martes, septiembre 30, 2008

Héroes del culto… a la personalidad


"Es cierto que no eres muy alto, pero sí bastante feo. Pero yo soy lo suficientemente bajo y feo como para tener el mismo éxito con las mujeres. El secreto no era ser tú, sino ser yo." Woody Allen

Si una vez hablamos de que las redes sociales son más parecidas a un templo al egocentrismo o un catálogo de anuncios clasificados para la soledad universal, las imágenes contenidas en esas redes y espacios personales son el ejemplo claro de algo que se llama “culto a la personalidad”. Así es estimados lectores, culto a la personalidad.
Pero ¿qué es el culto a la personalidad? El término “culto a la personalidad” fue acuñado por Nikita Kruschev durante el XX Congreso del Partido Comunista en Rusia, en 1956, y que consiste en “la adulación a un líder, en la suspensión de juicios racionales y en la arbitrariedad de aquellos que creen en una megalomanía innata afirmada en victorias políticas.” El Culto a la Personalidad también es la "Ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche. La base teórica del culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta última no es determinado por la acción de las masas del pueblo, sino por los deseos y la voluntad de los grandes hombres (caudillos militares, héroes, ideólogos destacados, etc.). Es propio de diversas escuelas idealistas atribuir un valor absoluto al papel de las personalidades eminentes de la historia (Voluntarismo, Carlyle, Jóvenes hegelianos, Populismo). El marxismo examina el papel de la personalidad, del dirigente, en estrecho vínculo con el curso objetivo de la lucha de clases, con la actividad histórica de las masas del pueblo. Ni siquiera la experiencia del más genial de los dirigentes puede sustituir la experiencia colectiva de millones de personas.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona un concepto político con la generación más joven? Es más sencillo de lo que creen y es algo de lo que muchos departamentos de mercadeo y publicidad echan mano en estos días para mantener hipnotizada a una masa adolescente.
Si en tiempos pasados la masa social dominada por un sistema de gobierno autoritario rendía culto a figuras como José Stalin, Fidel Castro, o peor aún –viviendo en occidente bajo dogmas cristianos- al papa Juan Pablo II, el culto se ha enfocado hacia personalidades de la farándula. Cada vez es creciente la fiebre por figuras como Vanessa Hudgens, los RBD (que afortunadamente se van a acabar). Niñas –sobre todo- que hacen hasta lo imposible, y lo indecible, por tener el cabello exactamente igual al de la Hudgens, que hablan de la misma manera que el personaje Mia Colucci o repiten como autómatas cada una de las frases más escandalosas de Lindsay Lohan.
No obedecen directamente orden alguna que emerja de la boca de alguna celebridad sino de las fauces de las corporaciones. Día a día se desdibujan los rostros de miles de adolescentes –a los que llaman “el futuro de México”- en pálidas imitaciones de los héroes de plástico; para ellos no existe la figura autoritaria de los padres ni la de un líder político, mucho menos de una entidad superior al que denominan “dios”, no, para ellos la cara bonita de Zac Efron, la actitud de Lindsay Lohan, los desplantes y escándalos de Paris Hilton o el cabello de Vanessa Hudgens son la línea a seguir.
Pero la causa de esa enajenación no es producto únicamente del bombardeo mediático al que jóvenes y el resto de los mexicanos estamos sometidos, sino a la calidad de la educación recibida, tanto en el hogar como en la escuela. Mientras los maestros están en de vacaciones prolongadas, y los padres se parten el alma trabajando durante horas -soportando a patrones insaciables y avaros- para ganar el dinero con el que comprarán el mejor vestuario para las “princesas” (otro error de educación de la actualidad local), la televisión se encarga de educar al futuro del país.
¿Y qué decir de los que atascan sus Hi5’s con fotos de reguetoneros o princesitas anónimas? Hoy ya no son los líderes políticos los que ponen el ejemplo o dictan las reglas de comportamiento sino las celebridades.
En esa mezcla de soledad, carencia de identidad y educación ética, también se encuentra “el ingrediente secreto”: el narcisismo y el hedonismo. Como en los tiempos del loco medieval Hitler, sus juventudes hitlerianas imitaban la vestimenta del líder; hoy es muy “cool” ser “fashionista” y gozar el sueño de egresar con honores de “Lacrademia” (de la misma manera que Yuridia y cualquier otro monigote) es lo básico en el pensamiento contemporáneo de una generación que no sabe a dónde va pero tampoco sabe a dónde quiere ir.
El culto a la personalidad en este caso no es político, sino a una persona que se hizo famosa porque estuvo en el momento preciso y con un ritmo repetitivo fue ganando adeptos para su culto de su personalidad, ser machista, maltratar verbalmente a la mujer (en el caso de los reguetoneros).
Finalmente, el culto a la personalidad ha dejado de definir a los sistemas de gobierno (excepto el de Venezuela o de vez en cuando en algunos estados del país). Aunque aún haya burócratas empeñados en alabar y adorar la figura del gobernante en turno (como esperar durante horas en un evento a que llegue el susodicho), el nuevo culto se enfoca a esos monitos intrascendentes, meros chicles con sabor artificial que, una vez masticados, dejan de gustar.
¿Llegará el día en que ardan las piras de muñecas Barbie o las imágenes de un líder religioso (Santa Paris Hilton)? Es más fácil encontrar un libro ardiendo en las llamas de la ignorancia que cientos de muñecas consumidas por el fuego de la inteligencia y la razón.

