“La verdad nunca puede decirse de tal forma que sea comprendida y no ser creída.” William Blake, Las bodas del Cielo y el Infierno. (1793).
Expansionismo e imperialismo de Estados Unidos
A mediados de la década de 1840 Estados Unidos experimentó su crecimiento territorial más rápido. La nación anexó Texas en 1845, adquirió Oregon (situado al sur de los 49° de latitud norte) en un tratado con Gran Bretaña en 1846 y conquistó y retuvo California y Nuevo México durante la guerra entre Estados Unidos y México. La nación también obtuvo vastas cesiones de tribus de indios estadounidenses, que fueron reubicadas en regiones remotas e indeseables como parte de un proceso que comenzó en el siglo XVII.
El periodista John L. O'Sullivan atribuyó esta notoria expansión al "destino manifiesto", un nombre que los estudiosos todavía utilizan para describir esa década. Pero O'Sullivan no formuló una definición clara ni coherente del destino manifiesto. En 1845, explicó que la frase significaba que Estados Unidos estaba predestinado a controlar todo el continente porque ésa era la voluntad de Dios. Pero O'Sullivan pronto abandonó su doctrina original. En 1846, apoyó una guerra de conquista contra México y en 1848 impulsó la idea de que Cuba y Yucatán debían convertirse en parte de Estados Unidos, ya sea a través de la compra o de la fuerza. O'Sullivan acuñó una frase pegadiza para el expansionismo de la década de 1840, pero su concepto no explica los motivos, los medios ni los objetivos que había detrás del engrandecimiento.
Los presidentes John Tyler y James K. Polk, sus asesores y sus partidarios en el Congreso apoyaban las adquisiciones territoriales, pero sus razones para hacerlo variaban enormemente. Aunque a veces apelaban a la idea del Destino Manifiesto para justificar la expansión, principalmente buscaban tierras, mercados y puertos para fines materialistas, no idealistas. Al igual que otros imperios, Estados Unidos buscaba poder, riqueza, seguridad y movilidad para una población en rápido crecimiento. Los estudiosos generalmente concuerdan en que Estados Unidos rivalizaba con otros imperios modernos en cuanto a la rapidez y el grado de expansión. Sin embargo, difieren en cuanto al grado de similitud que había entre Estados Unidos y las potencias imperiales tradicionales como Gran Bretaña, Francia, España y Rusia. Estados Unidos, como sus rivales, obtuvo sus territorios por medios aceptables y por medios sucios. Sin embargo, la principal diferencia radicaba en que los líderes estadounidenses en la década de 1840 evitaban el colonialismo y el militarismo. Pensaban transformar sus adquisiciones en estados de iguales condiciones que los que ya formaban parte de la Unión.
Cuando O'Sullivan introdujo la idea del destino manifiesto en 1845, predijo que su país adquiriría California del mismo modo que acababa de adquirir Texas. Antes de la guerra entre Estados Unidos y México, Thomas Ritchie, que había sido convocado por el presidente James K. Polk para ir a Washington D.C. a editar un periódico favorable a su administración y sus políticas, resaltó la honestidad de las cesiones anteriores. "Nuestro gobierno no se extiende por medio de la espada", escribió. "Se extiende por sus propios méritos." Sin embargo, Polk y su gabinete no tenían paciencia como para esperar a que los "propios méritos" de la nación, sus pioneros o la providencia actuaran para obtener California. En lugar de eso, ordenaron al general Zachary Taylor y sus tropas que intervinieran en el territorio en disputa que se extendía entre el río Nueces y el río Bravo.
Se cometieron graves errores por parte de ambos países en 1846. Polk y sus asesores trataron de intimidar a sus funcionarios para que les cedieran el territorio de California, esto se hizo menospreciando al gobierno y al ejército mexicano, y con el pretexto de pagar las deudas pendientes con algunos ciudadanos estadounidenses. México, por su parte, se equivocó al evaluar la capacidad de su vecino del norte para armar y equipar un ejército eficaz. Peor aún, los líderes mexicanos calcularon mal la capacidad de su nación para convocar a la iglesia, al ejército y a la gente para rechazar a los invasores. Aún heridos por la pérdida de Texas, los líderes mexicanos juraron resistirse a un desmembramiento mayor. Pero al intentar vengarse por una derrota anterior, perdieron California y Nuevo México.
Hay quienes afirman que Polk incitó a México a entrar en guerra a propósito. Los políticos, los editores, los soldados y los ciudadanos querían más territorio por varias razones. En el caso de Texas, la administración de Tyler buscaba evitar la abolición de la esclavitud allí, controlar un potencial rival en la producción de algodón, proporcionar un lugar seguro para los amos y sus esclavos, evitar que Gran Bretaña mantuviera independiente a Texas y cumplir con los deseos de la mayoría de los texanos de pasar a formar parte de Estados Unidos.
