Al caer dentro del abismo sónico, la percepción se expande como el tiempo. He aqui las visiones de esa lenta caída. Espacio abierto a todos cuantos sepan leer.
viernes, marzo 05, 2010
sábado, febrero 06, 2010
Y es que la vida es movimiento, es el canto del cuerpo lo que nos alimenta (de la visita a un ensayo de una comparsa)
CHETUMAL.- El sonido de la música escapa por las ventanas, se percibe desde unos metros antes de llegar al salón destinado a los ensayos de los grupos de baile y danza. El Centro Cultural Universitario se llena de ritmos y sonidos caribeños que noche a noche hacen vibrar la duela, las paredes y los sentidos.
Los integrantes del grupo de bailes caribeños, dirigidos por el profesor Marco Antonio Rosetti Castillo, se preparan para repasar la coreografía que han preparado para su participación en el carnaval de este año. Conformado por 14 parejas, el grupo de bailes caribeños de la Universidad de Quintana Roo se perfila como uno de los espectáculos más esperados de los desfiles de carnaval.
Caracterizados por la diversidad de conceptos alrededor del trabajo coreográfico, Rosetti Castillo explica que los integrantes son estudiantes de la Universidad de Quintana Roo, no se trata de bailarines profesionales sino de jóvenes que disfrutan el baile, que se dedican en cuerpo y alma, además de que para muchas representa una buena manera de mantenerse en forma.
Agregó que los conceptos que ha introducido dentro de su trabajo se enfocaron en los elementos de la naturaleza. Detalló que en la preparación hacia el carnaval de cada año se cuidan mucho los detalles de buen gusto y estética para la coreografía, el vestuario y los movimientos, la imagen física, que las chicas luzcan femeninas sin caer en la vulgaridad, así como los hombres deben verse varoniles y en forma, nos detalla el director. Es bien sabido que dentro de esta expresión artística el cuerpo es el protagonista de la fiesta del movimiento. El cuerpo humano se deja llevar por el pulso de la música, en perfecta conjugación con el ritmo interno procedente del corazón.
Los ensayos son intensos, desde la noche que apenas comienza hasta la hora en que todo rastro del inmisericorde lado diurno del corazón ha desaparecido de los rostros, ya encendidos por la música. A veces se detienen porque algo no ha salido bien, ya no hay tiempo de repasar lo aprendido. Detalles que se cuidan como quien cuida de la vida. Y es que la vida es movimiento, es el canto del cuerpo lo nos alimenta el espíritu.
Marco Antonio Rosetti busca siempre dejar algo más que un simple gusto por el baile; se siente satisfecho de ofrecer a sus alumnos la posibilidad de acceder a un mundo más vasto a través del baile. Es así como les introduce en otras áreas de la danza, otros estilos de baile y de expresión, desde la danza contemporánea, el danzón, el baile de salón, el jazz, logrando una rica mezcla que da como resultado lo que el público ha disfrutado en cada carnaval y el de este año no será la excepción.
El acceso es limitado a los integrantes del grupo. Cada ensayo se realiza a puerta cerrada, no por ocultar algo indebido sino para mantener la expectativa alrededor del espectáculo, así como la calidad del mismo.
Intenso. Así describo lo que presencié hace unas cuantas noches en medio del calor humano, los cuerpos que se derriten al contacto de la música. El viento cálido de la temporada condensa las emociones y el cuerpo se prepara para la fiesta de la carne, de la música y la risa.
jueves, diciembre 03, 2009
De mi oscuridad hacia la luz en movimiento (Siete cuerpos)
Para Rosina y su arte en movimiento…
(No vayan a pensar que lo que escuchan es mi voz en off… ¡para nada!, es la voz de mi alma que se abre de par en par sobre los cuerpos en la oscuridad.)
Y si por una vez dejara que mis instintos y mis emociones hicieran lo necesario conmigo, no habría llegado a este punto.
Pesa, duele.
El eterno juego de la seducción, la amarga duda que surge en plena madrugada –justo cuando nuestros labios se resecan- o el camino bifurcado que evitaba encontrar en mi vida trazan una marea de sentimientos. ¿Colores? ¡Pero si a mí los colores sólo me sirven para combinar las diferentes formas de conseguirte! (¿recuerdas cuando visitamos el rincón oculto de la luna en mi vientre?)
Puedo ser muy dulce si me tratas con la misma cantidad de fenilalanina con la que pones a hervir tu corazón.
Soy así. Volátil, impaciente, deseo y sueño pero me detengo ante las dudas. Tengo miedo de mí, del futuro. Me aterra la idea de una mañana sin mí, sin ti.
¿Por qué no te acercas un poco más? Despréndete de tus temores y mira dentro de mi alma, también siento miedo y necesito un poco de luz, de tu fuerza.
Mi voz en movimiento que recorre los espacios vacíos, los espacios estáticos;
mi voz que lleva más vida y pasión fluye por los delgados pliegues de mi ropa,
de las orillas del cabello que es tuyo y de nadie más.
