lunes, abril 14, 2008

El cybersexo: ¿perversión o diversión?



Cybersexo, esa lúdica actividad en donde las mentes calenturientas dan rienda suelta a sus más oscuros deseos. Para algunos es una total pérdida de tiempo, el gasto de horas en tiempo real que se pueden aprovechar en construir relaciones humanas o en trabajo; para otros simplemente es diversión en la Internet. Otro sector califica al cybersexo como una perversión, la red se convierte en el refugio de los reprimidos del mundo real.
Pervertidos, lúdicos, calenturientos o simplemente, solitari@s en busca de la satisfacción de carencias afectivas, las personas que practican el cybersexo simplemente son seres humanos que viven en la era de la información, rodeados de otros seres humanos programados para realizar tareas determinadas y enriquecer a otro ser que ni recuerda su nombre. ¿Por qué habrá de extrañarnos una relación cybersexual con una máquina si al otro lado hay un ser maquinizado?
Todos, en algún momento de nuestra vida posmodernista ha practicado el cybersexo. Este nació con las salas de chat. Es muy fácil asumir una personalidad ficticia: “soy alto, con músculos, dotado, 20 centímetros, muy guapo, me parezco a (ponga el nombre de su actor o cantante favorito)”, “soy delgada, morena, cabello largo hasta la cintura, busto grande y mucha cadera”. Pues sí, cualquiera en la web puede ser Jared Leto o Shakira.
El cybrsexo es un encuentro virtual en el cual dos o más personas conectadas a través de una red informática se mandan mensajes sexualmente explícitos que describen una experiencia sexual. También es un tipo de juego de papeles en el cual los participantes fingen que están teniendo relaciones sexuales, describen sus acciones y responden a los mensajes de los demás participantes con el fin de estimular sus deseos y fantasías sexuales. La calidad de un encuentro de sexo virtual depende generalmente de la capacidad de los participantes para evocar una imagen vívida en las mentes de sus compañeros. Son así mismo claves la imaginación y la suspensión de la incredulidad (ante posibles contradicciones).
Se suele recurrir al sexo virtual para favorecer la masturbación o como introducción para una futura cita para tener relaciones sexuales en la vida real. El sexo virtual se distingue del sexo telefónico en que tiene un mayor anonimato y es más fácil encontrar una pareja. El sexo virtual suele darse entre desconocidos o personas que se acaban de conocer por Internet. De la misma forma se puede intentar emular el sexo real de forma que los participantes traten que la experiencia sea lo más verosímil posible, aunque también se puede considerar un tipo de juego de papeles que permite a los participantes, experimentar sensaciones inusuales o actos sexuales que no intentarían en la vida real. Entre participantes "serios", el cibersexo puede ser parte de una trama mayor: los personajes pueden ser amantes o cónyuges, o un personaje podría ser violado para dar comienzo a la historia. En estas situaciones, los participantes suelen considerarse entidades diferentes de los personajes que están teniendo las relaciones sexuales.
Se suele ridiculizar el cybersexo porque los participantes no suelen tener ninguna información sobre la persona con la que están hablando: la persona al otro extremo de la línea podría ser un hombre o una mujer. Como el objetivo principal del sexo virtual es la simulación realista de una experiencia sexual, esta información no suele ser necesaria ni deseada. De modo que todo esto se asemeja a lo que vulgarmente llamamos una “chaqueta mental”. Dicen que nadie sale lastimado pero hay quienes se clavan en la textura y pasan horas enteras en las salas de chat hasta terminar en terapias psicológicas. Los excesos acarrean consecuencias. Sin duda el cybersexo parece ser el remedio del siglo a horas de soledad compartida con los exploradores dactilares; recrear una relación sexual en el mundo virtual abre la posibilidad de crearse paraísos lúbricos donde todo se permite, aunque del otro lado no sea precisamente la persona que nos describen (para muestra, la escena de sexo virtual en la película “Closer”).
Un punto a favor del cybersexo es que no se corre riesgo de contagio alguno, ni siquiera un embarazo no deseado; permite a parejas ya consolidadas mantenerse en contacto a pesar de estar físicamente separadas. En relaciones que se ven interrumpidas por la separación geográfica, el sexo virtual puede tener la importante función de conservar la dimensión sexual de una relación en la que los miembros de la pareja se ven con poca frecuencia.
Pero lo cierto es que ni todos los megabytes de transferencia de archivos o una banda ancha sustituirán al intercambio de humedades y caricias bajo las sábanas o en espacios abiertos, en la intimidad de su casa y con la persona que amen o les atraiga.

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