La guerra contra México y la estrategia de la conquista reveló un deseo de asegurar el límite en el río Bravo, satisfacer reivindicaciones contra México y adquirir California para monopolizar el comercio con Asia. Los demócratas deseaban proporcionar abundantes tierras para los pobres de la nación y para futuros inmigrantes. Para alcanzar este loable objetivo, sin embargo, se valieron de sobornos, intimidaciones y guerra a fin de arrebatarles sus tierras a los indios estadounidenses y a los mexicanos. Aunque muchas veces eran idealistas, también eran racistas y materialistas.
Geografía
Tan preponderante es la topografía y la fisiografía de México que muchas de las batallas de la guerra obtuvieron su carácter logístico a partir de las condiciones fisiográficas. Por ejemplo, la costa de las cercanías de Texas era particularmente difícil para operaciones marítimas debido a las aguas poco profundas y se tuvieron que comprar buques especiales de bajo calado. Además, era tan difícil conseguir agua fresca que en numerosas ocasiones los buques debieron regresar a Pensacola (Florida) desde las costas de Texas y México para reabastecer las provisiones de agua.
Los movimientos de las tropas hacia las diferentes áreas fisiográficas también incluyeron operaciones de reconocimiento, que ayudaron a trazar mapas del terreno para futuros asentamientos y desarrollos que, según muchos creían, se producirían después de la guerra. Un ejemplo al respecto fueron las exploraciones de Bryant P. Tilden (hijo) en el barco de vapor Major Brown, que osó avanzar más de trescientos kilómetros por el río Bravo en un reconocimiento ostensiblemente militar hasta alcanzar los rápidos que se encuentran más allá de Laredo. La expedición luego continuó por tierra hasta Presidio del Norte donde Tilden registró cuidadosamente las posibilidades de asentamientos en el lugar.
Después del fin de la guerra en 1848, México casi perdió la mitad de su territorio a manos de Estados Unidos, y el límite se estableció formalmente a lo largo del río Bravo hasta El Paso del Norte y de allí aproximadamente en una línea que se dirige al oeste hasta el río Gila y luego a la costa oeste. Este límite en efecto corta transversalmente el territorio desde las tierras bajas subtropicales costeras de Texas hasta las tierras bajas costeras del Pacífico en las cercanías de San Diego (California). Como se habían equivocado en el trazado del mapa y más tarde Estados Unidos se dio cuenta de que el río Gila no representaba una ruta ferroviaria transcontinental factible, firmaron el Tratado de Gadsden y la Compra de 1853 que fijaban el límite entre Estados Unidos y México en su ubicación actual, a unos ciento cincuenta kilómetros al sur del río Gila. Después de la guerra, este límite militar arbitrario se convirtió en una importante zona de contacto entre Estados Unidos y México, la gran frontera, que se extiende a lo largo del río Bravo hasta El Paso, de allí hacia el oeste por el sur de Nuevo México y Arizona, y de allí hacia la costa justo al sur de San Diego, donde divide políticamente Alta y Baja California. Durante la guerra, muchos residentes de Baja California habían apoyado a Estados Unidos, y cuando se estableció la frontera actual se les permitió reubicarse en Alta California por temor a sufrir represalias.
Una de las principales consecuencias geográficas de la guerra entre Estados Unidos y México fue que Estados Unidos consiguió un sudoeste bien definido que llega al Océano Pacífico como consecuencia de los sentimientos por el destino manifiesto que se habían expresado antes de la guerra. A México, por su parte, le quedó una frontera norte árida ("el Norte") que en la década de 1990 siguió siendo una zona en desarrollo. Hay otras dos consecuencias geográficas que deben remarcarse. La primera se relaciona con el Ferrocarril Transcontinental del Sur, que se construyó unos treinta años más tarde (1879-1881) cuando la "Sunset Route" (ruta del crepúsculo) del Ferrocarril del Pacífico Sur fue construida desde California hasta New Orleans por el camino de Yuma, Tucson, El Paso y San Antonio. Más al norte, el precursor del Ferrocarril de Santa Fe se construyó a través de New México y Arizona en 1881 y 1882. La segunda consecuencia geográfica se relaciona con la minería. A pesar de las numerosas misiones de reconocimiento, México había hecho poco por explotar o desarrollar los recursos minerales de su lejana frontera norte que fue tomada por Estados Unidos en la guerra. El descubrimiento de depósitos de oro en California por parte de James Marshall (un mormón que acompañaba al Batallón Mormón) y las siguientes operaciones en los depósitos de minerales y la minería de roca dura por parte de angloamericanos reveló que el área que México había perdido a manos de Estados Unidos era como El Dorado de minas de oro, cobre y plata. (Richard V. Francaviglia)
¿Quiénes eran las personas y las fuerzas detrás de la oposición de Estados Unidos a la expansión occidental y a cumplimiento del Destino Manifiesto?
David M. Pletcher, de la Universidad de Indiana lo explica de la siguiente manera: “La expansión siempre fue un tema muy controversial que en algunas partes del país provocó tanto oposición como apoyo. Al principio, la oposición a la expansión surgió de quienes creían que, de crecer demasiado, Estados Unidos no podría triunfar como un experimento de autogobierno. Esto se convirtió en la postura del Partido "Whig"[1] durante la década de 1840 y fue una de las bases para su oposición a la guerra contra México.