Y es que me da miedo quererte y no tenerte, de tenerte y que no me quieras
De perderte
Porque sabes bien que me mueven las cosas dulces de la vida, las prohibidas, las intensas y hasta las culeras (las manchadas)
Soy yo, como una pluma perdida en el ojo del huracán de mi frágil humanidad, posándose sobre el río de la vida,
Antes de ver mi cuerpo moviéndose entre baños de luces y miradas curiosas, escucha la oscuridad de mi corazón…
Antes de llevarte mi vida, antes de irte de mi, déjame amarte con la pasión que siento por ti,
Porque sin ti, no puedo moverme sobre el hilo sonoro de mis emociones y mis ideas.
Es todo lo que quiero para la eternidad, unirme a ti en el movimiento universal.
1
Siempre lo supimos. Besamos el mismo cielo amarillo bajo el hechizo de una lengua amarga. Hechizarnos fue sencillo: una par de palabras y la dulce caricia a nuestras emociones. Lo difícil fue hacernos a la idea de que algo tan insignificante creara un abismo entre nosotras, que nos quisimos tanto…
2
Dicen que me vieron romper los cristales de un carro. Seguramente me encontraba en un momento “difícil” y, como siempre, ellos lo exageraron todo. Pero créanme que no exagero cuando digo que me comeré al mundo entero. ¡Es mío carajo! Tomaré lo que me pertenece, gastaré mis horas sin aceptar reclamos: esta vida es mía y no estás invitado a compartirla. Te falta más que encanto y palabras bonitas para conseguirme. Me basta una luz de tu amor para tropezar… y siempre es así.
3
Soy yo, como una pluma perdida en el ojo del huracán de mi frágil humanidad, posándose sobre el río de la vida,
Antes de ver mi cuerpo moviéndose entre baños de luces y miradas curiosas, escucha la oscuridad de mi corazón…
Antes de llevarte mi vida, antes de irte de mi, déjame amarte con la pasión que siento por ti,
Porque sin ti, no puedo moverme sobre el hilo sonoro de mis emociones y mis ideas.
miércoles, diciembre 02, 2009
domingo, octubre 25, 2009
viernes, agosto 21, 2009
A propósito de los 40 años de Woodstock 69
Una vez más la fuente de ideas toma forma en tópicos del pasado. Pero eso me parece positivo pues los sucesos nos ayudan a reflexionar respecto al presente y en el escenario temporal de lo cotidiano. El pasado 15 de agosto se conmemoraron 40 años de aquel legendario concierto de Woodstock en 1969; hubo espacios dedicados al tema, desde los programas de radio en el cuadrante y en la web con programación de grabaciones originales en vivo, bootlegs, o documentales en la televisión. Las opciones fueron muy variadas y en todo el mundo occidental. Nunca es tarde para compartir un punto de vista más.
Tuve conocimiento del concierto de 1969 a la edad de 11 años y fue a través de una revista Selecciones. En esa revista uno encuentra libros y discos a la venta de artistas y temas variados. Uno de los libros trataba de la historia del siglo XX y tenía una foto clásica: la multitud frente al escenario en Woodstock. En ese entonces ya era un fan de Los Beatles y el rock de los 60 hacía mella en el niño de entonces. Mi madre me contó de qué se trató ese concierto, pero que no habían estado presentes los de Liverpool y que Santana había hecho ahí su presentación. El tiempo pasó y conocí la historia como ya es de todos sabida.
En una ocasión mientras conversaba con unos amigos y amigas que conozco desde hace muchos años, afirmé que “los ochentas me gustaron, viví mi infancia y pubertad en esos años, pero no tienen nada que ver conmigo”. Es cierto. Me gustó el disco Thriller, me alucinó Madonna y viví aterrorizado por el fantasma de la guerra nuclear, pero nada más. No me enamoré ni dejé mi casa para seguir mis sueños al compás de “Wake me up before yo go” o “Besos de ceniza”.
Sin el Muro de por medio
Puedo decir que mi juventud como tal comenzó en 1990, cuando tres tipos cantaban de manera animal acerca de sueños y té para tres; mi generación (quizá la X a la meXicana) fue una a la que le hicieron creer que su país entraría al primer mundo y la que finalmente se dividirá en dos: los yuppies y los otros. Muchos jóvenes de entonces nos vestimos con camisas de franela, jeans desgarrados, botas mineras o tenis (todo porque la música de Nirvana y Pearl Jam nos habían atrapado). En Chetumal parecía que nada cambiaba excepto que en algunas colonias del centro ya comenzaba a entrar el sistema de televisión por cable, lo que significaba una cordial visita a nuestro mejor amigo tan solo para ver la programación de MTV. De esa manera algunos conocimos el sonido de Smashing Pumpkins, de Alice in Chains y de R.E.M., todas bandas emblemáticas de la primera mitad de la década de los 90 y que definirían el rumbo musical de este lado del globo. Al fin y al cabo que el Muro de Berlín ya no existía.
