CHETUMAL.-
A casi quince días de iniciar el tan esperado Festival de Cultura del Caribe,
cabe reflexionar acerca de la situación actual de los artistas y creadores de
nuestra ciudad y de todo el estado de Quintana Roo.
La
realidad no es la misma para un creador plástico o un músico del sur del estado
que para los que se desarrollan en Playa del Carmen o Cancún. Por tratarse de
ciudades turísticas con una alta demanda de espectáculos y centros culturales a
donde los visitantes extranjeros puedan conocer las manifestaciones artísticas
de nuestra entidad, pareciera que la actividad sería de las más intensas en
dicha zona; no obstante la situación económica ocasiona que algunos artistas e
intérpretes del interior del país que decidieron adoptar al estado como su
lugar de residencia tienen que emigrar a otras ciudades con mayor movimiento
cultural y mejores oportunidades de trabajo, asegurando un puesto laboral en el
área de su especialidad. Esta situación de migración por motivos laborales provoca
que en el ámbito cultural queden vacíos en cuanto a proyectos artísticos se
refiere.
Es
así –por mencionar algo- como una compañía de ballet a la cual no se le destina
el apoyo económico necesario para mantener a su personal (desde bailarines
hasta coreógrafos, según el organigrama), amén de la continua preparación y
condicionamiento físico. De la misma manera que el deportista se prepara para
una justa deportiva, el artista profesional necesita mantener en constante
movimiento sus músculos –el cerebro es el músculo más importante a desarrollar-
dentro de un ambiente que le provea de ideas, el contacto con la sociedad, los
acontecimientos, el enriquecimiento cultural, elementos que conforman la
cosmovisión del creador artístico que más tarde desbordará en su obra.
Más
importante que la preparación es el medio en donde se desarrolla: teatros,
foros, talleres, aulas, la docencia, la investigación, la asistencia a puestas
en escena, conciertos, “performances”, instalaciones y exposiciones plásticas y
las opciones de alimento espiritual son muchas. Aunque el Internet pone el
mundo al alcance de cualquier usuario, la sensación que se experimenta en un
museo o sala de concierto no es la misma que apreciar la arquitectura moderna
en fotografías o repetir el video de la interpretación en vivo de las “Folías
españolas” tantas veces como plazca: el arte, como manifestación humana de la
belleza de su espíritu, debe ser orgánica.
De
modo que la realización de eventos como el Festival de Cultura del Caribe, son
un oasis en el desértico ámbito de la cultura estatal.
Habrá
que reflexionar también si la realización de estos festivales garantiza una
apertura a los grupos artísticos locales que cumplan con el nivel para
presentarse en semejante foro. Visto de una manera más práctica, para llegar a
la cima de la cima hay que ascender una pendiente arriba llena de vicisitudes y
carencias; el secreto de todo éxito radica en el trabajo diario.
Desafortunadamente
no hay continuidad en los proyectos nuevos surgidos de una institución cultural
y las escuelas de arte con las que cuenta el estado se limita a una preparación
elemental, propiciando el conformismo con festivales regulares y de un nivel
pobre tanto en infraestructura como en organización. Dicho de otro modo, se
fomenta la sublimación sensiblera con festivales de tipo escolar en vez del
goce estético que trascienda los niveles de la percepción en medio de lo
cotidiano de la vida.
Por
otra parte son admirables las exposiciones pictóricas de reciente montaje en
las salas del Museo de la Cultura Maya, las cuales hablan de un movimiento
pictórico en constante movimiento y con distintas maneras de abordar la
realidad transformando lo cotidiano en una manifestación artística, siendo el
gremio con mayor contacto con artistas del exterior.
Siempre
se ha mantenido al teatro en un nivel casi “subterráneo” y del que pocas veces
se escuche o lea alguna noticia relevante. Contrario a lo que se piense, los
trabajadores del teatro mantienen la preparación artística aunque se
desarrollen en otros ámbitos laborales y en la docencia. No existe la tradición
teatral en Quintana Roo.
No hay que limitar los escenarios y los foros para la discusión de las
ideas a un festival anual o a simposios universitarios sin la difusión adecuada
(para que todos los interesados puedan asistir); el arte, como el amor, hay que
hacerlo todos los días. Es necesario crear centros neurales donde cada
manifestación artística local pueda desarrollarse, tomar los elementos que le
otorgan una identidad que le permita desembocar en una obra de goce estético,
nutrido de la riqueza cultural que sólo su entorno le puede ofrecer, además de
la protección y seguridad del patrimonio cultural del estado.
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