“Hubo muchos ciudadanos que creyeron que una democracia como la de Estados Unidos sólo podía triunfar si se conservaba relativamente pequeña y vinculada a su pueblo. De alguna manera, éste era un ideal jeferssoniano. Hubo otros que vieron las posibilidades de grandeza de Estados Unidos a través del crecimiento y el desarrollo económico. Esto era, hasta cierto punto, el ideal de Hamilton y quienes lo apoyaron respaldaban la expansión de Estados Unidos, especialmente hacia el occidente, así como la expansión del comercio estadounidense.
“Al principio, la base para oponerse a la expansión estadounidense fue un sentimiento de que contribuiría a la caída de la nación. Después, las costas del noreste y del este sintieron que perderían poder si Estados Unidos admitía más estados en la unión. Finalmente, los abolicionistas en el norte temían que la conquista de México implicaría que Estados Unidos incorporara más territorios esclavistas.
“Durante el curso del conflicto con México, la oposición a la guerra se enfocó en el movimiento abolicionista y en la oposición a la expansión de la esclavitud. Había, por supuesto, alguna simpatía con los mexicanos y alguna oposición pacifista a la guerra misma conforme crecían las listas de bajas. Pero el movimiento abolicionista se convirtió en un medio para enfocar esta oposición hacia un poderoso movimiento político al que el presidente Polk tenía que poner atención.
“La anexión de Texas pareció ser parte de una expansión natural de Estados Unidos, una consecuencia lógica a la compra de Luisiana. Sin embargo, se volvió más polémica debido, por una parte, a que los mexicanos se oponían a la anexión y, por otra, a que el norte estaba convencido que Texas representaba una expansión de la esclavitud. John Quincy Adams, miembro de la Cámara de Representantes, hasta consideró el apoyo por la anexión de Texas como una conspiración de los esclavistas, aunque creo que los historiadores han demostrado convincentemente que no hubo dicha conspiración.”
Los protagonistas (continuación de la entrega anterior)
Valentín Gomez Farias.- Fue una de las figuras políticas más importantes del comienzo del México independiente. Nacido en 1781 en la ciudad de Guadalajara, Gómez Farías se recibió de médico, trabajó como profesor, leyó textos franceses de teoría política y ejerció la medicina hasta 1820.
Con el auge de las pasiones nacionalistas en un México recientemente independizado, Gómez Farías ingresó a la vida política y con el tiempo se trasladó a la Ciudad de México como integrante del Congreso Nacional. Hacia 1830 había emergido como el principal vocero de los liberales mexicanos y los Puros, la facción radical.EEn 1833, este ideólogo liberal subió al cargo de presidente provisional en medio de las contiendas entre centralistas y federalistas, y actuó para implementar su visión sobre México, que incluía el debilitamiento de la influencia militar y de la Iglesia. Sus esfuerzos trajeron aparejados un golpe de estado en 1834 y su exilio durante los doce años que siguieron.
En 1846, ante la inminencia de la guerra con Estados Unidos, Gómez Farías volvió a México para contribuir al derrocamiento de la presidencia de Mariano Paredes y Arrillaga. Instalado como el nuevo presidente interino, Gómez Farías estaba a punto de hacer realidad su visión política radicalmente liberal y actuó con decisión para consolidar su poder. Tenía la esperanza de que al ganarse la guerra contra Estados Unidos se cumpliría ese objetivo. Las reacciones contra sus políticas de financiamiento de la guerra condujeron a una revuelta conservadora y a su destitución en 1847.
Con sus sueños destrozados, Gómez Farías murió en la Ciudad de México en 1858, quedando como un vestigio de las riñas e intrigas políticas de comienzos del México independiente.
Stephen F. Austin (1793-1836).- Fue el principal responsable de iniciar la secuencia de hechos que finalmente llevaron a la independencia de Texas y a la subsiguiente anexión por parte de Estados Unidos que desencadenó la guerra contra México. Después de emprender aventuras familiares comerciales fallidas durante su juventud, Austin se dirigió a New Orleans a estudiar Derecho con, Joseph Hawkins, antiguo miembro del Congreso de Estados Unidos.
El padre de Stephen, Moses Austin, que todavía se estaba recuperando de sus reveses financieros, fue al territorio español de Texas para vender a las autoridades de allí un plan para mudar a trescientas familias católicas estadounidenses a la turbulenta frontera norte de España. Aunque tuvo éxito, Moses Austin murió antes de poder ver el plan implementado y su hijo Stephen se hizo cargo de la causa. A los treinta y un años, Austin se había convertido en el primer empresario angloamericano (representante de tierras e inmigración) en Texas.
Austin mostró genialidad en el trabajo y capoteó con éxito las tormentas del movimiento independentista mexicano, logrando mantener sus contratos de inmigración intactos. Las primeras 300 familias estadounidenses llegaron en 1824 y Austin siguió firmando otros acuerdos, a quien se le unieron unos cuarenta empresarios competidores. En conjunto, estos representantes atrajeron a 20.000 inmigrantes a Texas, que pronto superaron la población hispanohablante nativa en aproximadamente diez a uno.