Llegó 1994. Luego de una madrugada de fiesta por el año nuevo, en la televisión daban cuenta de un grupo guerrillero que había atacado los puestos militares de San Cristóbal de las Casas. Se hacían llamar Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, y su vocero era el Sub Comandante Marcos. De ultramar llegaba la noticia de que Kurt Cobain había caído en coma luego de intentar cometer suicidio. Semanas más tarde lo conseguiría; era abril de 1994 y fue uno de los sucesos que marcarían la década. Además de Nirvana y demás bandas “grunge”, completábamos el círculo con algunas bandas nacionales como Fobia, Caifanes, la Maldita, Santa Sabina y varios más que comenzaban a conformar una escena musical alternativa a la maricona ñoñería de los baladistas de la radio.
En ese mismo año se anunció el concierto que conmemoraría los 25 años de Woodstock 69 en Saugerties, Nueva York. Reunió a 300 mil espectadores y su eslogan fue "Dos días más de paz, amor y música" (a pesar de haber durado 3 días). El concierto se celebró del 12 al 14 de agosto de 1994. El concierto fue apodado "Mudstock" ("Montón de fango") debido a que el día 13 cayó un aguacero y la banda Green Day vio convertirse a su espectáculo en una enorme pelea de barro entre la banda y los fans, donde murieron 4 ahogados. Además, al bajista de la banda, Mike Dirnt, fue confundido con un espectador por uno de los miembros de seguridad, y al intentar volver al escenario le partieron cuatro dientes, el contesto "¡hey! que soy el bajista del grupo", a lo cual el miembro de seguridad le contesto "eso ya lo he oído antes" y siguió golpeándole. Tras el concierto la banda de punk-rock confeso que era lo mas anarquista que habían visto en sus vidas.
Se dice que Nirvana habría sido el estelar del festival de no haber sido por la muerte de Cobain. En su lugar estuvieron los Smashing Pumpkins, pero también es otra leyenda urbana porque los Pumpkins sólo participaron en la gira Lollapalooza durante 1994. La verdad histórica fue que a los miembros restantes de Nirvana les ofrecieron una lana a cambio de que subieran con un vocalista sustituto a manera de homenaje. Grohl y Novoselic dijeron “que nel”.
En México vivíamos una “bonanza”. Con 200 pesos un adolescente podía comprar un disco compacto, ir a cenar con mi novia, ir al cine, y me sobraba para comprar un libro. Con 500 pesos yo me sentía “el adolescente más rico del mundo”. Como a Witzy Araña: vino el “Error de diciembre” y se la llevó, la realidad se revelaba ante nuestras conciencias adolescentes para darnos cuenta de que las cosas se guardan en este país para que nadie las modifique. Antes de eso, entre algunos amigos o conocidos cabía la posibilidad de que uno de ellos fuera al “Woodstock 94”. Supe de uno que estuvo en un Lollapalooza. No sucedió así. El Woodstock 94 me agarró en el Bosque de Chapultepec durante una tarde lluviosa mientras, desde el sonido local de la feria de la Montaña Rusa, la transmisión en vivo vía satélite desde Woodstock 94 llegó a mis sentidos para grabarse en mi memoria. Según describían uno de los momentos climáticos del día del festival: la guerra de lodo entre Green Day y el público. La lluvia fría de agosto en la Ciudad de México fue lo más cerca del ambiente que debió haberse sentido en el festival.
Come as you are
Hoy ya no visto de franela y siento nostalgia por los días de greña, de grunge y café de Coyoacán. Los conciertos masivos siguen siendo la manera más rentable de mantener la nostalgia legislada (como la bautizaría Douglas Copland en “Generación X”) y la maquinaria del consumo. Que si a los jóvenes nos definió un festival o nos movió a realizar una versión “Región 4” de la celebración, es un tema en el que habría muchos puntos de vista encontrados. Woodstock 69 no me definió ni por un centímetro pero el del 94 tampoco lo sentí como “el suceso de mi generación”. A la percepción que tenía entonces, me pareció como una película retro en el que la nostalgia sementera había llegado a su punto climático. Sin mucho que protestar ni argumentos en contra de alguien o algo, nuestra generación (la meXicana) comenzaba a darse cuenta de que de nuevo nos habían engañado y que los errores del pasado aún se cobrarían las facturas a las generaciones del futuro. Los que siguieron por el camino de los yuppies se desentendieron de las cuestiones sociales desde antes de llegar a los 25 años, tan sólo para acumular una riqueza personal a cualquier costo; los otros llegaron a los 30 con más dudas que sueños respecto a la realidad del país en el que nos tocó vivir. ¿Y los más jóvenes?... ¿tendrán su “emostock” o algo parecido? No, ahora ven reality shows de personajes patéticos, tapizados con marcas y carentes de sentido.
A 40 años de Woodstock 69 no queda nada más que un camino revisitado en el que el reflejo de días mejores nos mantienen con la esperanza de que todo cambie algún día, para todos. Pan con lo mismo. Urgen nuevas manifestaciones juveniles y sociales, una generación conciente y reflexiva, creativa e inteligente sin prejuicios. Sólo así podríamos establecer un nuevo equilibro al Universo en que vivimos y encontrar el acontecimiento histórico triunfal de cada generación. El pasado es suyo, el futuro es nuestro.
