lunes, febrero 05, 2007

Sol y Luna

Dicen que lo maravilloso de nuestro mundo es su diversidad. Y es cierto, los muchos colores que iluminan el globo hacen de nuestro “hogar” un sitio extraordinario, un planeta azul y verde. Sin importar las razas, credos o clases sociales, a través de los años han existido corrientes ideológicas y culturales como una alternativa a la vida.
Todos en algún momento de nuestras vidas llegamos al punto en que elegimos un camino qué seguir. Unos eligen el sol, otros la luna y algunos más el arco iris. Todo está en armonía hasta que alguna razón no permite esta cualidad. Alguna vez, hubo rojos pero cometieron errores. La luz se pelea con la oscuridad y el arco iris prefiere mantenerse al margen aunque tiene puntos de vista en contra de los dos anteriores.
Empiezo con una pequeña descripción de los grupos solares-lunares: los solares son aquellas personas que cada día de su vida parece ser el primero, siempre felices y saliendo adelante simulando que todo está perfecto. No hay llanto, sólo malos días; no se necesita más en la vida, tienen todo lo bello que la vida les puede dar; conformes con lo establecido, más allá no hay nada más. Quieren.
Los lunares prefieren buscar más allá, cuestionar lo establecido, lloran y ríen. El mundo gira y se preguntan ¿por qué? Quieren salir adelante pero luchan contra demonios, el pasado existe, viven el presente pero se preocupan por el futuro y buscan una manera de hacerlo diferente. La sensibilidad los empuja a actividades creativas. Aman.
Mientras los hijos de la luna llenan el mundo de tesoros maravillosos como las artes y la ciencia, los del sol se encargan de reducir a cenizas lo que sale del alma, fingen que el tiempo y el espacio son “cosas” que suceden y existen sin más: muchas veces se creen poseedores de la verdad aunque no la tengan. Los hijos del sol viven del racionalismo; los de la luna imaginan.
William Blake –poeta inglés, precursor del romanticismo- afirmó: “Debo crear mi sistema o ser esclavo del de otro hombre, no quiero razonar ni comparar, lo mío es crear.”
Lo que en su momento se califica como “rebeldía” en realidad es la lucha interna por conseguir la verdad, hacer de este mundo un lugar distinto, dejar huella de cómo somos. Todos buscamos ser aceptados, tanto los lunares como los solares.
¿Quién no recuerda haber vivido un momento como este? En la preparatoria había un grupo muy selecto de personas bellas, “frescas”, populares; en un rincón se sentaban “esos tipos raros” con cabello largo o despeinado, con caras pálidas e inexpresivas y por si fuera poco, escuchaban una música extraña y “pasada de moda”. El conflicto entre la luz y la oscuridad. Al pasar el tiempo, se notan las pinceladas en un cuadro. Momento para reflexionar.
La suerte no es la misma para todos. Mientras que ciertos protagonistas de aquella historia mantuvieron sus ideas firmes y nutriéndose de unas nuevas, algunos fueron absorbidos por “las circunstancias” y muchos más se conformaron con lo que el tiempo les trajo.
La vida es una espiral eterna. Vivir es un arte que, como el amor, se debe hacer todos los días. Tan sencillo como salir a disfrutar el sol y penetrar en los secretos de la luna; tan fácil es aprender a amar y dejarse querer, tan fácil aún es aceptar la existencia del otro.
Al final, en la Tierra hay dos cosas verdaderas: la existencia del sol y de la luna.

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