A medida que las tensiones aumentaban entre los recién llegados y los funcionarios mexicanos, Austin intentó oficiar como mediador, pero fue apresado por el caudillo mexicano Antonio López de Santa Anna. Cuando fue liberado, Austin apoyó los llamados a la independencia de Texas. Cuando estalló la guerra en 1835, Austin fue comandante militar durante un breve período antes de dirigirse a Estados Unidos en busca de respaldo financiero para la insurgencia. Regresó a Texas después de que los revolucionarios vencieron a Santa Anna. Para entonces, la guerra había catapultado al relativamente recién llegado a Texas, Sam Houston, a la presidencia de la nueva nación en 1836. Austin murió más tarde ese mismo año de una enfermedad que probablemente había contraído mientras se consumía en una prisión mexicana, completamente consciente de que había sido eclipsado políticamente.
El presidente James K. Polk.- Fue presidente de Estados Unidos durante la guerra contra México. Polk creció en Tennessee, trabajó como abogado y a los 30 años ganó las elecciones legislativas por el partido demócrata en 1825. Al cabo de diez años, Polk fue presidente de la Cámara pero dejó el Congreso en 1839 para asumir el cargo de gobernador de Tennessee. Su carrera política, hasta el momento estelar, se desmoronó dos años más tarde cuando perdió la reelección y volvió a perder dos años más tarde en un segundo intento. En la Convención Demócrata de 1844, la carrera política de Polk parecía estar acabada hasta que las disputas partidistas llevaron a que los partidos lanzaran a Polk como un candidato a la presidencia de Estados Unidos que era aceptable para todos. Polk sorprendentemente ganó la elección siguiente por un cerradísimo margen.
El nuevo presidente enfrentaba graves problemas en el área de relaciones exteriores. Un conflicto fronterizo con Gran Bretaña por el territorio de Oregon y las protestas mexicanas por Texas amenazaban con desestabilizar la nación en dos frentes. Polk decidió arreglar las diferencias con Gran Bretaña, pero optó por seguir una estrategia más arriesgada en el sudoeste. Cuando los funcionarios mexicanos rechazaron sus tácticas hostiles, Polk ordenó al ejército estadounidense que se dirigiera a la frontera mexicana en una demostración de fuerza. Las hostilidades se iniciaron en mayo de 1846 y Polk mandó a sus soldados al combate para someter a los mexicanos. En 1848, la estrategia de Polk tuvo éxito y México cedió el control de casi la mitad de su territorio a Estados Unidos en el Tratado de Guadalupe Hidalgo.
Polk cumplió su promesa de campaña de ocupar la presidencia durante un período y en marzo de 1849 dejó el cargo. Los rigores de los últimos cuatro años lo habían dejado exhausto y el largo camino de regreso a su hogar terminó con él. Polk murió el 15 de junio de 1849, habiendo añadido 3,1 millones de kilómetros cuadrados a la nación en cuatro breves años de un ejercicio sorprendentemente audaz en la presidencia.
Sam Houston.- Creció en la frontera de Tennessee en la década de 1790 y comienzos de la de 1800. Fue un joven inquieto que pasó buena parte de su infancia con los indios cheroqui. Se incorporó al ejército y su servicio a Andrew Jackson en la guerra contra la tribu Creek (The Red Stick War) lo convirtieron en un héroe. Siguió el consejo de su nuevo mentor, regresó a Tennessee y se postuló, con éxito, en las elecciones del Congreso antes de ganar las elecciones de gobernador en 1827, a los treinta y cuatro años. Un gran escándalo que involucró a su joven esposa, Eliza, le causó humillación pública a Houston quien pronto se alejó de la vida pública, desapareció en el salvaje oeste y se refugió entre sus amigos recientemente reubicados, los cheroquis. A regañadientes volvió a Washington como representante de estos indios y en 1832 Houston ya había reanudado sus vínculos con Jackson. Más tarde, ese mismo año, partió una vez más al oeste, esta vez a Texas.
Houston trabajó como observador de la agitación política de la región hasta el estallido de la insurgencia texana contra México, pero aceptó el mando del ejército recientemente organizado, al que llevó a la victoria en la Batalla de San Jacinto en donde resultó herido. El combate nuevamente lo convirtió en un héroe y los ciudadanos de la nueva nación eligieron a Houston como su presidente dos veces. Tras la anexión de Texas a Estados Unidos, Houston volvió a Washington como senador y apoyó firmemente las políticas beligerantes contra México del presidente James K. Polk. Después de la guerra con México, los puntos de vista de Houston comenzaron a alejarlo de los electores partidarios del sur y perdió su escaño en el Senado y la elección a gobernador de 1857. Dos años más tarde, a los sesenta y seis años, la carrera de Houston repuntó y obtuvo el cargo más importante del estado de Texas. Cuando Texas se separó de los Estados Unidos en 1861, el gobernador Houston no estuvo de acuerdo y los confederados de Texas declararon su cargo vacante. El viejo guerrero se retiró a Huntsville, Texas, donde murió en 1863.
