sábado, noviembre 11, 2006

Tres versiones para cada historia: La Guerra entre México y los Estados Unidos (1846 – 1848). (Sexta parte)

“La verdad nunca puede decirse de tal forma que sea comprendida y no ser creída.” William Blake, Las bodas del Cielo y el Infierno. (1793).

Continuamos con los protagonistas del frente yanqui

El presidente John Tyler.- John Tyler nació en 1790 en la región de Tidewater, Virginia. Fue abogado y político de carrera en su estado natal y en las dos cámaras del Congreso. Como senador de Estados Unidos, en la década de 1830, Tyler se opuso a Jackson y a su facción y encontró un lugar difícil en la emergente jerarquía Whig. Tuvo éxito como candidato a vicepresidente junto con William Henry Harrison, apodado “Old Tippecanoe”. Cuando Harrison murió tras haber estado sólo un mes en el cargo, Tyler asumió la función de presidente y se involucró en lo que se llamaría la “Cuestión de Texas” (Texas Question).
La división generada por el problema de la esclavitud impedía conseguir un consenso político en la nación y, como consecuencia, la fácil anexión de la República de Texas. Sabiendo Tyler perfectamente bien que no sería reelecto, se dedicó, mientras ocupó el cargo, a maquinar varias maniobras políticas para anexar Texas a Estados Unidos, un objetivo cuyo logro consideraba muy benéfico para Estados Unidos. Cuando en 1844 su propuesto Tratado de Anexión Conjunta fracasó de manera abrumadora en el Senado, Tyler llamó a una resolución conjunta del Congreso. Esta acción, que sólo requería una mayoría simple en cada Cámara, tuvo éxito.
Provisto de dicho mandato por escrito y con los texanos ansiosos por incorporarse a la Unión, Tyler envió representantes a México para explicar la posición de Estados Unidos, pero tuvo una fría recepción. Aún así, el 1 de marzo de 1845, Tyler suscribió la legislación necesaria y despachó una nota diplomática a Texas en la que le ofrecía la anexión a Estados Unidos. Tyler dejó este asunto en manos de su sucesor en la presidencia, James K. Polk, pero continuó su actividad política en Virginia. Cuando los problemas entre las diferentes facciones hundieron a la nación en la guerra civil en 1861, Tyler trató infructuosamente de mediar para llegar a una solución pacífica. Imitó la postura de su estado natal y se unió a la Confederación e incluso ganó la elección para entrar al Congreso, pero murió en 1862 antes de poder asumir el cargo.

El general Zachary Taylor, o “Old Rough and Ready” —el Tosco— para sus tropas, era originario de Virginia, pero por adopción de Kentucky. Nacido en 1784, había logrado cierta prominencia nacional como oficial del ejército en la guerra de 1812 y en las campañas contra los indios seminolas en la década de 1830. El presidente James K. Polk ordenó al general de brigada de 62 años que dirigiera un ejército de 3,500 hombres hacia Texas para asegurar el estado recientemente anexado, y con el aumento de las tensiones entre Estados Unidos y México, le ordenó establecer una base fortificada cerca de la desembocadura del río Bravo. Las hostilidades comenzaron a finales de abril y comienzos de mayo, y Taylor llevó a las fuerzas mexicanas de la región a una serie de batallas intensas que le valieron el ascenso a general de división. Taylor lentamente persiguió a los mexicanos derrotados hacia Monterrey, México, y tomó esa importante ciudad en septiembre de 1846.
Cuando México rechazó las propuestas de paz de Estados Unidos, el presidente Polk ordenó a Taylor que mantuviera su posición en el norte de México mientras el general Winfield Scott se llevaba la mayor parte del ejército de Taylor y más de 10,000 refuerzos para tomar la Ciudad de México por medio de un desembarco en Veracruz.
Taylor, que se había quedado con un ejército de menos de 5,000 hombres, formado principalmente por voluntarios sin experiencia, enfrentó un salvaje ataque del presidente mexicano Antonio López de Santa Anna y 20,000 soldados profesionales, milicianos y conscriptos en la catastrófica Batalla de Buena Vista en febrero de 1847.
La lucha, aunque tuvo como resultado una victoria de los Estados Unidos por un margen mínimo, elevó a Zachary Taylor a lo más alto de la imaginación de los estadounidenses. Después de la guerra, esa aclamación lo llevó a la Casa Blanca en 1848.
Como presidente, se enfrentó con los abundantes desafíos que representaba la expansión de la esclavitud en el territorio quitado a México. Tras una vida de riguroso servicio en el campo de batalla y en las escaramuzas con el Congreso, Taylor murió en su cargo en 1850.

