lunes, diciembre 17, 2007

La tristeza infinita en vísperas de navidad (todos llevamos a un Grinch dentro de nuestro corazón).

A veces se siente un hueco en el estómago con un nudo en la garganta que, de no ser desahogado, se corre el riesgo de estallar en un llanto interminable hasta crear una marea de tristeza y desesperanza. Llegó el mes de diciembre, mes añorado por niños y adultos debido al ambiente que suele rodearle: Alegría, júbilo, sensación de paz y amor, por sobre todas las cosas. Sin embargo, hay personas que el solo hecho de sentir la proximidad del mes y todos los arreglos que éste conlleva se sumergen en un estado de tristeza, desánimo y decaimiento total. Las causas de la depresión navideña pueden ser variadas. De hecho, son bastante similares a los asociados a festividades como el Día de la Madre, Día del Padre, Día de los Enamorados o cualquier otra fecha significativa.
Sin embargo, el hecho de que la Navidad no sea una celebración de un día, sino una época del año rodeada de fiestas y celebraciones por doquier puede ser, para el individuo afectado por la depresión navideña, una verdadera tortura.
El fallecimiento de un ser querido, la distancia -tanto física como emocional- de un ser querido, la ruptura de pareja, las expectativas insatisfechas o no alcanzadas, los problemas económicos, los malos recuerdos o la soledad, pueden ser sólo algunas de las razones por las cuales un individuo se ensimisme y evite compartir con los demás la alegría de la temporada. Es importante que se haga una diferenciación entre la tristeza y la depresión. Esta última es una verdadera enfermedad, y amerita de tratamiento especializado, ya que el individuo es incapaz de sostener un comportamiento normal.
Se supone que la Navidad es una fiesta, o conjunto de fiestas, de naturaleza religiosa. En mi opinión, esto es mucho suponer en el caso de la mayor parte de la gente, para quienes las navidades tienen tanto de religioso como unas hemorroides de agradable. A mí en particular esto me molesta. Y no porque sea una persona religiosa - no lo soy - sino por esa hipocresía colectiva. Ahora sería el momento de que empiece a despotricar contra la imparable locomotora del consumismo que en estas fechas, alimentada por millones de tarjetas de crédito, corre a toda máquina. Pero no voy a ir por ahí.
El otro gran valor de las fiestas navideñas es el de la reunión familiar. Y a eso voy.
Afortunadamente veo a mi familia la mayor parte del año. Y lo que es más, me soporta y todo. Para mí lo de reunión familiar se torna en reunión con los amigos. Sí, de esos que son pocos y amigos de verdad y con quien tienes una sensación de intimidad que jamás tendrás con nadie.

Fenómeno Grinch o depresión navideña
La palabra Grinch, viene de la película donde un duende verde malhumorado trata por todos los medios, acabar con la navidad así como con el espíritu navideño de quienes le rodeaban; de ahí se toma, para identificar coloquialmente, este trastorno. Pero más allá de un nulo gusto por la navidad, las personas tienen auténticos razonamientos por las cuales sencillamente la navidad, “no va con ellos”. Los siquiatras Mexicanos Rafael Salin-Pascual y Alfredo Salmon, expresan que este fenómeno es de verdaderos “sociopatas”.
No todos los sociopatas son grinchs, un sociopata puede ser gustoso de la navidad pero quizá no de estar en entornos escolarizados, para ellos, la educación abierta. Cada quien habla como le va en la feria. Las razones son tan variadas que no forzosamente se es un socipata, por ejemplo; hay gente que no le gusta la navidad ya que extrañan los tiempos de la reunión familiar de antaño en casa de los padres con los hermanos y algunas visitas que eran clásicas en dichas fechas, para la tradicional cena y de ahí, los regalos.
Otra razón de las más entendibles y que abundan, es gente que durante el fin de año (Diciembre), experimenta alguna situación de duelo como la perdida de un ser querido o el rompimiento de la relación afectiva con su cónyuge o pareja, y produce reacciones adversas al común denominador.
Por ultimo, uno de los más comunes viene desde la infancia, que es la frustración ante los regalos, anhelando por siempre cierto juguete el cual, nunca llegó, por precio, miopía de los padres, etc. lo que les va causando un pesimismo ante las festividades, para que, de edad adulta, sea una absoluta desilusión a la navidad.
Pero curiosamente, nada de lo que hemos mencionado como muchas otras razones por las cuales se tiene este fenómeno grinch, es incurable, lo realmente difícil es encontrar la razón por la cual la navidad, no es del agrado de la persona.
Muchos esgrimen la teoría del mercantilismo y lo vació que es la fecha ante los demás, la hipocresía que reina durante una temporada ante la frialdad del resto del año, traducción: “todos somos amigos y gente feliz mientras es diciembre, pero el resto del año ni nos hacemos caso”.
Habrá quienes al final no les queda más remedio que unirse a la celebración. Lo cierto es que a muchos nos cuesta trabajo cerrar círculos en la vida y de eso se tratan los rituales de fin de año. Consideremos que un año más se va y que demasiados propósitos se quedaron flotando en el aire, el clima del invierno y la forma en que los rayos del sol caen sobre nosotros desde una dirección diferente: parece que los colores-a pesar de ser cálidos- influyen en el estado de ánimo. Pero el fin de un ciclo siempre dejará vacíos y caras tristes, explicar el por qué de la depresión navideña y tratar de encontrar un remedio para curarla, sería tan inhumano como obligar a otro a asesinar a sus semejantes.

Signos y síntomas de depresión navideña
Pérdida del apetito.
Pérdida de sueño.
Grandes deseos de no levantarse de la cama.
Desánimo para el aseo personal diario.
La persona se retrae, pierde el interés en comunicarse con los demás, volviéndose taciturna.

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