Expansionismo e imperialismo de Estados Unidos
A mediados de la década de 1840 Estados Unidos experimentó su crecimiento territorial más rápido. La nación anexó Texas en 1845, adquirió Oregon (situado al sur de los 49° de latitud norte) en un tratado con Gran Bretaña en 1846 y conquistó y retuvo California y Nuevo México durante la guerra entre Estados Unidos y México. La nación también obtuvo vastas cesiones de tribus de indios estadounidenses, que fueron reubicadas en regiones remotas e indeseables como parte de un proceso que comenzó en el siglo XVII.
El periodista John L. O'Sullivan atribuyó esta notoria expansión al "destino manifiesto", un nombre que los estudiosos todavía utilizan para describir esa década. Pero O'Sullivan no formuló una definición clara ni coherente del destino manifiesto. En 1845, explicó que la frase significaba que Estados Unidos estaba predestinado a controlar todo el continente porque ésa era la voluntad de Dios. Pero O'Sullivan pronto abandonó su doctrina original. En 1846, apoyó una guerra de conquista contra México y en 1848 impulsó la idea de que Cuba y Yucatán debían convertirse en parte de Estados Unidos, ya sea a través de la compra o de la fuerza. O'Sullivan acuñó una frase pegadiza para el expansionismo de la década de 1840, pero su concepto no explica los motivos, los medios ni los objetivos que había detrás del engrandecimiento.
Los presidentes John Tyler y James K. Polk, sus asesores y sus partidarios en el Congreso apoyaban las adquisiciones territoriales, pero sus razones para hacerlo variaban enormemente. Aunque a veces apelaban a la idea del Destino Manifiesto para justificar la expansión, principalmente buscaban tierras, mercados y puertos para fines materialistas, no idealistas. Al igual que otros imperios, Estados Unidos buscaba poder, riqueza, seguridad y movilidad para una población en rápido crecimiento. Los estudiosos generalmente concuerdan en que Estados Unidos rivalizaba con otros imperios modernos en cuanto a la rapidez y el grado de expansión. Sin embargo, difieren en cuanto al grado de similitud que había entre Estados Unidos y las potencias imperiales tradicionales como Gran Bretaña, Francia, España y Rusia. Estados Unidos, como sus rivales, obtuvo sus territorios por medios aceptables y por medios sucios. Sin embargo, la principal diferencia radicaba en que los líderes estadounidenses en la década de 1840 evitaban el colonialismo y el militarismo. Pensaban transformar sus adquisiciones en estados de iguales condiciones que los que ya formaban parte de la Unión.
Cuando O'Sullivan introdujo la idea del destino manifiesto en 1845, predijo que su país adquiriría California del mismo modo que acababa de adquirir Texas. Antes de la guerra entre Estados Unidos y México, Thomas Ritchie, que había sido convocado por el presidente James K. Polk para ir a Washington D.C. a editar un periódico favorable a su administración y sus políticas, resaltó la honestidad de las cesiones anteriores. "Nuestro gobierno no se extiende por medio de la espada", escribió. "Se extiende por sus propios méritos." Sin embargo, Polk y su gabinete no tenían paciencia como para esperar a que los "propios méritos" de la nación, sus pioneros o la providencia actuaran para obtener California. En lugar de eso, ordenaron al general Zachary Taylor y sus tropas que intervinieran en el territorio en disputa que se extendía entre el río Nueces y el río Bravo.
Se cometieron graves errores por parte de ambos países en 1846. Polk y sus asesores trataron de intimidar a sus funcionarios para que les cedieran el territorio de California, esto se hizo menospreciando al gobierno y al ejército mexicano, y con el pretexto de pagar las deudas pendientes con algunos ciudadanos estadounidenses. México, por su parte, se equivocó al evaluar la capacidad de su vecino del norte para armar y equipar un ejército eficaz. Peor aún, los líderes mexicanos calcularon mal la capacidad de su nación para convocar a la iglesia, al ejército y a la gente para rechazar a los invasores. Aún heridos por la pérdida de Texas, los líderes mexicanos juraron resistirse a un desmembramiento mayor. Pero al intentar vengarse por una derrota anterior, perdieron California y Nuevo México.
Hay quienes afirman que Polk incitó a México a entrar en guerra a propósito. Los políticos, los editores, los soldados y los ciudadanos querían más territorio por varias razones. En el caso de Texas, la administración de Tyler buscaba evitar la abolición de la esclavitud allí, controlar un potencial rival en la producción de algodón, proporcionar un lugar seguro para los amos y sus esclavos, evitar que Gran Bretaña mantuviera independiente a Texas y cumplir con los deseos de la mayoría de los texanos de pasar a formar parte de Estados Unidos.
La guerra contra México y la estrategia de la conquista reveló un deseo de asegurar el límite en el río Bravo, satisfacer reivindicaciones contra México y adquirir California para monopolizar el comercio con Asia. Los demócratas deseaban proporcionar abundantes tierras para los pobres de la nación y para futuros inmigrantes. Para alcanzar este loable objetivo, sin embargo, se valieron de sobornos, intimidaciones y guerra a fin de arrebatarles sus tierras a los indios estadounidenses y a los mexicanos. Aunque muchas veces eran idealistas, también eran racistas y materialistas.