Tuve conocimiento del concierto de 1969 a la edad de 11 años y fue a través de una revista Selecciones. En esa revista uno encuentra libros y discos a la venta de artistas y temas variados. Uno de los libros trataba de la historia del siglo XX y tenía una foto clásica: la multitud frente al escenario en Woodstock. En ese entonces ya era un fan de Los Beatles y el rock de los 60 hacía mella en el niño de entonces. Mi madre me contó de qué se trató ese concierto, pero que no habían estado presentes los de Liverpool y que Santana había hecho ahí su presentación. El tiempo pasó y conocí la historia como ya es de todos sabida.
En una ocasión mientras conversaba con unos amigos y amigas que conozco desde hace muchos años, afirmé que “los ochentas me gustaron, viví mi infancia y pubertad en esos años, pero no tienen nada que ver conmigo”. Es cierto. Me gustó el disco Thriller, me alucinó Madonna y viví aterrorizado por el fantasma de la guerra nuclear, pero nada más. No me enamoré ni dejé mi casa para seguir mis sueños al compás de “Wake me up before yo go” o “Besos de ceniza”.
Sin el Muro de por medio
Puedo decir que mi juventud como tal comenzó en 1990, cuando tres tipos cantaban de manera animal acerca de sueños y té para tres; mi generación (quizá la X a la meXicana) fue una a la que le hicieron creer que su país entraría al primer mundo y la que finalmente se dividirá en dos: los yuppies y los otros. Muchos jóvenes de entonces nos vestimos con camisas de franela, jeans desgarrados, botas mineras o tenis (todo porque la música de Nirvana y Pearl Jam nos habían atrapado). En Chetumal parecía que nada cambiaba excepto que en algunas colonias del centro ya comenzaba a entrar el sistema de televisión por cable, lo que significaba una cordial visita a nuestro mejor amigo tan solo para ver la programación de MTV. De esa manera algunos conocimos el sonido de Smashing Pumpkins, de Alice in Chains y de R.E.M., todas bandas emblemáticas de la primera mitad de la década de los 90 y que definirían el rumbo musical de este lado del globo. Al fin y al cabo que el Muro de Berlín ya no existía.
Llegó 1994. Luego de una madrugada de fiesta por el año nuevo, en la televisión daban cuenta de un grupo guerrillero que había atacado los puestos militares de San Cristóbal de las Casas. Se hacían llamar Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, y su vocero era el Sub Comandante Marcos. De ultramar llegaba la noticia de que Kurt Cobain había caído en coma luego de intentar cometer suicidio. Semanas más tarde lo conseguiría; era abril de 1994 y fue uno de los sucesos que marcarían la década. Además de Nirvana y demás bandas “grunge”, completábamos el círculo con algunas bandas nacionales como Fobia, Caifanes, la Maldita, Santa Sabina y varios más que comenzaban a conformar una escena musical alternativa a la maricona ñoñería de los baladistas de la radio.
En ese mismo año se anunció el concierto que conmemoraría los 25 años de Woodstock 69 en Saugerties, Nueva York. Reunió a 300 mil espectadores y su eslogan fue "Dos días más de paz, amor y música" (a pesar de haber durado 3 días). El concierto se celebró del 12 al 14 de agosto de 1994. El concierto fue apodado "Mudstock" ("Montón de fango") debido a que el día 13 cayó un aguacero y la banda Green Day vio convertirse a su espectáculo en una enorme pelea de barro entre la banda y los fans, donde murieron 4 ahogados. Además, al bajista de la banda, Mike Dirnt, fue confundido con un espectador por uno de los miembros de seguridad, y al intentar volver al escenario le partieron cuatro dientes, el contesto "¡hey! que soy el bajista del grupo", a lo cual el miembro de seguridad le contesto "eso ya lo he oído antes" y siguió golpeándole. Tras el concierto la banda de punk-rock confeso que era lo mas anarquista que habían visto en sus vidas.
Se dice que Nirvana habría sido el estelar del festival de no haber sido por la muerte de Cobain. En su lugar estuvieron los Smashing Pumpkins, pero también es otra leyenda urbana porque los Pumpkins sólo participaron en la gira Lollapalooza durante 1994. La verdad histórica fue que a los miembros restantes de Nirvana les ofrecieron una lana a cambio de que subieran con un vocalista sustituto a manera de homenaje. Grohl y Novoselic dijeron “que nel”.