miércoles, septiembre 17, 2008

¿Patria y libertad? ¿Independencia? México, aún hueles a tragedia, tierra mía

Un año más en la vida de cada mexicano. Aunque nos levantamos de la cama cada mañana, pretendiendo que todo está “de poca” en nuestra vida diaria, la cajita infeliz nos grita que hoy tampoco será nuestro día de suerte y en el resto del país hay gente que ha perdido la cabeza, y no precisamente por una mujer o un hombre. Los promocionales en radio y televisión infectan nuestros oídos con una voz robotizada repitiendo la frase trillada de cada año: “septiembre, mes de la patria”. En la calle abundan los carritos con las banderas y demás artículos alusivos a las fiestas patrias.
Fiesta es lo último que necesita el país. No sería ninguna novedad decirlo, así como no la sería cualquier noticia en los medios: “otros tantos ejecutados en bla bla bla”, “cayó la economía nacional chorrocientos puntos”, “miles de hectáreas de selvas, bosques y playas en manos de inversionistas extranjeros”, “detenidos en Atenco atentaban contra la soberanía nacional”, “piden canonización de mártires de la guerra cristera”, “se va ganando la lucha contra el crimen organizado”, “la subversión y el aborto serán causas de excomunión”.
Patria y libertad. Mientras el país se desmorona cada vez más los 364 días del año, sólo un día está dedicado a exaltar, ya no digamos el espíritu mexicano y el amor a la patria, sino al fantasma de una identidad desdibujada. Es muy fácil gritar a los cuatro vientos que el resto del mundo “le hace los mandados” a México. Claro, es lo más sencillo de hacer y si es en “bola” pues se pueden arrojar unas cuantas piedrecillas al gobernante en turno para luego esconder la mano.
Libertad, decía Auté, es derecho de la humanidad. La vida social de cada ciudadano mexicano se ha visto limitada, nuestros cuerpos están a merced de secuestradores; las ideas están sujetas a la ideología imperante: “compra-consume-tira-compra-consume-tira”. Las páginas de la historia de México están plagadas de errores y demasiados milagros guadalupanos.
Independencia y democracia son sinónimo de “caídas del sistema” y “Carlos Slim”. Cada niño que nace en territorio Telcel debe millones de pesos a un banco manejado por extranjeros, sin gozar de los beneficios más elementales: educación, salud, alimentación, hogar, trabajo. Sin embargo, el niño crecerá con la ilusión de que su adolescencia es “Rebelde”, “cool”, y crecerá feliz escuchando reguetón en su celular. El hedonismo es el hedor de un país sin bases históricas y sociales bien cimentadas.
¿Cuál libertad?, si se siguen violentando las garantías individuales, si vivimos con la idea de que podría ser el último día en que miremos a los ojos de nuestros semejantes. Hoy en día, todo estudiante con vergüenza es anti revolucionario.
Pero aún así, todos asisten puntuales a la tradicional noche mexicana para deshacerse de la frustración de siglos atrás, de haber nacido en una tierra grandiosa, mutilada, aniquilada por ladrones y falsos Mesías. Somos mexicanos a la fuerza, porque en la escuela nos repiten el mismo argumento: somos mexicanos gracias a los héroes que nos dieron patria. ¿Patria? ¿Por qué no matria?