Geografía
Tan preponderante es la topografía y la fisiografía de México que muchas de las batallas de la guerra obtuvieron su carácter logístico a partir de las condiciones fisiográficas. Por ejemplo, la costa de las cercanías de Texas era particularmente difícil para operaciones marítimas debido a las aguas poco profundas y se tuvieron que comprar buques especiales de bajo calado. Además, era tan difícil conseguir agua fresca que en numerosas ocasiones los buques debieron regresar a Pensacola (Florida) desde las costas de Texas y México para reabastecer las provisiones de agua.
Los movimientos de las tropas hacia las diferentes áreas fisiográficas también incluyeron operaciones de reconocimiento, que ayudaron a trazar mapas del terreno para futuros asentamientos y desarrollos que, según muchos creían, se producirían después de la guerra. Un ejemplo al respecto fueron las exploraciones de Bryant P. Tilden (hijo) en el barco de vapor Major Brown, que osó avanzar más de trescientos kilómetros por el río Bravo en un reconocimiento ostensiblemente militar hasta alcanzar los rápidos que se encuentran más allá de Laredo. La expedición luego continuó por tierra hasta Presidio del Norte donde Tilden registró cuidadosamente las posibilidades de asentamientos en el lugar.
Después del fin de la guerra en 1848, México casi perdió la mitad de su territorio a manos de Estados Unidos, y el límite se estableció formalmente a lo largo del río Bravo hasta El Paso del Norte y de allí aproximadamente en una línea que se dirige al oeste hasta el río Gila y luego a la costa oeste. Este límite en efecto corta transversalmente el territorio desde las tierras bajas subtropicales costeras de Texas hasta las tierras bajas costeras del Pacífico en las cercanías de San Diego (California). Como se habían equivocado en el trazado del mapa y más tarde Estados Unidos se dio cuenta de que el río Gila no representaba una ruta ferroviaria transcontinental factible, firmaron el Tratado de Gadsden y la Compra de 1853 que fijaban el límite entre Estados Unidos y México en su ubicación actual, a unos ciento cincuenta kilómetros al sur del río Gila. Después de la guerra, este límite militar arbitrario se convirtió en una importante zona de contacto entre Estados Unidos y México, la gran frontera, que se extiende a lo largo del río Bravo hasta El Paso, de allí hacia el oeste por el sur de Nuevo México y Arizona, y de allí hacia la costa justo al sur de San Diego, donde divide políticamente Alta y Baja California. Durante la guerra, muchos residentes de Baja California habían apoyado a Estados Unidos, y cuando se estableció la frontera actual se les permitió reubicarse en Alta California por temor a sufrir represalias.
Una de las principales consecuencias geográficas de la guerra entre Estados Unidos y México fue que Estados Unidos consiguió un sudoeste bien definido que llega al Océano Pacífico como consecuencia de los sentimientos por el destino manifiesto que se habían expresado antes de la guerra. A México, por su parte, le quedó una frontera norte árida ("el Norte") que en la década de 1990 siguió siendo una zona en desarrollo. Hay otras dos consecuencias geográficas que deben remarcarse. La primera se relaciona con el Ferrocarril Transcontinental del Sur, que se construyó unos treinta años más tarde (1879-1881) cuando la "Sunset Route" (ruta del crepúsculo) del Ferrocarril del Pacífico Sur fue construida desde California hasta New Orleans por el camino de Yuma, Tucson, El Paso y San Antonio. Más al norte, el precursor del Ferrocarril de Santa Fe se construyó a través de New México y Arizona en 1881 y 1882. La segunda consecuencia geográfica se relaciona con la minería. A pesar de las numerosas misiones de reconocimiento, México había hecho poco por explotar o desarrollar los recursos minerales de su lejana frontera norte que fue tomada por Estados Unidos en la guerra. El descubrimiento de depósitos de oro en California por parte de James Marshall (un mormón que acompañaba al Batallón Mormón) y las siguientes operaciones en los depósitos de minerales y la minería de roca dura por parte de angloamericanos reveló que el área que México había perdido a manos de Estados Unidos era como El Dorado de minas de oro, cobre y plata. (Richard V. Francaviglia)
¿Quiénes eran las personas y las fuerzas detrás de la oposición de Estados Unidos a la expansión occidental y a cumplimiento del Destino Manifiesto?
David M. Pletcher, de la Universidad de Indiana lo explica de la siguiente manera: “La expansión siempre fue un tema muy controversial que en algunas partes del país provocó tanto oposición como apoyo. Al principio, la oposición a la expansión surgió de quienes creían que, de crecer demasiado, Estados Unidos no podría triunfar como un experimento de autogobierno. Esto se convirtió en la postura del Partido "Whig"[1] durante la década de 1840 y fue una de las bases para su oposición a la guerra contra México.