En México vivíamos una “bonanza”. Con 200 pesos un adolescente podía comprar un disco compacto, ir a cenar con mi novia, ir al cine, y me sobraba para comprar un libro. Con 500 pesos yo me sentía “el adolescente más rico del mundo”. Como a Witzy Araña: vino el “Error de diciembre” y se la llevó, la realidad se revelaba ante nuestras conciencias adolescentes para darnos cuenta de que las cosas se guardan en este país para que nadie las modifique. Antes de eso, entre algunos amigos o conocidos cabía la posibilidad de que uno de ellos fuera al “Woodstock 94”. Supe de uno que estuvo en un Lollapalooza. No sucedió así. El Woodstock 94 me agarró en el Bosque de Chapultepec durante una tarde lluviosa mientras, desde el sonido local de la feria de la Montaña Rusa, la transmisión en vivo vía satélite desde Woodstock 94 llegó a mis sentidos para grabarse en mi memoria. Según describían uno de los momentos climáticos del día del festival: la guerra de lodo entre Green Day y el público. La lluvia fría de agosto en la Ciudad de México fue lo más cerca del ambiente que debió haberse sentido en el festival.
Come as you are
Hoy ya no visto de franela y siento nostalgia por los días de greña, de grunge y café de Coyoacán. Los conciertos masivos siguen siendo la manera más rentable de mantener la nostalgia legislada (como la bautizaría Douglas Copland en “Generación X”) y la maquinaria del consumo. Que si a los jóvenes nos definió un festival o nos movió a realizar una versión “Región 4” de la celebración, es un tema en el que habría muchos puntos de vista encontrados. Woodstock 69 no me definió ni por un centímetro pero el del 94 tampoco lo sentí como “el suceso de mi generación”. A la percepción que tenía entonces, me pareció como una película retro en el que la nostalgia sementera había llegado a su punto climático. Sin mucho que protestar ni argumentos en contra de alguien o algo, nuestra generación (la meXicana) comenzaba a darse cuenta de que de nuevo nos habían engañado y que los errores del pasado aún se cobrarían las facturas a las generaciones del futuro. Los que siguieron por el camino de los yuppies se desentendieron de las cuestiones sociales desde antes de llegar a los 25 años, tan sólo para acumular una riqueza personal a cualquier costo; los otros llegaron a los 30 con más dudas que sueños respecto a la realidad del país en el que nos tocó vivir. ¿Y los más jóvenes?... ¿tendrán su “emostock” o algo parecido? No, ahora ven reality shows de personajes patéticos, tapizados con marcas y carentes de sentido.
A 40 años de Woodstock 69 no queda nada más que un camino revisitado en el que el reflejo de días mejores nos mantienen con la esperanza de que todo cambie algún día, para todos. Pan con lo mismo. Urgen nuevas manifestaciones juveniles y sociales, una generación conciente y reflexiva, creativa e inteligente sin prejuicios. Sólo así podríamos establecer un nuevo equilibro al Universo en que vivimos y encontrar el acontecimiento histórico triunfal de cada generación. El pasado es suyo, el futuro es nuestro.
martes, junio 30, 2009
Trascendiendo las fronteras sonoras y la presencia divina inexistente
"En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad." Arthur Schopenhauer
"El éxtasis musical implica una vuelta a la identidad, a lo originario, a las raíces primarias de la existencia. En él sólo queda el ritmo puro de la existencia, la corriente inmanente orgánica de la vida. Oigo la vida. De ahí arrancan todas las revelaciones"
Émile Michel Cioran en "El libro de las quimeras"
"El lenguaje humano es como una olla vieja sobre la cual marcamos toscos ritmos para que bailen los osos, mientras al mismo tiempo anhelamos producir una música que derrita las estrellas." Gustave Flaubert
Durante una gran parte de mi vida me he declarado ateo y escéptico antes las cuestiones paranormales. No obstante mi naturaleza artística, la educación universitaria y las experiencias de vida me han llevado por caminos en los que las ideas trascienden a la materia: la expansión del espíritu y la conciencia. Usando llaves literarias o enteógenas, la conciencia alcanza niveles de conocimiento que en una vida no se puede desarrollar de manera normal.
Tampoco soy materialista en el sentido estricto de la palabra pues, mientras unos pasan la vida entera comprando baratijas que no sirven más que para aparentar un “status”, mi status humano ha mantenido una relación equilibrada entre objeto e idea. Objetos preciados en mi vida son los discos (de vinilo y discos compactos), los libros y las fotografías, artículos que en la “concepción de realidad” de cualquier persona no significan más que dinero invertido en nada.
La música, abstracta e íntima desde su concepción, es un hada que nos envuelve en una nube de emociones, imágenes, recuerdos, aromas y momentos importantes en nuestra vida. Lloramos al compás de los latidos débiles del corazón herido de amor, cantamos a la presencia de lo ausente mientras cientos de labios cantan el último éxito del “mugretonero” del momento. El sonido se percibe, no se palpa. Musicalmente las personas están conectadas entre sí compartiendo espacio y tiempo, pues es bien sabido que desde los albores de la humanidad el hombre comenzó a hacer música en su sentido más básico: el ritmo.
El ritmo es una extensión de los latidos del corazón, del pulso sanguíneo y los impulsos. De ahí que un ritmo lento nos lleve por terrenos mojados de nostalgia mientras que los más desenfrenados “beats” incitan a una fiesta. Otros elementos de la música como la melodía, la armonía y el tiempo, son básicos para crear música o disfrutarla. No es necesario ser una eminencia en solfeo pero una buena educación del sentido musical de cualquier persona ayuda a tener una concepción más estética de lo que escuchamos. Insisto, el reguetón no tiene nada de estético ni cultural. Basura, pues.
