CHETUMAL.- Luego de
diez años desde su cancelación y en los que hubo otros festivales que no
lograron cumplir con las expectativas, finalmente se realizó el Festival de Cultura
del Caribe 2011 en diferentes sedes de los diez municipios del estado. Tal y
como se anunció al inicio de la nueva administración estatal, dicho festival
volvería para quedarse con el objetivo de colocar a Quintana Roo dentro del
escenario cultural internacional, además de atraer al turismo y reactivar la
actividad económica local. En efecto, la realización de este festival viene bien
ya que un amplio sector de la sociedad lo demanda con la esperanza de que se
convierta en una tradición anual.
Del 13 al 19 de
noviembre Chetumal recibió la obra de artistas de Venezuela, Haití, México y
fue escenario de espectáculos musicales de artistas como Eugenia León, Arturo
Sandoval y Byron Lee, entre otros, en tanto que el Museo de la Cultura Maya y
la Universidad de Quintana Roo sirvieron como auditorio para las voces del
Caribe y la zona maya con las Jornadas Literarias. El Cine Club de la Casa de
la Cultura de Chetumal exhibió algunas cintas de Venezuela y México y en el
Teatro Constituyentes del 74 se presentaron dos conferencias de carácter
musical impartidas por Jaime Almeida y el maestro Enrique Jiménez López,
respectivamente. Hubo poca actividad teatral aunque en Cancún se realizó la
Muestra Estatal de Teatro.
Todas las actividades del
programa se llevaron a cabo excepto una, la conferencia “Cosmovisión maya” de
Edgar Coyoy Ordoñez, programado para el día martes 15 de noviembre a las 9 de
la mañana en el Museo de la Cultura Maya. Hubo gente que llegó puntual a la
cita y salió muy molesta debido a la cancelación de la conferencia y
especialmente, a la falta de atención por parte del staff quienes no supieron dar información acerca de cambio de fecha
y horario para esta actividad.
La programación de
actividades sufrió cambios de último momento, razón por la cual esta no pudo
distribuirse en formato impreso con días de anticipación, y la gente ya
preguntaba por la programación final. El público no tuvo acceso a esta sino
hasta un día antes de la inauguración.
En este sentido, dicha
programación fue cuestionada por la gente involucrada en el quehacer artístico
y el público en general y fue poco comentada entre los medios de comunicación,
limitándose a la difusión de las actividades de manera oficial. En realidad las
actividades no acapararon la atención de los medios de comunicación
especializados en temas culturales y sociales –sociales en el término académico
de la palabra y no de “las caras bonitas”- mientras que el sector joven de la
población mostró poco interés y total apatía hacia el resto de las actividades
académicas o las exhibiciones plásticas. De este modo fue notable la asistencia
de niños estudiantes de primaria y secundaria, así como de jóvenes estudiantes
de bachillerato “acarreados” con el pretexto de “puntos extra” en la
calificación final del semestre.
Las exposiciones de
trajes regionales, la muestra de timbres postales o la exhibición de artistas
descalzos de Haití no atrajeron la atención e interés del público chetumaleño.
Recintos como el Poliforum Cultural “Rafael E. Melgar”, las salas de exposición
del Museo de la Cultura Maya y el Paseo del Arte lucieron vacíos durante la
jornada.
Recordemos que Chetumal
es una “ciudad burocrática” con horario de trabajo de ocho de la mañana a cuatro
de la tarde. Todas las actividades del Festival se realizaron en horas de
trabajo y de clases; los estudiantes universitarios están poco habituados a
asistir a jornadas académicas externas, a menos que les resulte interesante u
obtengan una calificación en el semestre. ¿Qué podía ofrecer a los jóvenes
universitarios un programa limitado a lectura de obras, presentaciones de
libros y un taller de creación literaria cuando los mismos jóvenes no son
capaces de leer una página entera de cualquier libro? ¿Acaso en Chetumal no se
realizan lectura de obras y presentaciones de libros con los “Miércoles de
autor” que fue necesario aprovechar el foro del festival? ¿Por qué meter tantos
“eventitos” y aprovechar la Muestra Estatal de Teatro tan solo para engordar
una programación que a último minuto se armó a toda prisa y no se organizó con
mucho tiempo de antelación?
