CHETUMAL.- Frenesí,
buena vibra musical y la convivencia de diversas maneras de vivir y de amar
expresadas a través de la música de Cultura Profética y bandas locales
convirtieron la tercera noche del Festival de Cultura del Caribe 2011 en una
celebración de la herencia cultural caribeña del pueblo chetumaleño.
Más de 2 mil personas,
en su mayoría adolescentes y jóvenes contemporáneos hicieron vibrar el suelo de
la Explanada de la Bandera como pocas veces se haya visto, cantando y bailando
frenéticamente al ritmo de ska, reggae, roots y destellos de jazz.
Integraron el cartel
bandas de Chetumal, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto y Cancún como Kesse Kesse,
Chan Santa Roots, Corpusklan, Korto Circuito, Skuadron 16, Hierba Santa y
Cultura Profética (Puerto Rico) encabezando el programa. La participación de
Cultura Profética fue una de las presentaciones más esperadas por el público
chetumaleño quienes tímidamente se acercaban a escuchar a la primera banda,
Chan Santa Roots de Felipe Carrillo Puerto, empeñados en no mezclarse con el
público que ocupaba los asientos frente al escenario. Chan Santa Roots ofreció
canciones reggae escritas en lengua
Maya que ya son conocidas por los jóvenes locales.
No faltaron las
mentadas de madre, las demandas, el reproche hacia la autoridad por tantos
rezagos sociales y la persecución al que han sido sometidos miles de jóvenes.
Korto Circuito invita al personal a no dejarse intimidar por la policía ni a
ser señalados por una sociedad temerosa de la libertad de expresión y de vida. Hubo
canciones de amor, de protesta y hasta para “cachondear”.
El público pide más
música y Skuadron 16 se encarga de ponerlos a bailar con su propuesta
multicultural de ska, reggae, jazz y folclor mexicano, echando mano de la
literatura escrita en lengua Maya. Eduardo Ortega, guitarrista y vocalista de la
banda, pide más conciencia ecológica, la apertura a nuevas ideas y el respeto a
la condición humana de las mujeres. Kesse Kesse, de Bacalar, le recordó a la
audiencia de dónde vino la raíz musical del reggae y ska con su interpretación
de ritmos y danzas africanas, recibiendo buenos comentarios del público. Hierba
Santa coloreó el ambiente con las lisérgicas visiones sonoras del “dub” y el
canto al amor y al espíritu humano.
La interacción con el público fue mínima, entregándose
por completo al tejido de hilos de música, romanceando con la luna menguante de
la noche y transpirando el espíritu joven del Caribe que sudaba algo más que
sueños verdes: vibró el canto de la joven generación caribeña. La noche
transcurrió en armonía y en paz sin registrarse accidentes.
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