La enciclopedia Wikipedia menciona en su definición de música que “la música, como toda manifestación artística, es un producto cultural. El fin de este arte es suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, etc.)”. Estoy de acuerdo, aunque dudo que las Pussy Cat Dolls o la camada de reguetoneros susciten una experiencia estética, aunque se trate de una manifestación cultural (la cultura del consumo, lo plástico y desechable).
El músico es un medio, jamás el fin. La música elige a sus amantes, a sus amigos, a sus consortes y hasta sus “dioses”, no en balde aquella pinta en la década de los 60 que decía “Clapton es Dios”.
En el mundo existen los aficionados a la música y los profesionales, aunque no tengan un título universitario o diploma, el músico se forma en la praxis, la escuela únicamente provee las herramientas y el conocimiento, por lo tanto el músico se forma como todo ser humano en la vida en los terrenos del amor: se emociona, llora, le rompen el corazón, se lo rasguñan, seduce, enamora, desenamora, golpea, protesta, grita, se libera y llega a la grandeza espiritual, trasciende a través de su obra a las fronteras cronométricas.
La obra de los compositores –ya sean clásicos, populares, folklóricos o de vanguardia electrónica- está registrada en los miles de millones de discos y cintas existentes alrededor del mundo. De manera material la música existe en los surcos del disco de acetato. En la actualidad la música se ha reducido al modo binario de unos y ceros, pulsaciones eléctricas dentro de un laberinto de circuitos microscópicos. Creemos en la música porque podemos crearla e interpretarla ante el público, la disfrutamos, fluye como morfina en medio de un dolor interminable o como miel a través de unos labios ansiosos de besos.
Un proverbio hindú dice “Dios me quiere cuando rezo, pero me ama cuando le canto”. Para los indios la música es el medio para llegar a Dios (Brama, Krishna, Shiva, etc.), y así ha sido en todas las civilizaciones en el que la música sumerge a la masa en un éxtasis interpretado como “posesión divina”.
Afuera hay un mundo resignado a la idea de que “todo ya está escrito”. Dentro de cada individuo late el pulso de la música, y con ello se suceden olas de recuerdos y emociones que nos llevan a afirmar que nuestra vida tiene una banda sonora. La música mueve almas, lo mueve todo; es el motivo por el cual quiero seguir viviendo y en lo que creo ciegamente. Sin música el mundo puede declararse muerto.
Por estas razones la música es la fuerza que me invade y me salva. No importa si los discos se rompen o los mp3 se borran de nuestro disco duro, si nos parten el corazón o el vividor seudo músico burócrata vive de sus regalías, la música jamás nos abandonará porque es parte del ser humano. No creo en una fuerza superior más que en la música.
domingo, junio 21, 2009
La cultura: como el amor, debemos hacerla todos los días
Cuando leemos la palabra “cultura” lo primero que pensamos es en un museo oscuro, frío y aburrido, o en un concierto de música clásica donde la persona más prendida es aquella que mueve las manos con suavidad, al compás de la música. Esas son actividades culturales, aunque el concepto de “cultura” involucra muchos puntos de vista para llegar a una definición, va más allá de las simples actividades culturales. Cuando una persona desconoce los acontecimientos que suceden en su comunidad, los usos y costumbres, o simplemente, el quehacer humano que asegura su trascendencia en la historia, se dice que una persona es “inculta”.
Reunirse regularmente en grupos de amigos con intereses en común, es una actividad cultural, la actividad que realicen los define dentro de la sociedad y les otorga características definidas. Claro que una reunión a las chelas es una festividad, es parte de la sociedad a la que pertenecen.
Hagamos un paseo mental por las calles de nuestra ciudad (no importa si están en Playa, Cancún, Chetumal, Isla Mujeres… sólo háganlo) y prestemos atención en los grupos que encontremos. Observen que entre ellos tienen una manera de comunicarse en común, un lenguaje que involucra mensajes codificados como una manera de mantener la mística de su tribu. Si los punks, los emos, los cholos, los skatos, se saludan “chido”, con un saludo de manos que más parece toda una acrobacia dactilar, naturalmente del lado “Light” de la sociedad también tienen sus maneras de saludarse, sus códigos, costumbres, sitios de reunión. Cada grupo social cuenta con los elementos que lo definen como una cultura dentro de una sociedad, no importa el medio en el se desenvuelvan, sea urbano o rural, la cultura define en su contexto al hombre.
Parte de lo que somos -individualmente- forma parte del bagaje cultural con el que nos nutrimos. Por ejemplo, en casa adquirimos el hábito de leer, escuchar música y el gusto por las reuniones sociales. Más tarde en la escuela, las aficiones e inquietudes nos unen a un selecto grupo de amigos (esa es la realidad, somos selectivos) son afines –la lectura, la música y la socialización- y entonces comienza todo un viaje de conocimiento sobre los libros (ficción, ensayos, cómics, revistas) o el intercambio de discos. Pueden ser otras actividades, no necesariamente la lectura y la música. Precisamente por eso hablamos de una sociedad pluricultural, misma que para exista una convivencia armónica entre cada una, es necesaria la tolerancia basada en el conocimiento y respeto de cada grupo social o tribu urbana.
