"La juventud es el tiempo de estudiar la sabiduría, así como la vejez es el tiempo de practicarla." Jean-Jaques Rousseau
“También hay fanáticos que conservan la sangre fría, pertenecen a esa clase los jueces que sentencian a muerte a los que no han cometido más crimen que el de no pensar como ellos... Las leyes y la religión, en vez de ser para ellas (las costumbres humanas) un alimento saludable, se convierten en veneno en los cerebros infectados." Voltaire
“También hay fanáticos que conservan la sangre fría, pertenecen a esa clase los jueces que sentencian a muerte a los que no han cometido más crimen que el de no pensar como ellos... Las leyes y la religión, en vez de ser para ellas (las costumbres humanas) un alimento saludable, se convierten en veneno en los cerebros infectados." Voltaire
ADEVERTENCIA: LAS IMÁGENES UTILIZADAS EN ESTE ARTÍCULO SON PARA EJEMPLIFICAR EL GRADO DE INTOLERANCIA DE LOS NAZIS (MUY PARECIDO A LA DE LOS INTOLERANTES ACTUALES), ESPERO SE LES CAIGA LA CARA DE VERGÜENZA. GRACIAS.
Al grano. Recientemente se han publicado noticias de las agresiones hacia grupos juveniles denominados “emos” en ciudades de la república como Durango, Querétaro, Jalisco y el Distrito Federal. Aunque vivamos en Quintana Roo (o en Yucatán) no podemos desligarnos de lo que sucede en el interior del país ya que, tarde o temprano hay consecuencias (eso del nativismo es como de la época de las cavernas y ya somos una sociedad “avanzada”) y por lo que leí en el número de hoy -en Por Esto de Quintana Roo, claro está- en Cancún comienza a flotar la nube gris de la intolerancia.
Todo comenzó con una convocatoria en un blog donde se citaba a todos (ya sea punks, rastas, rockers, quienes fuera) a agredir y golpear a los “emos” de la Plaza de Armas en al ciudad de Querétaro el pasado 15 de marzo; ¿pretexto? Recuperar un área común que supuestamente había sido invadida por dicho grupo. En You Tube circularon muchos videos mostrando las agresiones cometidas en Querétaro. No faltaban los gritos de “¡quiere llorar quiere llorar!” y las patadas bien acomodadas. Tales imágenes me remitieron a aquellas fotografías donde grupos Nazis humillaban a los judíos en las calles; quizá la analogía no sea adecuada pero vaya, los Nazis son el más grande ejemplo de intolerancia (igual que los fundamentalistas religiosos, los panistas, perredistas y cualquier ista existente).
Pero, ¿qué es una tribu urbana? Una tribu urbana es una subcultura que se origina y se desarrolla en el ambiente de una urbe o ciudad. Aunque el neologismo de tribu urbana no implica nada acerca de la edad, el autor norteamericano Ethan Watters define tribus urbanas como grupo de personas solteras con intereses comunes que disfrutan de un mismo estilo de vida urbano. Así, las tribus urbanas son grupos de personas (mayormente jóvenes) cuyas asociaciones están basadas en un mismo estilo de vida o actividades. También son el resultado de las personas que se dividen de la sociedad y forman grupos urbanos.
En diversos diarios de circulación nacional se publicó que la UNAM presentó estudios que revelan que el 40 por ciento de los “emos” presentan tendencias suicidas, además de que no se puede considerar a este grupo como una tribu urbana debido a que no tienen una propuesta ideológica y representan un grupo de riesgo.
Lo mismo se dijo de los punks y de los hippies. Llama la atención que la intolerancia hacia un determinado grupo juvenil haya salido a flote precisamente en el momento en que el país es gobernado por una ideología derechista y ultraconservadora. A diferencia de los rastafaris, los capoeira, los hippies, los punks y los rockers que se reúnen en parques o en lugares cerrados donde pueden intercambiar objetos e ideas, a los “emos” los puedes encontrar en los centros comerciales, en paz y sin agredir a nadie, pero siempre en un centro comercial. ¿Moda o ideología del nuevo siglo? El tiempo nos dará la respuesta y entonces sabremos la verdad detrás de la actitud y el estilo de vida de esta “tribu urbana”.
Personalmente no comulgo con los “emos” pues pertenezco a otra generación, la X si así se quiere ver, pero que en su momento fue el centro de atención de los sociólogos y hasta de los mercadólogos. Ahora bien, México se caracteriza, no solo por su enorme atraso educativo, sino también por su gran intolerancia hacia las etnias indígenas o a las personas de la clase más baja de la sociedad. La gente bien jamás se mezclará con un “naco” aunque probablemente ya se haya sentado a lado de uno con aspecto de “ejecutivo yuppie” en algún bistrot.
Por mucho que se grite que la intolerancia no debe imperar en México, la realidad es que México es uno de los países más racistas e intolerantes después de Estados Unidos e Inglaterra.
Recordemos que el sentido de pertenencia es un estado mental natural en el ser humano durante sus primeros años de vida (la adolescencia) y tarde o temprano, el “hippie” se integra al sistema, el “punk” tendrá que trabajar y adquirirá responsabilidades, y de la misma manera, al “emo” le caerá el veinte de que la vida sigue, con o sin él y no habrá más remedio que guardar las playeras talla “CH” y cambiará su atuendo para tomar un trabajo que le ayude a sobrevivir en este mundo asesino y sin más esperanza que una muerte segura (sonó “emo”, lo sé, pero hay que ser realistas en sentido crítico).
La intolerancia es un signo de atraso cultural. Se puede convivir en paz y armonía siempre y cuando no se llegue al punto de ver “qué tribu urbana es mejor” porque nada ni nadie es mejor, simplemente cada quien y cada cual tiene características diferentes y definidas. Esto es un tema que podría llevarnos mucho tiempo en debrayar y jamás llegaremos a una respuesta universal.
La mejor manera de acabar con la intolerancia es acercarse a aquello que nos provoca repulsión y conocerlo, y a los otros les recomiendo que dejen el hermetismo para que los puedan conocer. Respeto ante todo.