“Hubo muchos ciudadanos que creyeron que una democracia como la de Estados Unidos sólo podía triunfar si se conservaba relativamente pequeña y vinculada a su pueblo. De alguna manera, éste era un ideal jeferssoniano. Hubo otros que vieron las posibilidades de grandeza de Estados Unidos a través del crecimiento y el desarrollo económico. Esto era, hasta cierto punto, el ideal de Hamilton y quienes lo apoyaron respaldaban la expansión de Estados Unidos, especialmente hacia el occidente, así como la expansión del comercio estadounidense.
“Al principio, la base para oponerse a la expansión estadounidense fue un sentimiento de que contribuiría a la caída de la nación. Después, las costas del noreste y del este sintieron que perderían poder si Estados Unidos admitía más estados en la unión. Finalmente, los abolicionistas en el norte temían que la conquista de México implicaría que Estados Unidos incorporara más territorios esclavistas.
“Durante el curso del conflicto con México, la oposición a la guerra se enfocó en el movimiento abolicionista y en la oposición a la expansión de la esclavitud. Había, por supuesto, alguna simpatía con los mexicanos y alguna oposición pacifista a la guerra misma conforme crecían las listas de bajas. Pero el movimiento abolicionista se convirtió en un medio para enfocar esta oposición hacia un poderoso movimiento político al que el presidente Polk tenía que poner atención.
“La anexión de Texas pareció ser parte de una expansión natural de Estados Unidos, una consecuencia lógica a la compra de Luisiana. Sin embargo, se volvió más polémica debido, por una parte, a que los mexicanos se oponían a la anexión y, por otra, a que el norte estaba convencido que Texas representaba una expansión de la esclavitud. John Quincy Adams, miembro de la Cámara de Representantes, hasta consideró el apoyo por la anexión de Texas como una conspiración de los esclavistas, aunque creo que los historiadores han demostrado convincentemente que no hubo dicha conspiración.”
Los protagonistas (continuación de la entrega anterior)
Valentín Gomez Farias.- Fue una de las figuras políticas más importantes del comienzo del México independiente. Nacido en 1781 en la ciudad de Guadalajara, Gómez Farías se recibió de médico, trabajó como profesor, leyó textos franceses de teoría política y ejerció la medicina hasta 1820.
Con el auge de las pasiones nacionalistas en un México recientemente independizado, Gómez Farías ingresó a la vida política y con el tiempo se trasladó a la Ciudad de México como integrante del Congreso Nacional. Hacia 1830 había emergido como el principal vocero de los liberales mexicanos y los Puros, la facción radical.EEn 1833, este ideólogo liberal subió al cargo de presidente provisional en medio de las contiendas entre centralistas y federalistas, y actuó para implementar su visión sobre México, que incluía el debilitamiento de la influencia militar y de la Iglesia. Sus esfuerzos trajeron aparejados un golpe de estado en 1834 y su exilio durante los doce años que siguieron.
En 1846, ante la inminencia de la guerra con Estados Unidos, Gómez Farías volvió a México para contribuir al derrocamiento de la presidencia de Mariano Paredes y Arrillaga. Instalado como el nuevo presidente interino, Gómez Farías estaba a punto de hacer realidad su visión política radicalmente liberal y actuó con decisión para consolidar su poder. Tenía la esperanza de que al ganarse la guerra contra Estados Unidos se cumpliría ese objetivo. Las reacciones contra sus políticas de financiamiento de la guerra condujeron a una revuelta conservadora y a su destitución en 1847.
Con sus sueños destrozados, Gómez Farías murió en la Ciudad de México en 1858, quedando como un vestigio de las riñas e intrigas políticas de comienzos del México independiente.
Stephen F. Austin (1793-1836).- Fue el principal responsable de iniciar la secuencia de hechos que finalmente llevaron a la independencia de Texas y a la subsiguiente anexión por parte de Estados Unidos que desencadenó la guerra contra México. Después de emprender aventuras familiares comerciales fallidas durante su juventud, Austin se dirigió a New Orleans a estudiar Derecho con, Joseph Hawkins, antiguo miembro del Congreso de Estados Unidos.
El padre de Stephen, Moses Austin, que todavía se estaba recuperando de sus reveses financieros, fue al territorio español de Texas para vender a las autoridades de allí un plan para mudar a trescientas familias católicas estadounidenses a la turbulenta frontera norte de España. Aunque tuvo éxito, Moses Austin murió antes de poder ver el plan implementado y su hijo Stephen se hizo cargo de la causa. A los treinta y un años, Austin se había convertido en el primer empresario angloamericano (representante de tierras e inmigración) en Texas.
Austin mostró genialidad en el trabajo y capoteó con éxito las tormentas del movimiento independentista mexicano, logrando mantener sus contratos de inmigración intactos. Las primeras 300 familias estadounidenses llegaron en 1824 y Austin siguió firmando otros acuerdos, a quien se le unieron unos cuarenta empresarios competidores. En conjunto, estos representantes atrajeron a 20.000 inmigrantes a Texas, que pronto superaron la población hispanohablante nativa en aproximadamente diez a uno.