El término matria ha sido utilizado por escritoras como Virginia Woolf, Isabel Allende y Krista Wolf; representa la reconstrucción del término patria. Este término fue también muy utilizado por Miguel de Unamuno. En la Antigüedad Clásica fue utilizada para hacer referencia a la propia tierra del nacimiento y del sentimiento. A lo largo del tiempo se mantiene gracias a la tradición literaria y poética, principalmente en lengua gallega y portuguesa. Edgar Morin la emplea al referirse a la matria Europa, mientras Miguel de Unamuno lo usó para referirse a la matria vasca. Julia Kristeva identifica este término con "otro espacio" que no tiene que ver con la tierra de nacimiento, ni con la legitimación de cualquier Estado, sino con un lugar interior en el que crear un "cuarto propio". También el término es utilizado con frecuencia por pueblos indígenas de América, como los mapuches, aymaras o quechuas.
Independencia, libertad, patria o matria, no significan nada sin una identidad sólida. Es así como la música mexicana, la vestimenta tradicional se han distorsionado –cortesía de televisoras privadas- para quitarnos ese aire de “indios nacos” y posicionarnos en un pedestal seudo primermundista.
No hay que darle más vuelta al asunto para caer en la cuenta de que el grito de independencia es el pretexto idóneo para hacer una pausa entre el miedo colectivo y el hastío social. No está mal irse de fiesta, tampoco se puede ser tan dogmático en asuntos sociales. Uno se pregunta qué sentido tiene celebrar un suceso histórico cuando a casi doscientos años del inicio de una lucha organizada por unos criollos urgidos de independencia económica, el México que se construyó es el escenario de una tragicomedia en varios actos. ¿Fiesta? ¿Pues que acaso ganamos derechos civiles y un futuro realmente brillante para todos? ¿Tenemos presidente del pueblo o un presidente que hace robo en despoblado? ¿Pozole, chelas, música de reguetón y mariachis? ¿Puedo salir a la calle sin temer al lobo feroz?
Celebraré una verdadera fiesta de independencia cuando las decisiones tomadas por las fracciones parlamentarias favorezcan al pueblo. Celebraré el grito cuando éste convoque a la masa a tomar lo que les pertenece y construir una sola realidad, equitativa y justa para todos, cuando mis garantías individuales sean respetadas íntegramente y los hijos de mis semejantes puedan salir a la calle sin el temor a no regresar a casa. Pueden celebrar si gustan, a todos nos encantan las fiestas. De nada sirve celebrar sin memoria histórica: ingrediente secreto en las fiestas mexicanas, la falta de memoria histórica. Sólo como detalle: ni las banderitas se fabrican en México ni el himno nacional nos pertenece.
A falta de memoria histórica siempre habrá un pretexto para celebrar nuestra soledad colectiva, la ausencia de patria y la violación de derechos civiles.

jueves, septiembre 11, 2008

Última alocución de Salvador Allende



Última alocución de Salvador Allende en "Radio Magallanes".
Santiago de Chile, 11 September 1973, 9:10 A.M.

