No leo acerca de la cosas que debería ser o hacer. De hecho me niego a adoptar una forma incongruente de vida.
Pero algo es cierto: no puedes hablarle a las piedras si deseas una respuesta. ¿Para qué buscar? Mucho tiempo desperdiciado en crueles apatías mientras tu alma se corrompe.
No estoy dispuesto a soportarlo mucho tiempo, ya lo hice y no dibujé una sonrisa en mi rostro. Un viaje redondo al infierno; se necesita algo más que fuerza para regresar.
Me levanto cada día rascándome los restos de la embriaguez nocturna, esa serie de imágenes irreales e inconstruibles donde transpiras las paradojas de la vida. Sería bueno vender esas sucias imágenes en frascos de 100 gramos, podrían curar un alma quebrantada.
No me pidan mi vida si la van a arrojar al abismo. Si mi vida importase para alguien que no fuese yo entonces me daría cuenta de que no estoy muerto o perdido.
Comí pedazos de luna roja y la intoxicación fue tal que visualicé una forma redonda e imperfecta. Normalmente una intoxicación me hubiese llevado a un lugar mágico. Creo que la luna estaba en cuarto menguante.
Suele pasar. No estas en el lugar ni en el tiempo adecuado. Vivo fuera del tiempo y me niego a un lugar. Si abriera un poco las puertas podría entrar el viento nuevo, pero olvido que el aire no es muy limpio bajo este cielo.
El cielo esta sobre mí pero yo estaré muy arriba de las nubes.
No conozco a Dios pero sé que Él me conoce a la perfección; tanto así que me alimenta con lunas en cuarto menguante.
Día a día me levanto y me sacudo los restos del sueño perdido. Las sábanas tienen mi calor, no sé cuantas mareas más lo soportaré.
Miro al espejo y frente a mí hay una imagen similar a la mía: esa imagen posee el sol en sus ojos. Si yo no fuera aquella imagen diría que estoy frente a lo mejor de mí.
Y sé que esa mirada quema porque ya encendió mi cuerpo. Si tan solo alguna otra mirada se posara en mis ojos...
Mi luz no se apaga. No se apaga para nadie. Es solo que no hay velas que se dejen encender.
Una vela dispuesta a derretirse con el fuego de otra.
Pero algo es cierto: no puedes hablarle a las piedras si deseas una respuesta. ¿Para qué buscar? Mucho tiempo desperdiciado en crueles apatías mientras tu alma se corrompe.
No estoy dispuesto a soportarlo mucho tiempo, ya lo hice y no dibujé una sonrisa en mi rostro. Un viaje redondo al infierno; se necesita algo más que fuerza para regresar.
Me levanto cada día rascándome los restos de la embriaguez nocturna, esa serie de imágenes irreales e inconstruibles donde transpiras las paradojas de la vida. Sería bueno vender esas sucias imágenes en frascos de 100 gramos, podrían curar un alma quebrantada.
No me pidan mi vida si la van a arrojar al abismo. Si mi vida importase para alguien que no fuese yo entonces me daría cuenta de que no estoy muerto o perdido.
Comí pedazos de luna roja y la intoxicación fue tal que visualicé una forma redonda e imperfecta. Normalmente una intoxicación me hubiese llevado a un lugar mágico. Creo que la luna estaba en cuarto menguante.
Suele pasar. No estas en el lugar ni en el tiempo adecuado. Vivo fuera del tiempo y me niego a un lugar. Si abriera un poco las puertas podría entrar el viento nuevo, pero olvido que el aire no es muy limpio bajo este cielo.
El cielo esta sobre mí pero yo estaré muy arriba de las nubes.
No conozco a Dios pero sé que Él me conoce a la perfección; tanto así que me alimenta con lunas en cuarto menguante.
Día a día me levanto y me sacudo los restos del sueño perdido. Las sábanas tienen mi calor, no sé cuantas mareas más lo soportaré.
Miro al espejo y frente a mí hay una imagen similar a la mía: esa imagen posee el sol en sus ojos. Si yo no fuera aquella imagen diría que estoy frente a lo mejor de mí.
Y sé que esa mirada quema porque ya encendió mi cuerpo. Si tan solo alguna otra mirada se posara en mis ojos...
Mi luz no se apaga. No se apaga para nadie. Es solo que no hay velas que se dejen encender.
Una vela dispuesta a derretirse con el fuego de otra.
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