CHETUMAL.- En su cubículo de la sala de maestros de la Universidad de Quintana Roo, Javier España trabaja rodeado de viejos amigos: libros de poesía, de Filosofía, de Derecho y algunos objetos muy particulares que complementan el espacio personal del poeta.
Originario de Chetumal, Quintana Roo, Javier Omar España Novelo es licenciado en derecho por la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Yucatán y estudió la maestría en psicopedagogía de la educación en la Universidad de La Habana, Cuba.
Este autor ha publicado las obras Tras el biombo, Siempre es tarde, Travesía de fuegos perseguidos, Pronunciar de ofrendas, Tributo del viandante, Agonía de las máscaras, Tierra recién nacida, Azul deseo de la esfinge, El flamenco y otros versos, Neblina para cegar ángeles y La suerte cambia la vida, entre otros trabajos editoriales.
Su obra literaria ha sido merecedora del Premio Especial de Literatura “Antonio Mediz Bolio”, otorgado por el gobierno de Yucatán y el Instituto de Cultura del mismo estado, por el poemario Presencia de otra lluvia, publicado en 1987. En el año 2004, la obra La suerte cambia la vida lo hizo acreedor al Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, convocado por la Fundación para las Letras Mexicanas. Actualmente es docente en la Universidad de Quintana Roo.
Javier España nos recibe cordial y pide unos minutos mientras trabaja en unos pendientes. Poco después termina y sonríe para dar paso a la charla. Se muestra sereno y con una amabilidad que se antoja encontrar cada mañana. Comenzamos por el principio de todo, los inicios literarios en la niñez, el nacimiento de una estrecha relación con los libros y el amor por las historias.
“Yo creo que me benefició mucho el entorno familiar, mi padre fue un profesor de secundaria, era maestro de Literatura, de Español. Él acostumbraba a decir que un profesor no puede entrar en un aula hablando de fragmentos de libros que no ha leído. Entonces tuve contacto con libros, una lectura hasta rigurosa porque era leer libros del Siglo de Oro español. A lo mejor no comprendía muchas cosas que leía pero sí pude tener al alcance libros que son muy importantes para mí. También tuve la suerte de leer libros que todos, mi ídolo era Sherlock Holmes, casi toda la literatura de Julio Verne. Esto fue aquí en Chetumal. Luego me fui a la preparatoria en la ciudad de Mérida y soy licenciado en Derecho. Digamos que por azar también fui conociendo jóvenes que leían, tal vez no de manera muy rigurosa pero sí había manera de compartir las lecturas. También eso influye para que yo fuera conociendo más gente que eran mis profesores, y coincidió, yo creo que el azar ayuda, ¿no? Coincidió que ese año 78 o 79 que estaba yo en la carrera de Derecho, se abre el taller literario de la UADY. Eso fue fundamental. Y encontré escritores como Joaquín Bestard, creador junto con Roger Campos Munguía, un narrador y un poeta, ellos nos disciplinaron a leer, ya con más orden de acuerdo a tus propias preocupaciones, incluso pedían que escribieras sobre la muerte, te inducían ciertas lecturas. Eso fue importante. Y coincidió también con la aparición de otros talleres literarios; el taller de la Normal Superior, que aunque yo no estudiaba en la Normal Superior yo iba al taller. Había otro taller que antes se llamaba FONAPAS. Estuve en todos. Eso me relajó un poquito de mi estudio.”
---¿Cómo combinaste la actividad literaria con tu carrera profesional?
