viernes, octubre 31, 2008

Estudiantes de la Universidad de Quintana Roo levantan altar de muertos dedicado a los caídos el 2 de octubre de 1968

Hace un año hubo más altares. Hoy sólo hubo cinco, como si la resistencia a la intromisión ideológica extranjera ganara terreno sobre el nacionalismo y la tradición. Entre los cinco altares que se levantaron para el concurso realizado año con año en la Universidad de Quintana Roo, uno estuvo dedicado a los estudiantes caídos el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas.
El altar, planeado y construido por estudiantes de la carrera de Relaciones Internacionales, es uno de los que se realizaron de acuerdo a las características de los altares del centro del país. Recordemos que aunque en la península de Yucatán, los altares tienen sus características propias, en la universidad convergen estudiantes del interior de la república, además de tener ideas diferentes y hábitos definidos. Por eso es una universidad.
“La idea surgió por parte de todos. Desde hace tiempo nuestra generación está involucrada en todos los temas de la historia de nuestro país. Hace un año participamos con un altar dedicado a Emiliano Zapata, nos quedamos con las ganas de volvr a participar porque recibimos muchas felicitaciones y les gustoó que trascendiera la cultura y la historia. Creemos que no nada más es una tradición (la muerte) para representarla, festejarla o conmemorarla faltando a clases, hay que trascender. Este altar lo dedicamos a los estudiantes de 1968 porque también somos revolucionarios”, dijo Fernando Cano, uno de los estudiantes de Relaciones Internacionales.
A un costado del altar se instaló un “cuarto al aire libre”, con un escritorio y librero en cuyo interior se colocaron libros marxistas, un disco de John Lennon, la foto del Ché Guevara y un disco de Franck Sinatra; sobre el escritorio, una bandera rojinegra, una botella de cerveza, unas gafas de sol y más libros y cuadernos: era la recamara de un estudiante revolucionario, algo casi extinto en estos días, en que todo estudiante es, sin vergüenza, consumidor globalizado y alienado.
“Creemos que el mensaje de la revolución es intelectual”, continúa Fernando, “lo que ellos querían era igualdad y justicia, respeto a sus derechos, hoy en día sólo sabemos que los mataron pero no sabemos cuál es la cifra oficial.”
El tema del altar se decidió entre ellos. Se pensó dedicarlo a El Santo (el enmascarado de plata), Tin tán, Cantiflas y otros personajes de la cultura popular mexicana. “Debido a que este año se conmemoran 40 años de la matanza, tuvo un doble significado” añade Sol Moure, “además de que levantamos el alatar para celebrar la cultura de nuestro país, con la cobertura de la cultura que tenemos a la mano (sic) que es un país rico en cultura. Entonces trajimos la del centro para que la conocieran acá y nos entendamos. Además de que es un recordatorio cultural, quisimos darle un mensaje social para recordar la historia contemporánea de nuestro país, que llega a nosotros en forma de ideas. Si no somos nosotros los mismos estudiantes universitarios que recordamos el 2 de octubre, ¿quién lo va a hacer?, el lema de ‘dos de octubre no se olvida’, pues hay mucha gente que lo ha tratado de acallar y olvidar, y nosotros, como generaciones póstumas de lo que fue”.
Todos los movimientos culturales son letra y voz muerta en la actualidad, esto debido a la globalización ideológica en la que se sumergieron los más jóvenes. Por la calle deambulan chiquillos con playeras incitando a la anarquía sin tener la menor idea de lo que se trata. Por otra parte, la invasión cultural extranjera interminable parece ganar terreno con su halloween insípido y falto de misticismo como nuestra celebración del Día de Muertos. Hay muchas maneras de recordar a los muertos, pero un altar simboliza el total respeto a su memoria y la celebración de la vida. Las ideas nunca mueren y la memoria no perdona fácilmente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y este año será sobre los muralistas, que no está de más recordar un movimiento artístico (y social) originariamente mexicano (como nuestros altares, sí señor).

Saludos,

Sol.