lunes, mayo 26, 2008

Entre la fidelidad y la lealtad se debate el dulce veneno del amor

“Un bello amor sin un final que olvide para perdonar; es más fácil encontrar rosas en el mar”. Luis Eduardo Aute, Rosas en el mar.

A mí, las cuestiones del amor me pasan sin pena ni gloria. Seguramente se debe a que el amor ha estado ausente en mi vida desde hace algunos años, o más bien, me he tomado un largo año sabático involuntario. Creo que me conservo en buena salud pues el amor es una enfermedad que presenta los mismos síntomas de la locura. Si enlistara las razones por las que he dejado de creer (o vivir) en el amor, la primera razón sería “la infidelidad”. Pero ahora que lo razono, la fidelidad no existe en ninguna relación humana, ya sea de carácter religioso, familiar o amoroso.
La enciclopedia virtual Wikipedia define la fidelidad como “una noción que en su nivel más abstracto implica una conexión verdadera con una fuente o fuentes. Su significado original está vinculado a la lealtad (de una persona para con un señor o un rey) y la atención al deber. La palabra "fidelidad" deriva de la palabra fidelitas (latín), y su significado es servir a un dios.” Yo no le soy fiel a ningún dios o semidios, ni siquiera le he sido fiel a mis ideas primordiales como “vivir del arte por amor al arte”, tampoco profesaría fidelidad por un rey porque aún creo en la democracia republicana.
De la misma manera, la lealtad se describe como “la cualidad de aquellas personas que acatan las leyes o cumplen los acuerdos, tácitos o explícitos. También se aplica a la conducta de ciertos animales que tienen especial relación con los seres humanos, como los perros o los caballos.” Somos animales, racionales dicen unos, pero al final animales, con pasiones. Unos han creado la imagen de un dios para sentirse superiores al resto de los seres vivos.
¿Conviene creer en la fidelidad en las relaciones amorosas? Es relativo. La mayoría cree que la fidelidad se ha roto infinidad de veces, precisamente porque es un compromiso espiritual de respetar a una persona, pero no lleva el peso del respeto hacia la otra parte.
La fidelidad es una capacidad espiritual y, cada vez más, el mundo pierde el espíritu para entregarse al irresistible poder del dinero, de las cosas materiales.
En cambio, la lealtad es un valor cívico y ético que conlleva un compromiso con nosotros mismos y con la otra parte, ya sea pareja hetero u homosexual, no importa. Nos cuesta mucho trabajo cumplir con un compromiso espiritual porque es algo que no tiene sustento lógico ni material, sin embargo, ser leal a una persona con la que comprometemos, no sólo espacio vital, humedades y el espacio corporal donde se lleva a cabo el acto amoroso sino también nuestros valores cívicos y éticos o hasta familiares.
El que es fiel puede sufrir cambios en sus ideas y en su manera de sentir. El ser humano, egoísta y curioso por naturaleza, no puede permanecer atado a un espacio y a un tiempo, necesita de la libertad espiritual y física para crecer. En la adolescencia es impensable una fidelidad porque el adolescente cada vez quiere más de lo que el mundo y la vida le ofrecen; el hombre siempre ha tenido la etiqueta del ser más infiel pero las mujeres no pueden cantar victoria. Hombres y mujeres son tan imperfectos en la medida de su nivel cultural, social u hormonal (recordemos que ambos sexos estamos programados por la naturaleza para reproducirnos y preservar la especie).
Se puede jurar fidelidad a la patria pero muchos estamos dispuestos a vender un pedazo de terreno mexicano con tal de salir de pobres, así que no podemos hablar de valor moral. La moral en estos días es lo que menos importa y nada tiene que ver con dios o cualquier entidad sobre natural, es cuestión de ética, de cómo se maneja uno en la vida.
El amor muta, es egoísta y asesino.
Creo que el espíritu se nutre de las experiencias de vida, habrá quienes crecieron con la fe en Dios, otros crecimos con la fe en la razón. El amor es como uno de tantos exámenes en los que se pone a prueba la experiencia adquirida en la infancia, el pretexto por excelencia para reproducir a la especie humana.
Ser fiel a la pareja es un suicidio seguro del alma humana. Ser leales a los compromisos adquiridos con la pareja es más razonable y sano para una relación armoniosa, dicen los que saben, que ello asegura el éxito en las relaciones.
Pero como mencioné al principio de este texto, me he retirado a un “año sabático involuntario” en las experiencias amorosas. Siempre he respetado a mis parejas sentimentales en su momento, tampoco hablo de ser un picaflor sino de respetar la figura del otro, su lugar y las cosas que ha entregado, su figura humana y espiritual.
Pero ser fiel, amigos míos, como cantaba Massiel: “es más fácil encontrar rosas en el mar”.

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