miércoles, octubre 26, 2011

Balbuceos de la política cultural


CHETUMAL.- A casi quince días de iniciar el tan esperado Festival de Cultura del Caribe, cabe reflexionar acerca de la situación actual de los artistas y creadores de nuestra ciudad y de todo el estado de Quintana Roo.
La realidad no es la misma para un creador plástico o un músico del sur del estado que para los que se desarrollan en Playa del Carmen o Cancún. Por tratarse de ciudades turísticas con una alta demanda de espectáculos y centros culturales a donde los visitantes extranjeros puedan conocer las manifestaciones artísticas de nuestra entidad, pareciera que la actividad sería de las más intensas en dicha zona; no obstante la situación económica ocasiona que algunos artistas e intérpretes del interior del país que decidieron adoptar al estado como su lugar de residencia tienen que emigrar a otras ciudades con mayor movimiento cultural y mejores oportunidades de trabajo, asegurando un puesto laboral en el área de su especialidad. Esta situación de migración por motivos laborales provoca que en el ámbito cultural queden vacíos en cuanto a proyectos artísticos se refiere.
Es así –por mencionar algo- como una compañía de ballet a la cual no se le destina el apoyo económico necesario para mantener a su personal (desde bailarines hasta coreógrafos, según el organigrama), amén de la continua preparación y condicionamiento físico. De la misma manera que el deportista se prepara para una justa deportiva, el artista profesional necesita mantener en constante movimiento sus músculos –el cerebro es el músculo más importante a desarrollar- dentro de un ambiente que le provea de ideas, el contacto con la sociedad, los acontecimientos, el enriquecimiento cultural, elementos que conforman la cosmovisión del creador artístico que más tarde desbordará en su obra.

Más importante que la preparación es el medio en donde se desarrolla: teatros, foros, talleres, aulas, la docencia, la investigación, la asistencia a puestas en escena, conciertos, “performances”, instalaciones y exposiciones plásticas y las opciones de alimento espiritual son muchas. Aunque el Internet pone el mundo al alcance de cualquier usuario, la sensación que se experimenta en un museo o sala de concierto no es la misma que apreciar la arquitectura moderna en fotografías o repetir el video de la interpretación en vivo de las “Folías españolas” tantas veces como plazca: el arte, como manifestación humana de la belleza de su espíritu, debe ser orgánica.
De modo que la realización de eventos como el Festival de Cultura del Caribe, son un oasis en el desértico ámbito de la cultura estatal.
Habrá que reflexionar también si la realización de estos festivales garantiza una apertura a los grupos artísticos locales que cumplan con el nivel para presentarse en semejante foro. Visto de una manera más práctica, para llegar a la cima de la cima hay que ascender una pendiente arriba llena de vicisitudes y carencias; el secreto de todo éxito radica en el trabajo diario.
Desafortunadamente no hay continuidad en los proyectos nuevos surgidos de una institución cultural y las escuelas de arte con las que cuenta el estado se limita a una preparación elemental, propiciando el conformismo con festivales regulares y de un nivel pobre tanto en infraestructura como en organización. Dicho de otro modo, se fomenta la sublimación sensiblera con festivales de tipo escolar en vez del goce estético que trascienda los niveles de la percepción en medio de lo cotidiano de la vida.
Por otra parte son admirables las exposiciones pictóricas de reciente montaje en las salas del Museo de la Cultura Maya, las cuales hablan de un movimiento pictórico en constante movimiento y con distintas maneras de abordar la realidad transformando lo cotidiano en una manifestación artística, siendo el gremio con mayor contacto con artistas del exterior.
Siempre se ha mantenido al teatro en un nivel casi “subterráneo” y del que pocas veces se escuche o lea alguna noticia relevante. Contrario a lo que se piense, los trabajadores del teatro mantienen la preparación artística aunque se desarrollen en otros ámbitos laborales y en la docencia. No existe la tradición teatral en Quintana Roo.
No hay que limitar los escenarios y los foros para la discusión de las ideas a un festival anual o a simposios universitarios sin la difusión adecuada (para que todos los interesados puedan asistir); el arte, como el amor, hay que hacerlo todos los días. Es necesario crear centros neurales donde cada manifestación artística local pueda desarrollarse, tomar los elementos que le otorgan una identidad que le permita desembocar en una obra de goce estético, nutrido de la riqueza cultural que sólo su entorno le puede ofrecer, además de la protección y seguridad del patrimonio cultural del estado.

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