--Fue bien difícil porque la exigencia para un estudiante matriculado es permanente, además en aquel entonces la enseñanza era muy convencional, muy tradicional, había que memorizar los textos, la teoría, no podía faltar una palabra con sus comas, era muy difícil para mí. Entonces entré a otro canal como es la literatura, en dónde encontraba yo el arte, la expresión abierta, otro tipo de significados. Tuve la suerte de que mis padres aún me apoyaban mucho económicamente. Mi padre no me presionaba. Veía que yo terminaba mis estudios y comencé a publicar en revistas. Mi primera publicación la hago en el 87, casi nueve años después de entrar a talleres literarios. Tuve muchas reservas para publicar porque, como suele sucederme, a veces siento que nunca está listo un texto. Hay gente que me dice ‘oye, escribes muchos libros’ y son como tres o cuatro, son libros que he trabajado desde años atrás. Hubo un año en que publiqué como cuatro libros, pero eran libros que tenían diferentes tiempos atrás, siete, cuatro años. Entonces sí tengo muchas reservas para publicar, por eso trato de transmitir esta preocupación a todas las personas que trabajan conmigo en los talleres, que no se apresuren para publicar, no tienen que ser tan obsesivos en ese sentido de que hay que crear una obra maestra. Yo creo que un texto debe que tener todas las exigencias, el lector de un texto debe ser primeramente su propio autor, pues debe ser la aduana más difícil, porque finalmente es un producto, es un objeto, por eso yo trabajo mucho mis poemas, trato de trabajar mucho los versos, que logre lo que yo quiero decir. La forma es bien importante.
---¿Cuáles han sido tus influencias para escribir?
---He tenido mucha suerte. Mi hermano Jaime también es licenciado en Derecho y al mismo tiempo tiene inclinación hacia la literatura, es un lector de filosofía. Entonces yo empecé a leer filosofía. Eso ha sido fundamental para mí. No es con la intensión de que tenga un fondo filosófico, pero sí sé que hay una coincidencia a veces en el plano poético y en el plano filosófico. Y digamos que la fortaleza de esta convicción es a raíz de que empiezo a leer a Ramón Xirau. Precisamente hay un libro clave que se llama Poesía y conocimiento,que cuando uno lo lee parece que él está dando esta definición de lo que acabo de hablar, de que el plano filosófico y poético se cruzan y son lo mismo, y cita textos de Platón que son muy poéticos. Además, por ejemplo, la Divina Comedia, que supuestamente es un texto poético y tiene un contenido filosófico. Estoy con esa convicción, no es escribir filosofía con verso, yo creo que la poesía tiene diferentes tonos, sí creo que sea un canto como decía (Octavio) Paz, pero el canto tiene tonos graves, agudos; y mi poesía no es muy festiva, o sea, nunca la van a declamar en los colegios (risas), pero sí hay una intensión de armonía musical. Puede ser un texto que puede llevar otro tipo de connotaciones cuando lo estás leyendo, pero la primera propuesta que es el sonido, la cuido muchísimo. Y me abrí. También yo leo lo que sea, a raíz de la experiencia compartida con Roger Campos Munguía, que es un lector omnívoro; lee hasta sobre aves. La última vez que lo vi estaba leyendo cosas sobre venenos. En mis textos tengo muchas referencias sobre la alquimia y últimamente he escrito mucho sobre los perfumes.
---¿Los tiempos actuales influyen en tu obra literaria?
---Sí, pues uno no puede dejar de ser un hombre de su tiempo histórico. Precisamente hay un libro que se llama Pronunciar de ofrendas, que escribí en 1994, donde hay poemas que escribo cuando era un poco más joven y hay poemas donde se nota la crítica social, el desprecio a veces a la autoridad y mucho de esto digamos que se vuelve más racional. Yo creo que hay niveles en la literatura social, niveles de compromiso. Pero creo en la postura poética de la estética social al estilo de José Emilio Pacheco; él hacía una crítica de la humanidad.
---¿Crees que surja un grupo de poetas que escriba sobre el momento que se vive en el país?
---Los hay, creo que los hay, porque la violencia se traduce en muchas cosas. Lo que nosotros vemos en las calles se traduce en otro tipo de violencia, directamente a lo mejor no sufre uno de estos delitos o los atropellos, esas injusticias, pero el hecho de estar inmersos en esta sociedad, obviamente toca a las palabras. Ya no cuesta nada a veces escribir una palabra poética porque todo esto se va. No es raro ver hasta en una reunión académica se discuta, traemos eso desde afuera. Sí, yo creo que se están escribiendo textos así, las novelas son muy fuertes. Estuve en un coloquio de literatura infantil y no coincidía yo con las propuestas. Un libro para niños habla de un niño que tiene miedo, que es inseguro ante tener acercamiento amoroso una la niña, que tiene miedo a hablarle, que teme a la oscuridad si habla de la muerte de sus abuelos. El mundo está en todos lados. Hablaban, por ejemplo, de una literatura para niños en la que el niño debe recuperar la ternura. La ternura está ahí, está en él pero también está el mundo en su vida. Entonces, cuando se escribe esta poesía para niños tienen que aparecer estas palabras. Acabo de escribir otro libro para niños, hay momentos en que habla “yo soy la voz lírica”, soy el niño, o “de pronto hay un niño que golpea a mi puerta y está pidiendo limosna”. También cuenta que hay gente que está durmiendo debajo de una banca de un parque. La realidad se traduce en todas las acciones humanas.