Hizo falta la presencia
de autores destacados, amén de los creadores locales sobresalientes y que se
mantienen en activo, pero no hubo ninguno con el poder de convocatoria que
otorgara un sello memorable al FEstival.
En comparación con las
actividades efectuadas en Cancún, Chetumal se quedó con lo mismo de siempre:
encuentros literarios atractivos para unos cuantos lectores, presentación de
bailes folklóricos con dos grupos distintos presentando el mismo espectáculo; un
escenario adyacente al escenario principal en la Explanada de la Bandera, muy
mal sonorizado e iluminado de manera pésima. El miércoles 16 de noviembre se
presentaron los grupos Skuadron 16, Korto Circuito, Hierba Santa, Chan Santa
Roots y Kesse Kesse, grupos chetumaleños, en un escenario adyacente al
principal, instalados en la Explanada de la Bandera. Las deficiencias técnicas
se notaron durante el desarrollo del concierto y los músicos locales,
visiblemente molestos, continuaron con su actuación hasta el final. Entre los
músicos trascendió el comentario de que hubo malos tratos hacia ellos por parte
de la organización quienes pretendían recortarles el tiempo de participación, aunque
nadie lo confirmó por temor a represalias traducidas en el recorte de espacios
y foros o la censura de la cultura institucionalizada. El total menosprecio hacia
las bandas musicales de Chetumal es el cáncer del desarrollo musical y
artístico local, afectando a quienes no están alineados a las políticas de la
Secretaría de Cultura y aplican la visión hegemónica cultural de una clase social
que no considera a los jóvenes como un sector de la población consumidora de
arte y cultura y como fuente creadora de propuestas novedosas, sino como una a
la que hay que negarle el acceso a becas artísticas y programas de desarrollo
cultural.
La opinión de una
asistente durante la presentación del trompetista Arturo Sandoval fue que una
parte importante del Festival “es que la gente que pudo asistir a las
presentaciones en la Explanada, se levante a bailar y se divierta”. La segunda
opinión de la misma persona fue que durante un festival de este tipo, espera
terminar con una sonrisa en su rostro después de ver un espectáculo como el de
Arturo Sandoval; espera también conocer, sentir cosas, conocer las formas y las
manifestaciones distintas e intercambios culturales. Sin embargo, reconoció,
esto no lo encontró en ningún momento.
Según el diccionario de
la Real Academia Española, Cultura es el conjunto de modos de vida y
costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico,
industrial, en una época, grupo social, etc. Desde el punto de vista
antropológico la cultura es el conjunto de elementos de índole material o
espiritual, organizados lógica y coherentemente que incluye los conocimientos,
las creencias, el arte, la moral, el derecho, los usos y costumbres, y todos
los hábitos y aptitudes adquiridos por hombres y mujeres en su condición de
miembros de la sociedad.
Cabe reflexionar si
nuestra entidad conserva su cultura o se ha adaptado a los tiempos actuales
presentando nuevos sincretismos hacia la consolidación de la identidad
quintanarroense, o si la hegemonía cultural de un sector de la sociedad
interesada más en los ídolos nacidos de “La Voz México” que en el desarrollo
cultural de una sociedad caribeña instruida y orgullosa de sus raíces. También
merece la pena revisar los objetivos reales del Festival de Cultura del Caribe,
buscar una inversión que permita organizar y llevar a cabo un programa sólido,
sin alteraciones de último minuto y equilibrado en cuanto a disciplinas
artísticas y académicas se refiere, y hecho con la calidad que el público
merece. No se puede dejar la organización de un festival de esta magnitud en
manos de gente sin visión social de la cultura. Un sondeo entre la sociedad
convendría para la futura organización de este evento.
Pero lo más importante de todo es que el Festival de
Cultura del Caribe perdure y se convierta en uno de los eventos más esperados
del año en nuestro estado. Como todos los proyectos que se emprenden, el
Festival aún tiene un largo camino por recorrer y seguramente con el trabajo,
coordinación y apertura a todas las formas de expresión cultural, puede llegar
a convertirse en un festival a la altura del Festival Internacional Cervantino
o el propio Festival de Jazz de la Riviera Maya.
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