Cultura no sólo es ir a conciertos y exposiciones, no se trata de capacitar a cientos de personas en medidas de seguridad ante huracanes o de decir que las etnias son importantes cuando ni siquiera sabemos cómo coexisten en nuestra sociedad. La cultura es como el amor: hay que hacerlo todos los días. Y hay que hacerlo precisamente para trascender en el tiempo, a las fronteras de la memoria o a los hitos de personas que toman la bandera de la “cultura” con fines electorales sin mostrar el menor signo de humanismo o cultura.
Hay que reclamar espacios de cultura joven, donde convivan todas las manifestaciones artísticas que reflejan la cultura de las tribus urnas y los grupos sociales dentro de la sociedad joven. Definitivamente la cultura no tiene por qué ser aburrida.
jueves, junio 18, 2009
Suena igual, y se toca igual: el sonido de los nuevos clásicos
Ayer por la tarde, después de terminar el trabajo del día, me puse cómodamente a navegar por los rincones del ciberespacio. Con tantas opciones de entretenimiento o información, como sucede en el mundo real, entré un ratito a ese “cinito” virtual llamado YouTube. Lo primero que se me ocurrió buscar fue el video de Gina Montes y su reaparición en televisión. No lo encontré y mejor busqué algo menos desencantador. Teclee “Brian Wilson”. De inmediato apareció una lista de videos disponibles. Elegí uno titulado “The Fendertones: Pet Sounds live”; lo que vi y escuché se acercó a lo que experimenté la primera vez que escuché un órgano monumental. Me sorprendió ver a una orquesta de músicos jóvenes y adultos interpretando uno de los más grandes temas instrumentales del disco Pet Sounds de Los Beach Boys, tema homónimo y que es un deleite para los sentidos pues más que sonidos, escuchamos colores y emociones. Pero no me extenderé, lo mejor será que consigan el disco.
Una segunda vista al video sirvió para disfrutar del platillo y sus ingredientes en forma de luz y sonido. Vaya pues que uno descubre cosas que durante mucho tiempo laten en nuestra conciencia como leitmotiv, pulsaciones en forma de beats e imágenes sonoras en forma de “poesía pop”. Como músico (que no lo he dejado de ser) es toda una revelación cuando descubrimos que el “toing toing” de una guitarra no suena igual si no es tocada en el instrumento correcto o, dicho de otro modo, para disfrutar el sonido original de la “rola” hay que tocarla con los instrumentos originales.
Que los planetas y los seres humanos estemos más alejados los unos de los otros, no es nada nuevo. Lo mismo sucede por ejemplo con la música clásica y la música antigua. Primero catalogo como música clásica a la que reúne en su catálogo o repertorio las obras de maestros como Mozart, Beethoven, Schubert, Paganini, Wagner, y toda la orquestal; por otro lado, la música antigua comprende desde la edad media, el renacimiento, el barroco y una parte del clasicismo con Mozart y Haydn. Toda la música sinfónica se interpreta con instrumentos modernos, o sea, con aquellos que tienen características y adaptaciones hechas en los siglos XIX y XX; en tanto que la música antigua se interpreta en instrumentos réplica a partir de originales conservados en museos de Europa o países latinoamericanos que formaron parte de la Nueva España.
- “¿Qué sentido tiene tocar todo ese repertorio con instrumentos réplica u originales si al final lo que cuenta es que suena la canción y la pieza? Suenan igual” – puede ser, pero no todas las salsas boloñesas saben igual. Las propiedades de la madera con la que fue construido un violín, el barniz, el encordado, entre muchas otras técnicas que aplican a cada instrumento (ya sea de aliento, de cuerda o de percusión) le otorgan una sonoridad característica, misma que toma forma propia cuando el músico ejecuta dicho instrumento. El violín de Itzhak Perlman no suena igual que si lo tocara Anne-Sophie Mütter.
El encanto de las interpretaciones “históricas” (como se le llama en el mundo musical) radica en el empleo de técnicas de interpretación, construcción de instrumentos y recrear ciertos usos y costumbres en la técnica del música, de acuerdo al período musical abordado; de ahí que las “Cuatro estaciones” de Vivaldi interpretadas con una orquesta barroca nos parecen un remedo de sonido comparado a la monstruosa orquestación de Herbert Von Karajan. No es necesario saber demasiados tecnicismos para comprender un discurso musical barroco, ni tener las manos de Eric Clapton para que “Layla” suene con toda la potencia.