Amigos míos:
Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.
Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero ... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.
Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes,. quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

viernes, septiembre 05, 2008

A 20 años del lanzamiento del primer disco de Caifanes (Primera parte)


“Cuando me muera y me tengan que enterrar, quiero que sea con una de tus fotografías para que no me de miedo estar abajo, para que no se me olvide cómo es tu cara, para imaginar que estoy contigo y sentirme un poquito vivo”. Primer verso de la primera canción (Mátenme porque me muero, 1988) del primer disco de Caifanes.

Hay quienes no recuerdan lo que sucedió en 1988, ni siquiera los que pertenecen a mi generación. Hace 20 años, en Inglaterra, aparecía el primer disco de The Stone Roses, sembrando la semilla de lo que más tarde florecería como Britpop, mientras que Margaret Tatcher se convertiría en la Primer Ministro más longeva en su puesto. En el resto del mundo se realizaban los juegos olímpicos de Seúl, Greenpeace alertaba al mundo sobre el daño en la Antártida y, en México, Carlos Salinas de Gortari se robaba la elección para la presidencia de la república y que sumergiría al país entero en un sueño de opio. Desde España nos llegaba el Descanso dominical de Mecano, los Hombres G escandalizaban a la sociedad mexicana con el Sufre Mamón y cientos de adolescentes calenturientos encontramos un soundtrack durante las tardes de verano cuando espiábamos, a través de una persiana, a la vecina bonita de la casa de enfrente. Bleach sería el primer disco que una banda desconocida de Aberdeen, Washington, grabaría para el sello Sub Pop; más tarde, esa misma banda modificaría el panorama musical de América.
Después de los terremotos de 1985, las viejas estructuras de México cayeron para dar paso a un panorama que pocos conocían y muchos se negaban a admitir. En este no había cabida para el rock hecho en México, a menos que fuera de manera clandestina. Pero a mi generación sólo le importaba una cosa: vivir y pasarla poca madre. Al menos esa era la idea de vida para los adolescentes de Chetumal, tan alejados del centro del país y su capital, nosotros ajenos a lo que se movía en sus arterias y rincones metropolitanos. Según cuenta la leyenda, todo comenzó con un concierto de Miguel Mateos en el entonces Hotel de México (ahora World Trade Center), donde la banda “telonera” se había robado la tarde gracias al entusiasmo de sus más fieles seguidores desde los días en que se hacían llamar Las insólitas imágenes de Aurora. Esa banda cambió de integrantes y de nombre, y en 1987 comenzó a llamarse Caifanes.