El comodoro David Conner nació en 1792 en Harrisburg (Pennsylvania) y, a los 17 años, comenzó una larga carrera como oficial naval. En la guerra de 1812, Conner demostró ser un líder capaz mientras prestaba sus servicios a bordo del buque estadounidense U.S.S. Hornet y fue ampliamente reconocido y condecorado por su valor. Durante las tres décadas siguientes, ocupó diferentes puestos en el país y en el extranjero, inclusive en comandos en el Mediterráneo, el Atlántico y en importantes consejos navales en Estados Unidos.
Cuando estalló la guerra contra México en 1846, Conner comandaba la escuadra nacional estadounidense (U.S. Home Squadron) integrada por todos los buques de la marina del Golfo de México y el Caribe. Cuando el general Zachary Taylor trasladó su ejército a Texas y luego al río Bravo, Conner lo apoyó con la logística y las comunicaciones así como con el desembarco de marineros y marines para reforzar la base de suministros de Punta Isabel, Texas.
Más tarde ese mismo año, Conner dirigió dos expediciones infructuosas contra la principal base naval mexicana en Alvarado, pero sí tuvo éxito a la hora de controlar una amplia porción de la flota enemiga a la que dejó estratégicamente inservible. Sin embargo, el principal logro de Conner consistió en el desembarco en Veracruz de más de 8,500 efectivos, sin perder a un solo hombre, en la invasión que el general Winfield Scott llevó a cabo en la zona centro de México, en 1847.
Más tarde, ese mismo año, Conner traspasó el mando de la escuadra nacional al comodoro Mathew C. Perry y regresó a los Estados Unidos. Asumió el mando del Astillero Naval de Philadelphia y ocupó ese puesto hasta su muerte en 1856.

John Slidell fungió como delegado en México en los meses que precedieron al estallido de la guerra entre ese país y Estados Unidos. Oriundo de la ciudad de New York, Slidell se había trasladado al sur después de la guerra de 1812 y ascendió hasta convertirse en un valiente político luchador de New Orleans. Formó parte del congreso de Estados Unidos en 1842 y se convirtió en un cercano aliado de James K. Polk.
Gracias a sus conexiones, a Slidell le fue asignada la responsabilidad de negociar un pacto con México en su carácter de enviado especial y ministro plenipotenciario. Se le encomendó la misión de ofrecer la cancelación de la deuda de México frente a Estados Unidos a cambio del reconocimiento del río Bravo como frontera entre las dos naciones. Además, Polk indicó a Slidell que tratara de comprar California por $25 millones.
Los mexicanos rechazaron categóricamente a Slidell y su misión. Slidell respondió al presidente Polk insinuando que la renuencia mexicana a negociar podría requerir una demostración de fuerza militar por parte de los Estados Unidos. Con base en esa información de inteligencia, Polk ordenó al general Zachary Taylor que se dirigiera al río Bravo. Slidell permaneció en México hasta marzo, pero partió cuando la guerra se tornaba cada vez más inevitable.
Después de la guerra contra México, Slidell se convirtió en un prominente político de Luisiana. Cuando ese estado se separó de la Unión en 1861 y se adhirió a la Confederación del Sur, Slidell fungió como ministro en Francia. A partir de ese momento permaneció en Europa hasta su muerte en 1871.

