“Como dice Don Juan, todos tenemos las mismas posibilidades de que cada momento sea nuestra última batalla. Ahora cada instante que vivo, que estoy con mi hijo y mi esposo; cuando canto, todo tienen más valor”. Rita Guerrero (1964 - 2011).
Parecería un cliché y hasta cierto punto, extemporáneo. Pero en las cuestiones del arte y de las manifestaciones del espíritu humano el tiempo no pasa nunca. Hoy escribo como si hacerlo daría alivio a la tristeza que a muchos de los que pertenecimos a la generación que vivió los 90 con toda su juventud, nos invadió en días pasados. El 11 de marzo de 2011, Rita Guerrero, vocalista y co-compositora del grupo de rock mexicano Santa Sabina, fallecía a causa del cáncer de mama.
En un país de machos, Rita Guerrero fue la reencarnación misma de una Tonantzin gótica cuya voz dio alivio a las tristezas infinitas de nuestra juventud. Le rendimos culto, la amamos, le rezamos a Santa Rita. En la escena rockera mexicana, Rita se ganó a base de preparación y mucho amor a su arte, el lugar que desde siempre tuvo: mujer extraordinaria y artista extraordinaria e incansable luchadora social. A todos, hombres y mujeres, nos tuvo a sus pies en cada presentación, pero también aprendimos que la vida va más allá de simples banalidades. Santa Sabina fue su lugar de aparición.
Los recuerdos de mi juventud se volcaron en mi mente como eco a la distancia; momentos y ciclos en los que la ira, la soledad y el desamor desembocaron en un tímido coqueteo con la poesía, la fantasía vampírica, lo “dark” y la filosofía existencial. En 1992 las primeras noticias del movimiento rockero nacional llegaron a través de programas de televisión vespertinos y en revistas “fresas”. Con suerte, y si tenías amigos que viajaran seguido a la ciudad de México, leías un ‘fanzine’ o una Conecte. Fue en una revista “fresa” (una Eres) donde leí un artículo reseñando a las nuevas bandas del rock mexicano y que darían mucho de qué hablar. Santa Sabina, descritos en esa publicación como una banda dark. A los 17 años no todos gozan de una percepción “marca Disney” de la vida. Yo quería probar de esa música descrita como oscura, depresiva. Y la foto atrapó mi atención: Rita Guerrero ataviada con un vestido negro, casi entallado pero de apariencia desgastada, con medias de malla negra que le daban el aire de femme fatale de Coyoacán. Drogado con mis propias hormonas y con muchos sueños de comerme el mundo, Rita se convirtió en mi amor platónico de la adolescencia.
Más allá de toda fantasía, Rita fue una mujer que desde muy joven tuvo en claro lo que deseaba, su sólida preparación artística reflejada en la obra que nos legó, en cada presentación con Santa Sabina y en sus proyectos de música antigua (Ensamble Galileo y como directora del Coro de la Universidad del Claustro de Sor Juana) y como actriz (Ciudad de ciegos, Vox thanathos), conductora de televisión (La materia de los sueños, 1995). Se sabe de su participación durante la huelga estudiantil de 1987 de la UNAM. Desde entonces su activismo en pro de las causas sociales fue una constante en su vida, que en muchos de los que vivimos la época del surgimiento del movimiento zapatista tuvo efecto pues, de repente, íbamos a las tocadas en Ciudad Universitaria –en 1994-95- en los que por una donación voluntaria de frijoles y otros productos no perecederos para las comunidades de Chiapas, en tanto que asistíamos a un festival masivo de música, aprendimos a que las causas sociales son una buena razón para luchar y seguir viviendo, que la realidad no es la misma para todos.
La pregunta obligada después de conocer la noticia de su fallecimiento, ¿quién era Rita Guerrero?, en voz de los más jóvenes no se hizo esperar. Una generación que creció a la sombra de una podrida MTV, en un ambiente cargado de vida política y ausencia de estímulo artístico de vanguardia, desconoce mucho más de lo que imagina, por mucha actividad que tenga navegando en Internet. Y es natural, la brecha generacional se levanta una vez más. Quedan sus discos, los videos en YouTube, mucha información en la red mundial. Sólo hay que “abrirse a la claridad” como cantaría Rita.
Queda el eco de su voz resonando en el abismo sónico. Vivir para admirar el trabajo de una artista como Rita es un gran privilegio en un país lleno de tantos artistas y cantantes subvalorados. Mujer, madre, poeta, actriz, la también llamada “Comandanta” por sus amigos y por el medio artístico, nos deja la reflexión sobre la vida y la manera en que la vivimos. Si muchas veces la escuchamos cantar sobre el desamor, la sangre, la vida y la muerte, también nos dejó una lección de vida en la que cada minuto de esta debe vivirse y disfrutarse.
Queda un beso de cuatro letras y el recuerdo de una tarde de diciembre de 1997, en el patio de la Escuela Nacional de Música, cuando finalmente pude conocer a esa mujer extraordinaria: Rita.
“Abre tu mente y piensa que no estoy lejos, estando aquí no estoy me engaña la razón. Abre tu mente y sueña así: que yo estoy vivo en tus sentidos. Abre tu mente y piensa que yo estoy en tu razón. Estando aquí no estoy. Estando aquí no estoy o estoy.” Estando aquí no estoy (Símbolos, 1994).
1 comentario:
Rita siempre viva en nuestras mentes, la inmortaliza su legado, esa voz intangible, ese ángel que habitó se queda incluso después de que los que nos sabemos vivos, nos vayamos. Me encanta seguir leyendo tantos testimonios que hablan de la Rita divina y humana. Saludos, te invito a visitar mi blog sobre su música: vocessugerentes.blogspot.mx
Publicar un comentario