---Como maestro de talleres y que has trabajado con jóvenes, que tienen mucha apatía hacia la lectura y no tienen hábitos de lectura, ¿cómo trabajas con ellos para adquirir este hábito?
---Yo creo que hay políticas y estrategias erradas. No creo que funcione, con el respeto de muchos compañeros, no creo que funcione organizar foros y llevarle los libros a la gente; yo no creo que la literatura entre como lector, sino que en primera instancia lo que tienen que descubrir las personas es que son capaces de decir cosas del mundo, y primeramente tienen que sentir que lo pueden hacer aún sin palabras escritas, de manera oral. Creo que el gran obstáculo de ligar un texto con lo que habla el lector es que la gente cree que ese es un lenguaje ajeno al lenguaje cotidiano, entonces lo que yo hago en mis talleres es decir que traigan sus libros de preceptiva. Uno no conoces las cosas así, o sea uno dice ‘a mí me gusta tomar jugo de naranja y no porque lo leí cómo se hace el jugo de naranja y de dónde viene el cítrico, sino lo probé una vez, me gustó y forma parte de mi’. Igual tiene que ser con los libros. Entonces, cuando uno puede, con algún tipo de estrategia a veces hasta un poco lúdica, puede elaborar una imagen o una metáfora y con esto que acabas de hacer es lo que hace ‘fulanito’ que escribió este libro y que se llama Pablo Neruda y que es un premio Nobel y resulta que tú puedes hacerlo. La idea de acercar a la gente a los libros es ver que lo que dicen los libros no es ajeno a la gente. Nosotros llegamos con el libro y el libro de por sí hasta como objeto es muy solemne, tiene una pasta dura y metafóricamente significa un obstáculo; tiene pasta dura, letras chicas, todo eso es como códigos indescifrables. Hay niños que están desesperados por aprender a leer, pero lo hacen porque tuvieron la experiencia previa de conocer el lenguaje. Entonces, si tú revisaras toda la teoría que yo manejo en los talleres literarios no tiene ni una cuartilla; manejamos media página. Todo el aparato pedagógico asusta a cualquiera si uno entra a veces en el aula a enseñar literatura como para que la odien. Tampoco creo que se llegue a la literatura a través de las disecciones. Se pierde la degustación.
Javier España prepara un libro para niños con ilustraciones que el propio autor hizo de manera figurativa.
“Es un libro diferente, es un libro con niños que hablan con otros niños. Lo que pasa es que los niños hablan cada vez menos entre ellos. Estamos hablando de valores y todas esas cuestiones de carácter social, ya de por sí el niño no socializa, entonces está grave. Los niños ya no hablan, están con sus máquinas, en sus iPads, en el celular, es increíble (lo dice con un aire desesperanzado), he visto que hablen dos niños frente a frente con un celular. La intención es que en este libro haya dos voces. En mi primer libro para niños sólo hay una voz; ahora es un niño, yo calculo como de doce años, y otro niño, que puede ser una niña de cinco años, dos planos muy diferentes a pesar de que todavía son niños. Entonces hago que haya una comunicación y que la visión de un niño o una niña de cinco años, del mundo, sea diferente de adolescente. Ese es el libro que voy a sacar. Hay una exigencia para un niño, pero es que un niño tiene que leer un texto. Hay que sacar a los grillitos, no puedes hacer una caricatura de un animal si de por sí el animal en sí mismo es bello, yo no sé por qué habría que caracterizarlo como un ‘humanito’”
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