sábado, febrero 10, 2007

Memorias del verano de 1999, respirando la ausencia de alguien.

Escribí esto en unas cartas dirigidas a alguien durante el verano de 1999, en esos días yo era estudiante de la Escuela Nacional de Música y la huelga en la UNAM estaba en pleno. No pensaba para nada en la solución del conflicto, pensaba en otros lugares y en otros cuerpos.

Día 1
Las horas han transcurrido como un parpadeo. La humedad se siente en cada rincón de la casa, en la ciudad. Es cierto. El verano precede al otoño y mis días en este planeta parecen una paradoja.
Buscar palabras, sonidos, silencios y alguno que otro grito en medio de la noche. Incluso mis gritos se convierten en sueños, viajes al fondo de mis deseos.

Día 2
Me conoces mucho más que yo mismo y a veces finges no conocerme. No te conozco a profundidad; cuando quiero ser esa persona adecuada para ti me da la impresión de que algo me hace falta.
En el principio estaba tu nombre como una barra de compás de las partituras musicales. Con el tiempo se convirtió en una progresión armónica.

Día 3
He soñado contigo. Ya mencioné que mis sueños son viajes al fondo de mis deseos. La última vez fue como una película alemana, en blanco y negro. Recuerdo que caminaba por las calles y lloviznaba. El olor a hierba y a tierra mojada inundaba el ambiente.
No había gente en las calles, todos eran fotografías en blanco y negro… del tipo de fotografías antiguas. Estando ahí no estaban, los veía pero no estaban presentes.
De repente, un fuerte viento me hizo mirar hacia atrás. Primero sentí el aroma de tu perfume y te vi en la puerta. Corrí a la calle para estar contigo y nos abrazamos. Comenzó a llover.

Día 9
Cada día busco cosas que me llenen. No existe un vacío total en mi alma, lo que me ha mantenido vivo son aquellas cosas que guardo como algo más valioso que el dinero: una pintura, un poema, el arte y la ciencia e incluso algunas banalidades.
El mundo no se acaba donde se junta el mar con el cielo; empieza cuando encuentras una salida hacia un universo más extenso. Somos muy diferentes, casi siempre discutimos por tonterías pero al final terminamos por reírnos de todo.
No puedo ni quiero negarlo: estoy enamorado de ti y lo estaré por lo que resta de vida. Nunca vacilo respecto a mis sentimientos. O acaso ¿no has sido tú la primera persona en la que pienso y la última antes de dormir?
El tiempo podría darnos las respuestas pero el tiempo se va. ¿Por qué tener miedo de estropearlo todo? ¿Por qué tener medo de entrar al mar cuando no hemos sentido la arena?
A veces algunos sueños son como castillos de arena…


Día 14
Pienso en mis días de la adolescencia, en la gente que conocí en la secundaria. Sentí un poco de envidia hacia algún compañero que se volvía popular en el salón de clases, tan sólo por presumirnos las fotografías de sus novias. Desde el punto de vista actual no sé si aún deseo ser como lo fue aquel individuo. En ciertos momentos siento que llegará el día en que no tenga suficientes cajas de madera para guardar tantas fotografías.

Día 18
No soy peor ni mucho mejor.
Somos como árboles creciendo o floreciendo cada día en cada estación. Todos tenemos nuestra primavera y un otoño. Nos volvemos más fuertes y si las raíces son profundas podremos dar buenos frutos.

Día 27
Sábado. Todos esperan la llegada del sábado con ansiedad, unos para huir de la rutina del trabajo, otros para quedarse frente a una mesa y escribir a alguien en particular. Frente a mí tengo un cigarrillo, una botella de Caribe Cooler y tu foto; hay música en el ambiente. El calor hace que mi cuerpo se empape de sudor y lo más apetecible en este momento es desprenderse de la ropa y quedarse desnudo frente al espejo.
Desnudarse de los nombres, de nuestras represiones, mostrarnos al mundo tal y como somos. Convertir la noche en poesía. Agazaparse en un cuerpo amorfo es la condena del mediocre.
Imagino un mar lleno de historias. Cada palabra expira en el instante que alguien te señala con el dedo. De nuevo elijo no ser parte de un sistema de vida. Es insoportable la levedad de existir en un ambiente saturado de cierta falsedad. Creo que hasta el alcohol y las drogas son aburridos en esta ciudad. ¡Ni hablar! Es el pecado que hay que pagar por no tomar parte de la vida cotidiana.

Luna llena
Decidí escuchar el sonido de las olas, las hojas de las palmeras que se mueven por el viento y las risas de los niños. La música de la naturaleza en todos los lugares que visito es un privilegio que se nos brinda sin tener que pertenecer a un grupo social.
¿Has escuchado el canto del viento en las montañas? Pienso en los lugares que pudiste haber visitado, no puedo esperar para oír de tu voz sobre los lugares que hayas visto o escuchado.
A donde vayamos siempre guardamos el recuerdo de un lugar especial para nosotros; un río, una montaña, un campo, un parque, una mirada.
Las cosas tangibles a nuestro tacto como una flor, una piedra, el agua, un cuerpo ardiente. De una u otra forma deseamos registrar esas experiencias en nuestra memoria, eso nos mantiene vivos y con la fuerza necesaria para seguir viviendo esta vida; para amar con la plenitud que merecemos.

Día 32
Hoy me doy cuenta cuan pequeño puede ser una persona para aquellos que su vida ya está resuelta, cuan insignificante resulta una mente ocupada en pensar y en filosofar para una persona que lo único que le importa es un puesto laboral. Trato de no prestarles atención o importancia. ¡Jamás imaginé mi vida de esta manera! ¿Por qué preocuparme por no llevar una vida normal? Normal para la gente integrada al sistema.
¿Para qué mortificarme con una insignificante masa de muertos vivientes?
Pienso en ti a ciertas horas. A veces me da miedo y no puedo evitarlo, ¿qué estarás haciendo? ¿Con quien y en donde?... ¿cómo?
Preferiría no pensarte y sin embargo deseo pensar en ti cada vez que el día acaba al llegar la noche.
El amor es como la muerte: te puede encontrar en un hermoso lugar o en el menos pensado… excepto que no sabes cuando te va a tocar.

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