Antonio López de Santa Anna: dos perspectivas del hombre y su tiempo. (Cualquier parecido con algún personaje de la actualidad nacional, es pura coincidencia).
Antonio López de Santa Anna fue tal vez una de las personalidades más enigmáticas de su época. Ante los ojos de muchos, fue un héroe cuyas acciones defendieron los intereses nacionales de México. Para otros, la ambición personal de Santa Anna reflejó un oportunismo y abuso de poder que le costó a su país mucho más de lo que le ganó. Aunque las opiniones sobre este desconcertante líder son conflictivas, Santa Anna sigue siendo una figura dominante y de influencia mayor en la guerra entre Estados Unidos y México.
Jesús Velasco-Márquez del Instituto Tecnológico Autónomo de México, lo describe de la siguiente manera: “Antonio López de Santa Anna es un personaje extraordinariamente complejo que no es fácil definir en pocas palabras. Fue un hombre de grandes contradicciones. Por una parte, fue un hombre extremadamente frívolo, de una banalidad sorprendente e inconsistente en lo político. Fue un hombre rico que tenía haciendas de acuerdo a la definición de los estándares de la época. Santa Anna no buscaba fortuna, más bien lo que buscaba eran el prestigio y el reconocimiento públicos, más que dinero. Fue una persona que buscó el poder más por el prestigio que por su responsabilidad.
No tenía una visión estratégica, ni era un gran general, pero poseía una personalidad extraordinaria y sabía cómo tratar a la gente. Sabía atraer a la gente porque tenía una cualidad carismática para hacerlo. Cuando se dio la rebelión de Texas, Santa Anna -que quería profundamente a México- estaba brutalmente comprometido con su país cuando se enfrentó a los rebeldes. Para él, la integridad de la nación, la integridad territorial de la región, eran muy importantes. Fue a Texas para acabar con la rebelión y detener al grupo que trató de arrancar esa parte del territorio del país. Sin embargo, cuando se encuentra que los rebeldes estaban recibiendo apoyo de voluntarios extranjeros de un país vecino, Santa Anna se enfrenta a una situación extraordinaria. No podía permitir que un grupo de gente se separara de México porque esto sentaría un precedente y amenazaría la supervivencia de la nación.
Su derrota en San Jacinto y el haber sido capturado por los texanos fueron, sin duda alguna, un golpe muy fuerte para su reputación. Sus enemigos y aquéllos que estaban contra el cambio de gobierno en México, aprovecharon esta situación denunciando a Santa Anna por haber firmado acuerdos que lo comprometían a usar su influencia para persuadir a que México reconociera la independencia de Texas. Santa Anna viajó a Estados Unidos, tuvo una entrevista con Jackson pero mantuvo un perfil muy bajo después de estos acontecimientos. Se retiró temporalmente de la vida pública.”
Asimismo, define la personalidad de Santa Anna como vanidoso y con una gran necesidad de estar en el frente. Era muy hábil para transformar las situaciones a su favor, lo cual pudo hacer a lo largo de su vida. Aunque después de cierto punto, se le acabó su buena fortuna.
“En 1838, dos años después de la derrota en San Jacinto, surge un problema que dio lugar a una acción punitiva por parte de Francia hacia México. Santa Anna se unió al esfuerzo de defender el territorio nacional contra la invasión francesa. Durante un incidente Santa Anna pierde la pierna pero se ganó otra oportunidad, con la ayuda de sus seguidores, de proclamarse como defensor de la nación y de sus intereses. Hasta cierto punto, esto le permitió reparar aquella imagen negativa que se había creado por los sucesos en Texas. Santa Anna creó toda una ceremonia funeral en torno a la pérdida de su pierna y convirtió su amputación en un símbolo de su compromiso con el país. La gente olvidó momentáneamente sus errores militares en Texas y Santa Anna pudo reconstruir su reputación ante las masas. Esta campaña basada en su sacrificio y la subsiguiente redención le permitió a Santa Anna crear nuevas alianzas políticas y volver al poder como presidente de México. Sin embargo, a Santa Anna no le interesaba ejercer el poder presidencial. Le gustaba el prestigio pero no la responsabilidad.”
