demanda del pueblo, de satisfacer la sed de conocimiento y entretenimiento que eduque. Antes de tirar el dinero en monumentos al ego falócrata, antes de abrir las puertas a la inversión extranjera, antes de construir Wal Marts, McDonalds y demás franquicias yanquis, hay que reforzar y reafirmar la cultura de nuestro país.
El Festival Internacional de Arte Chetumal Bahía es una excelente idea, con detalles positivos a superar y negativos por mejorar. Los artistas creadores e intérpretes necesitamos más espacios como estos. Pero sobre todo, el pueblo necesita más espacios para reafirmar su identidad cultural y sus manifestaciones artísticas. Esperamos por la segunda edición…

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