“Aquí vendemos discos, no ataúdes”
Caifanes, surgió de entre lo que fue el desastre del terremoto de 1985 en la Ciudad de México tras el deceso de Rodrigo González, y junto a grupos como Neón, Maldita Vecindad, entre otros. La historia previa a Caifanes es, por todos, conocida; sin embargo aquel primer disco parece perdido en el tiempo y sólo recordado por los que se dejaron seducir por el sonido oscuro y desesperado, al puro estilo europeo de la época y que aún no mostraba signos de lo que más tarde se conocería como “el sonido caifanesco” (sería hasta la entrada de Alejandro Marcovich a la banda, que el sonido mutaría).
Caifanes originalmente fue conformado en enero de 1987 por: Saúl Hernández (voz y guitarra), Sabo Romo (bajo), Diego Herrera (teclados y saxofón), Juan Carlos Novelo (bateria) y Salvador Ojeda (guitarra). Su primera presentación fue el 11 de abril de 1987 en el legendario Rockotitlán. La expectación creada en el underground rockero mexicano fue tanta que mucha gente se quedó fuera del recinto.
Después de su presentación aquel 11 de abril, Juan Carlos Novelo decide abandonar la agrupación, y en su lugar entró como soporte para la segunda presentación en Rockotitlan, Jorge "El Gato" Arce, (baterista de Ritmo Peligroso), pero por incompatibilidad con los tiempos de ambas agrupaciones, Arce vuelve a abandonar a los recién formados Caifanes. Alfonso André (batería y percusiones) se uniría a la banda a partir de su tercera presentación en vivo, Santiago Ojeda se integra a Botellita de Jerez reduciendo al grupo en un cuarteto integrado por Sabo Romo, Saúl Hernández, Alfonso André y Diego Herrera.
La explosión de grupos originarios de España y Argentina, y la etiqueta de "Rock en tu idioma", hicieron que las casas disqueras comenzaran a dar apoyo a las agrupaciones que llevaban tiempo pululando en los bares y "hoyos funky" de México. Rock en tu idioma, fue lo que marcó el renacimiento de un movimiento que se encontraba sepultado gracias a las disposiciones de un gobierno autoritario que reprimía a la juventud y a las generaciones posteriores a la Matanza de Tlatelolco; los artistas que sobrevivieron a Avándaro, poco a poco perdían frescura, y la escena rockera mexicana poco a poco se dirigía al estancamiento.
En 1987, Caifanes comenzó a crearse una base de admiradores, un plus que comenzaron a forjar y que fue adicional al culto que habían provocado Las Insólitas Imágenes de Aurora. El trayecto no fue fácil, la banda había juntado un presupuesto, y tenían en mente grabar un disco bajo el cobijo de algún productor español; pero lamentablemente, el dinero comenzó a escasear y solo alcanzó para grabar un demo de cuatro canciones. Las canciones elegidas habían sido: Mátenme porque me muero, Nada, Será Por Eso, y Amanece.
El primero de estos temas fue enviado a la extinta estación, Espacio 59, en donde se programaban los demos de las agrupaciones que querían darse a conocer; y en donde comenzaron a ganarse el gusto del público "radioescucha".
La primera parada en una casa disquera fue en la desparecida CBS México, y en donde el director general de aquella casa disquera (de nacionalidad brasileña hasta donde se cuenta); al ver su aspecto "Gothic", similar al de The Cure, no tuvo otra descripción de ellos y sus palabras solo alcanzaron para decirles: "Parecen putos".
El gerente de la sucursal mexicana de CBS escuchó con atención aquella cinta que la agrupación llevó, el trabajo fue de su agrado, pero por su aspecto les negó algún contrato en firme, argumentando lo siguiente:
"En CBS, nuestro negocio es vender discos, no ataúdes".
Se dice que Saúl aún cuenta aquello como anécdota y no lo olvida.

Por un momento, el grupo, frustrado de tanta búsqueda, recibieron el soporte temporal de CBS, pero después recibirían su "carta de retiro". La verdadera oportunidad llegó cuando Ariola convocó a las dos bandas que estaban provocando "eco" en la escena "underground" de la época en la Ciudad de México, a abrir el concierto de Miguel Mateos en el desaparecido Hotel de México el 31 de Octubre de 1987. Caifanes y Neón eran esas bandas. En ese lugar se encontraba Oscar López, productor de Miguel Mateos, quién a su vez, estaba midiendo el poder de convocatoria de ambas agrupaciones, y en donde Caifanes salió triunfante sobre Neón y Miguel Mateos, no vaciló en darles su apoyo incondicional. El resultado, la grabación de un primer LP bajo la dirección y realización del productor Oscar López, también productor del argentino.
Caifanes accedió a firmar con RCA Ariola, a cambio de que también Maldita Vecindad firmara y así ocurrió. Para noviembre de 1988 Maldita Vecindad se encontraba grabando en los Estudios PolyGram lo que sería su primer material.

¿Será por eso? A 20 años del lanzamiento del primer disco de Caifanes (Segunda parte)

“Desde aquel día me trajeron para acá, será porque no me dejaba rasurar”. Primer verso de la primera canción (¿Será por eso?, 1987) que Caifanes tocó en el concierto de Miguel Mateos, el 31 de octubre de 1987.