Volviendo a The Fendertones, esta agrupación se compone de músicos jóvenes y adultos, involucrados con el mundo musical y los instrumentos musicales Fender (de ahí “Fendertones”) y se han presentado juntos desde la década de 1960 del siglo XX. Sus presentaciones actuales consisten en conciertos de caridad en el que interpretan la obra de los Beach Boys y Brian Wilson. En YouTube se encuentran algunos videos muy padres. Les dará gusto –para los que conocen el repertorio de los californianos- encontrar una excelente interpretación de “God only knows” o emocionarse con una de las tantas “sinfonías pop” que Wilson concibió en su etapa más creativa, el clásico “Heroes & Villains”.
El grupo utiliza casi la misma dotación instrumental que Brian Wilson tuvo durante la grabación de sus discos: bajos y guitarras Fender, Theremin, orquesta de cuerdas, banda de metales, percusiones y hasta botellas de coca cola, sin faltar el uso de la tecnología y un gran coro que recrean las armonías vocales del “sonido de California”.
La experiencia en vivo debe ser intensa, y seguramente pondría los pelos de punta a cualquiera pues aunque en su tiempo fue incomprendido y aún algunos le menosprecian, Brian Wilson creó la música más maravillosa que el Pop pudo darle al mundo, sin chapucerías sexuales de lolitas caprichudas ni la vulgaridad del reguetón y sus insulsas proclamas a un “quickie” insípido.
Podemos hablar de la interpretación histórica de los nuevos clásicos de la música. Finalmente, las Polonesas de Chopin tuvieron su origen en las polkas, y los grandes maestros de la música rusa como Mussorgsky, Borodin y Tchaicoksky exploraron las posibilidades de los aires rusos, de la misma manera que Moncayo, Chávez y Revueltas.
Será rock and roll, pero se trata de la voz de una generación, de un momento social y cultural. El mundo no sería el mismo sin su correspondiente banda sonora.
lunes, mayo 18, 2009
Qué sola se va a quedar mi muerte sin su vida, maestro Benedetti

El olvido está tan lleno de memoria, que a veces no caben las remembranzas, y hay que tirar rencores por la borda, en el fondo el olvido es un gran simulacro.
De la tertulia en la placita e interminables tazas de café de “El Jarocho”, llevamos nuestras almas inquietas a la intimidad de una salita de estar en una casa del rumbo de Copilco (en el sur de la Ciudad de México). Refugio para el grupo de amigos que crecía con el paso de los meses y la sed de conocimiento que nos ayudaría a descifrar el secreto de la vida, las charlas se prolongaban entre lúcidas alucinaciones acerca de la geografía del amor y sus extrañas maneras de manifestarse. De un libro forrado con papel de un periódico “izquierdoso”, más versos encendieron la curiosidad:
Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.
Mario Benedetti, cuyo nombre real era Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, Uruguay. integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros. Su prolífica producción literaria incluyó más de 80 libros, muchos de los cuales fueron traducidos a 20 idiomas. Recibió la formación primaria y secundaria en Montevideo y a los dieciocho años se trasladó a Buenos Aires donde residió por varios años. En 1945 formó parte del famoso semanario «Marcha» donde se formó como periodista, colaborando allí hasta 1974. Ocupó el cargo de director del Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo. Desde 1983 se radicó en España donde permanece la mayor parte del año. Obtuvo el VIII Premio Reina Sofía de Poesía y recibió el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Su vasta producción literaria abarca todos los géneros, incluyendo famosas letras de canciones, cuentos y ensayos, traducidos en su mayoría a varios idiomas. De su extensa obra se encuentran entre otros, la novela “Gracias por el fuego”, “El olvido está lleno de memoria”, y los poemarios, “Inventario Uno” e “Inventario Dos”. Tras el Golpe de Estado del 27 de junio de 1973 renuncia a su cargo en la Universidad de la República, en Montevideo, pese a ser elegido para integrar el claustro. Por sus posiciones políticas debe abandonar Uruguay, partiendo al exilio en Buenos Aires, Argentina. Posteriormente se exiliaría en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado, para luego instalarse en Cuba, en el año 1976. Al año siguiente, Benedetti recalaría en Madrid, España. Fueron diez largos años los que vivió alejado de su patria y de su esposa, quien tuvo que permanecer en Uruguay cuidando de las madres de ambos. En 1976 vuelve a Cuba, esta vez como exiliado, y se reincorpora al Consejo de Dirección de Casa de las Américas.
En más de una ocasión me han preguntado por qué me gusta la obra poética de Mario Benedetti, y les respondo que, primero, sus letras llegaron en un momento clave de mi vida (el inicio de mis estudios de arte) y que la poesía siempre va a estar ligada íntimamente a la música. Así pues, su obra poética influyó en la manera de abordar e interpretar nuestras canciones, buscando siempre más allá de las emociones y las metáforas. Otra razón deriva de la poesía misma, jugando el papel de llave que abriría las puertas al universo de las emociones y los recuerdos a flor de piel; porque finalmente la obra artística debe provocar reacciones en el individuo, en la sociedad, asegurando la trascendencia del espíritu humano. Benedetti trascendió las emociones, las ideas, los momentos, lugares que no se convirtieron en comunes; superó los años en el exilio a causa de las feroces dictaduras imperantes en el cono sur durante la década de los 70, en el siglo XX.