Parece que Antonio López de Santa Anna era un hombre de gran inestabilidad emocional Una vez que logró su objetivo de alcanzar el poder, se retiraba a su hacienda y dejaba en manos de alguien más las responsabilidades administrativas o militares. O bien, trataba de ejercer la autoridad que le concedía su posición, pero la excedía cometiendo excentricidades brutales. También fue un hombre con una extraordinaria habilidad para marginar a sus enemigos políticos, forzándolos al exilio.
“La gente de Estados Unidos pensaba que Santa Anna era relativamente fácil de corromper y él dejó que lo creyeran. Santa Anna usó esta idea preconcebida y la impresión errónea para jugar un juego a la inversa con el presidente Polk: “Tú piensas que me puedes usar, yo te dejo pensar que me estás usando para usarte a ti”. En este sentido, en el uso de estas sutilezas, creo que Santa Anna era mucho más inteligente que Polk”, menciona Jesús Velazco-Márquez.
Pero Santa Anna tenía enemigos y los ataques de sus enemigos políticos eran fuertes. Había jóvenes liberales que no estaban del todo convencidos de los motivos de Santa Anna y había conservadores no muy contentos con su regreso bajo los auspicios de Valentín Gómez Farías y los federalistas. También había grupos antagónicos que divulgaban el rumor de que Santa Anna había hecho un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para favorecer la cesión de territorio. Algunos periódicos de la ciudad de México hacían referencia a la dilación de Santa Anna en Saltillo como parte de una conspiración, un plan secreto de Santa Anna para ayudar a la invasión norteamericana y minar la defensa nacional. La prensa mexicana veía esto como un signo de que la teoría de la conspiración podía ser cierta al ver otro retraso para movilizar el Ejército del Norte a enfrentarse a las fuerzas del general Taylor.
Santa Anna sabía que el ejército no tenía armas suficientes, sabía que no contaba con los suministros de alimentos necesarios y que en realidad no estaban listos para entrar en batalla en esas condiciones. Toda esta oposición creó una fuerte presión en Santa Anna para que movilizara sus fuerzas con el fin de acallar los rumores que sugerían que era un traidor a México. Así que Santa Anna tomó una decisión prematura de marchar al norte y desafiar al general Taylor antes de que sus tropas estuvieran completamente preparadas.
“Toda su vida Santa Anna reaccionó fuertemente a la crítica pública. El proyectar la imagen de gran líder fue una preocupación que tuvo todo el tiempo. Un hombre que es un líder verdadero en cualquier momento tiene que dado hacer caso omiso de la crítica y concentrarse en la tarea. Desafortunadamente Santa Anna fue demasiado sensible a la crítica y reaccionó tomando acciones para cerrar los espacios que esa crítica abría; o bien, trataba de acallar a sus críticos. Lo que la gente pensara de él le resultaba muy importante y estas percepciones extremas influenciaron algunas de sus acciones. Ese fue uno de sus grandes problemas.” (Jesús Velazco-Márquez-ITAM).

“Para evaluar la opinión pública mexicana durante la primera mitad del siglo XIX es necesario tener en cuenta las condiciones sociales de México. Buena parte de la población rural y urbana era analfabeta y tenía una educación deficiente; por lo tanto, casi nunca tenían información para basar su opinión. Lo que se consideraba opinión pública se concentraba en las clases media y alta. Por otro lado, había diferencias regionales; algunas de las provincias mexicanas sostenían posiciones diferentes a las asumidas en la Ciudad de México, aunque esas discrepancias estaban más relacionadas con rivalidades y conflictos de intereses internos que con diferentes concepciones del plano internacional. Las principales fuentes a partir de las que se puede estudiar la opinión pública mexicana de esa época son los periódicos —en especial las páginas editoriales y las cartas dirigidas a los editores— los panfletos, los manifiestos políticos y los discursos públicos. A partir de estos documentos es posible sacar algunas conclusiones generales.” (Jesús Velazco-Márquez-ITAM).

Continuará…

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