Desde aquél día me trajeron para acá…
Regreso a 1988 en un abrir y cerrar de ojos. Elijo el soundtrack adecuado para el viaje en el tiempo: el sencillo de “La negra Tomasa”, el único que, en el Chetumal de entonces, nos llegó a través de la radio en amplitud modulada. Las ondas se ampliaron hasta los rincones más oscuros de nuestros corazones que dejaban la niñez para iniciar el terreno minado de la adolescencia. Las ondas sonoras eran producidas por una lánguida voz poco usual para un grupo “cumbianchero”; una articulación de las palabras tan lánguido que bien podríamos pensar en una fiesta funeral llena de alegría, justo de la manera en que los mexicanos celebramos el Día de Muertos. Según en una entrevista realizada a Saúl Hernández por el programa “Verdad y fama”, él mismo declara que “Mátenme porque me muero” está inspirada en la muerte de su madre, ocurrida cuando Saúl tenía 9 años. “Creo que tenía como la necesidad de explotarlo”, dijo al programa, “porque ‘Mátenme’, pues, es como un himno a la reencarnación, es decir, cuando me muera me voy a llevar tu foto porque la voy a ver y sé que nos vamos a ver. Yo lo sentí desde la muerte de mi madre, fue la primera presentación”.
La música parecía ser el sonido que, para muchos de los que crecimos en los ochenta, imaginamos como la banda sonora de la situación social y económica de nuestro país: un interminable cuento de colores grises y rojos atardeceres.
El sonido que Caifanes nos trajo desde un lugar del sur de la Ciudad de México (más alejada de Chetumal que ahora), se debe mucho a las influencias que los músicos traían en su bagaje musical: la Sonora Santanera y toda la música afroantillana que le gustaba a la mamá de Saúl, XTC, The Cure, The Beatles, Tin Tán, Atahualpa Yupanqui, José Alfredo Jiménez, Pink Floyd. Toda esa amarga amalgama de dulces sonidos arraigados en el alma del mexicano. Por eso el primer tema del disco nos parece tenebroso y romántico a la vez, desesperado, lleno de miedo de enfrentar a la muerte, quedarnos solos, perder lo que más amamos en vida.
Es así que seguimos escuchando la voz de Saúl dentro de una maravillosa música producida por tres músicos experimentados en el quehacer musical; cada uno de los “caifanes” pasó por los mismos artistas y grupos plásticos, muy gustados y explotados en México durante los 80, pues el rock no pagaba las rentas. Claro que en Chetumal se vive en una continua línea hacia atrás y esos sonidos siguen gustando; esa es la razón por la cual muchos que no son fanáticos de la banda se espantan al escuchar una canción como “¿Será por eso?”.
Mi recuerdo inmediato de esta canción siempre fue una persona demente, atada con camisa de fuerza y con el cabello alborotado, pero la mirada serena y nostálgica, abandonado, como suplicando por un poco de amor, de vida. Pero una mirada a fondo nos lleva a descubrir que es la descripción perfecta de una angustia reprimida, una tristeza que sólo el hecho de gritarla nos brindará alivio eterno durante las interminables horas nocturnas de la adolescencia: el hecho de ser diferentes.
“Cuéntame tu vida” parece un dibujo sonoro del vacío y el hartazgo de la soledad, una resaca de alcohol luego de ahogar una pena tan grande que nos ha hecho olvidarnos de nosotros mismos. “La negra Tomasa” se publicó en un EP aparte junto con “Perdí mi ojo de venado” y no se incluyeron en el álbum sino hasta la reedición en disco compacto. La versión extendida de “la negra”, en el EP, es todo un viaje por el sonido de los primeros días: la línea melódica del bajo de Sabo Romo, precisas, llenas de sentimiento y buen gusto al realizar las variaciones, una percusión sencilla –secuenciada electrónicamente- reforzada con el acompañamiento de André, la atmósfera creada por Diego Herrera quien, además de encargarse de los teclados, también tocaba el saxofón. Y es precisamente el saxofón quien inicia la narración musical de un cuento que narra el viaje por las influencias musicales de estas cuatro almas; escuchamos un poco más y llega el solo de guitarra de Saúl Hernández. No es el típico “solo” al que los roqueros “glam” de los ochenta nos tenían acostumbrados: se trata de unas cuantas notas sueltas al principio, cubiertas con la vestidura del distorsionador y delay (efecto de eco), similar al sonido de la guitarra de David Gilmour o las guitarras de Robert Smith. Es, precisamente, lo que más me atrajo de “La negra Tomasa”. Muchos se llevaron una decepción al descubrir que Caifanes era una banda de rock.
Como suele pasar con muchos discos, el primer LP de la banda contiene uno de los cortes clásicos: “Viento”, canción que hay sido versionada por infinidad de grupos de bar, bandas de garage, guitarristas aficionados, guitarristas clavados, músicos solitarios, que ha sido tocada en antros, fiestas, serenatas y un sin fin de situaciones más.
Hasta entonces no habíamos escuchado unas letras tan honestas y llenas de metáforas. No se me olvida la primera vez que escuché el verso que dice: “No me he dejado de pintar las paredes, ¿será porque las sombras me hacen olvidar?”. Como dijera un par de “charolastras”: pop mata poesía, la lírica de las primeras canciones de Saúl no caían en el discurso pop de pasarla bien y tener la vida resuelta pero tampoco era una poesía facilona al estilo de Ricardo Arjona, era la voz de un sector de la generación mexicana que había asimilado el discurso europeo del rock, la actitud y el sonido. De tal modo que nos llegaba una música “neta y chida” que resultaba “fresa” para roqueros como El Tri o las bandas de “rock urbano” que, si bien sobrevivieron a la persecución del rock, parecían dirigirse hacia ninguna parte. La aparición de una banda como Caifanes vino a darle un nuevo aire a la música popular destinada al público joven. La historia del rock hecho en México se dividió en “antes y después” de Caifanes.