A medida que las tensiones aumentaban entre los recién llegados y los funcionarios mexicanos, Austin intentó oficiar como mediador, pero fue apresado por el caudillo mexicano Antonio López de Santa Anna. Cuando fue liberado, Austin apoyó los llamados a la independencia de Texas. Cuando estalló la guerra en 1835, Austin fue comandante militar durante un breve período antes de dirigirse a Estados Unidos en busca de respaldo financiero para la insurgencia. Regresó a Texas después de que los revolucionarios vencieron a Santa Anna. Para entonces, la guerra había catapultado al relativamente recién llegado a Texas, Sam Houston, a la presidencia de la nueva nación en 1836. Austin murió más tarde ese mismo año de una enfermedad que probablemente había contraído mientras se consumía en una prisión mexicana, completamente consciente de que había sido eclipsado políticamente.
El presidente James K. Polk.- Fue presidente de Estados Unidos durante la guerra contra México. Polk creció en Tennessee, trabajó como abogado y a los 30 años ganó las elecciones legislativas por el partido demócrata en 1825. Al cabo de diez años, Polk fue presidente de la Cámara pero dejó el Congreso en 1839 para asumir el cargo de gobernador de Tennessee. Su carrera política, hasta el momento estelar, se desmoronó dos años más tarde cuando perdió la reelección y volvió a perder dos años más tarde en un segundo intento. En la Convención Demócrata de 1844, la carrera política de Polk parecía estar acabada hasta que las disputas partidistas llevaron a que los partidos lanzaran a Polk como un candidato a la presidencia de Estados Unidos que era aceptable para todos. Polk sorprendentemente ganó la elección siguiente por un cerradísimo margen.
El nuevo presidente enfrentaba graves problemas en el área de relaciones exteriores. Un conflicto fronterizo con Gran Bretaña por el territorio de Oregon y las protestas mexicanas por Texas amenazaban con desestabilizar la nación en dos frentes. Polk decidió arreglar las diferencias con Gran Bretaña, pero optó por seguir una estrategia más arriesgada en el sudoeste. Cuando los funcionarios mexicanos rechazaron sus tácticas hostiles, Polk ordenó al ejército estadounidense que se dirigiera a la frontera mexicana en una demostración de fuerza. Las hostilidades se iniciaron en mayo de 1846 y Polk mandó a sus soldados al combate para someter a los mexicanos. En 1848, la estrategia de Polk tuvo éxito y México cedió el control de casi la mitad de su territorio a Estados Unidos en el Tratado de Guadalupe Hidalgo.
Polk cumplió su promesa de campaña de ocupar la presidencia durante un período y en marzo de 1849 dejó el cargo. Los rigores de los últimos cuatro años lo habían dejado exhausto y el largo camino de regreso a su hogar terminó con él. Polk murió el 15 de junio de 1849, habiendo añadido 3,1 millones de kilómetros cuadrados a la nación en cuatro breves años de un ejercicio sorprendentemente audaz en la presidencia.
Sam Houston.- Creció en la frontera de Tennessee en la década de 1790 y comienzos de la de 1800. Fue un joven inquieto que pasó buena parte de su infancia con los indios cheroqui. Se incorporó al ejército y su servicio a Andrew Jackson en la guerra contra la tribu Creek (The Red Stick War) lo convirtieron en un héroe. Siguió el consejo de su nuevo mentor, regresó a Tennessee y se postuló, con éxito, en las elecciones del Congreso antes de ganar las elecciones de gobernador en 1827, a los treinta y cuatro años. Un gran escándalo que involucró a su joven esposa, Eliza, le causó humillación pública a Houston quien pronto se alejó de la vida pública, desapareció en el salvaje oeste y se refugió entre sus amigos recientemente reubicados, los cheroquis. A regañadientes volvió a Washington como representante de estos indios y en 1832 Houston ya había reanudado sus vínculos con Jackson. Más tarde, ese mismo año, partió una vez más al oeste, esta vez a Texas.
Houston trabajó como observador de la agitación política de la región hasta el estallido de la insurgencia texana contra México, pero aceptó el mando del ejército recientemente organizado, al que llevó a la victoria en la Batalla de San Jacinto en donde resultó herido. El combate nuevamente lo convirtió en un héroe y los ciudadanos de la nueva nación eligieron a Houston como su presidente dos veces. Tras la anexión de Texas a Estados Unidos, Houston volvió a Washington como senador y apoyó firmemente las políticas beligerantes contra México del presidente James K. Polk. Después de la guerra con México, los puntos de vista de Houston comenzaron a alejarlo de los electores partidarios del sur y perdió su escaño en el Senado y la elección a gobernador de 1857. Dos años más tarde, a los sesenta y seis años, la carrera de Houston repuntó y obtuvo el cargo más importante del estado de Texas. Cuando Texas se separó de los Estados Unidos en 1861, el gobernador Houston no estuvo de acuerdo y los confederados de Texas declararon su cargo vacante. El viejo guerrero se retiró a Huntsville, Texas, donde murió en 1863.
[1] Este partido político se formó (c. 1836-56) en oposición al Partido Demócrata y, entre otras cosas, favorecía altos aranceles y una libre interpretación de la Constitución. Le sucedió el Partido Republicano.
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