A 20 años, antes de que los olviden…
Nadie los podría parar, sólo muertos podrían quedarse callados, nadie nos callaría. Y nadie nos callaría pues, luego de escuchar este primer disco muchos buscábamos el modo de hacer hablar a nuestra alma de la manera en que Saúl lo hizo; cogimos la guitarra y exploramos los sintetizadores, adorábamos el color negro y soñábamos con tener “una banda como Caifanes”: un disco que se vuelve referente y en influencia para otros, se convierte en un clásico. Chá, bajista de Fobia, aseguró: “al menos a mi generación sí tuvimos la fuerte influencia de lo que fue Saúl con Alejandro Marcovich y con Alfonso, de ‘Las insólitas imágenes de Aurora’, y, posteriormente, con los Caifanes.” Otras influencias inmediatas se pueden encontrar en Porter y la manera de cantar de Musgo y hasta en las primeras canciones de “La gusana ciega”, desde la vocalización y las letras.
Su primer disco, "Caifanes", salió a la venta en agosto de 1988 y el sencillo "Mátenme Porque Me Muero" fue su primer éxito, seguido por, "Viento", "Amanece" y "Cuéntame tu Vida". El también llamado “Volumen 1”, fue precedido por un EP con tres canciones producido con la intención de probar la aceptación del grupo entre la posible audiencia; el resultado fue la venta de más de trescientas mil copias y, por lo tanto, la grabación del primer LP.
Los Caifanes ya no existen. Queda el eco de ese disco grabado totalmente en México y aún resuena en la mente de muchos de los que actualmente tenemos más de 30 años; habría sido horroroso seguir a la masa con su soundtrack patético y vacío mientras mi alma adolescente conocía el dulce sabor de la tristeza y la soledad.
Regreso al 2008 y ahora hay demasiadas bandas, algunas cuestionables, otras interesantes; la situación en el país es peor de lo que hace veinte años, ya no hay angustia, tan sólo incógnitas que serán despejadas. Hemos crecido y ya no vemos perros que se arrastran. No regresarán los Caifanes y tal vez sea lo mejor porque sólo los grandes saben morir como los árboles: “de viejos, pero de pie”.

“Nunca nadie nos podrá parar, sólo muertos nos podrán callar”.