“Cuando crecimos y fuimos a la escuela había algunos profesores que habrían hecho cuanto fuese posible para herir a los niños, derramando su burla sobre cualquier cosa que hacíamos y sacando a relucir todas sus debilidades, por más cuidadosamente que los chicos las ocultasen. Pero todo el mundo sabía en la ciudad que cuando llegaban a casa por la noche sus gordas y psicópatas esposas les madreaban casi hasta matarlos.” Roger Waters, (The happiest days of our lives), The Wall (1979).
Es difícil empezar a escribir una introducción a temas que, por remitirnos a episodios pasados, supondrían un vómito verbal en la cara de ciertos personajes oscuros de la vida de cada uno de nosotros. Podríamos regalar un poco de sinceridad y afirmaremos que a nuestra vida llegan personas que dejan una huella indeleble, influyendo de manera positiva en nuestros hábitos y forma de vida. No obstante, también los hay quienes deseamos que todos los malos karmas del mundo caigan sobre aquellos que, durante horas y horas, asesinaron nuestras mentes infantiles con clases vacías e insulsas: los maestros.
¿Podríamos enumerar cosas buenas que hayan realizado los maestros sindicalizados? Me temo que no, excepto que se ganan una “lanota” inventando enfermedades y accidentes para no asistir a clases, eso sí, cobrando puntualmente cada quincena (todos queremos ganar mucho por hacer nada).
Las opiniones se dividen. Hay maestros comprometidos con la labor magisterial, otros simplemente enseñan; hay maestros que educan, otros disciplinan a palos; los hay quienes impulsan a sus alumnos a razonar con la práctica y la experimentación del método, hay otros que obligan a los alumnos a repetir conceptos cual vil pericos. Ejemplos hay muchos. ¿Tienen idea de a quienes elijo y elogio?
Desde la escuela primaria hasta el bachillerato, los maestros trabajan al servicio de un sistema que no forma seres pensantes sino esclavos al servicio del Estado y las corporaciones; deformadores de consciencias, crueles inquisidores de los sueños de miles y miles de niños que llegan a la escuela con la ilusión de aprender y que, cuando no han provocado aún el daño irreversible en su mente, se dan cuenta de que la escuela y la “educación” recibida, es una porquería. Aún lo es, peor aún más cuando una organización secreta de ultraderecha ideológica y medieval se ha colado hasta el interior de la Secretaría de Educación.
Haré algunos recuentos que mi memoria ha almacenado durante años. Fue en quinto grado cuando, en una primaria de Chetumal a la que asistía (horrorosa, por cierto) en los años ochenta. Llegó un maestro asignado a la “educación cultural” a mi salón, acompañado de la directora; tenía el aspecto de un psicópata, moreno, de bigote y con una mirada fría, semejante a los ojos de Michael Myers, el asesino de la película “Halloween”. Una vez que la directora salió del salón, todos comenzamos a brincar y a lanzar preguntas al maestro, cosa natural en los niños porque se entusiasman al ver a una persona nueva en un territorio que cree “suyo”, y lo es. Pero, fue grande nuestra sorpresa cuando el tipejo azotó la mano sobre el escritorio y nos gritó “¡ahora se callan o van a saber lo que es bueno bola de mocosos!”. Pasmados, sorprendidos, yo me llené de pánico y desee salir corriendo del salón. De inmediato, tres o cuatro chamacos –que ahora son delincuentes reincidentes- se pusieron al servicio del remedo de profesor, haciendo las veces de “policía del salón”. Hubo niños que no se dieron cuenta de la magnitud de la situación y continuaron con sus bromas, propias de la naturaleza infantil, y uno hizo un chiste inocente; el tipo le ordenó a los “compañeros traidores”: “¡tráeme a ese baboso!”, obedeciendo al “maestrillo”. Una vez que el niño estuvo cerca de aquel, lo tomaron de la cara, apretó su boca con tal fuerza que el niño se quejó y le dijeron “ahora vas a entender quien manda aquí, mocoso insolente”. Y existen casos peores que la opinión pública debe saber pero que nadie, como siempre, hace nada al respecto.
Suspender a los maestros violentos no es una solución, yo propondría, más bien, colgarlos de los dedos a pleno sol. La educación en México es de estilo medieval, recuerden la humillación a la que constantemente nos sometieron en las aulas, mirando a la pared en una esquina. La lista de humillaciones es extensa y la educación muy corta de visión y misión. Los maestros se venden al mejor postor, son capaces de romper páginas importantes de los libros de biología –bajo las órdenes de la Iglesia Católica- para que los alumnos no reciban la educación sexual completa y adecuada.
De nuevo, ejemplos dentro de la obra de Pink Floyd
La segunda y más famosa de la trilogía de los "Brick In The Wall". Esta parte continúa describiendo los días de escuela de Pink, continuando la historia donde "The Happiest Days Of Our Lives" termina. Contrario a la creencia, esta canción no es en contra de la educación sino más bien, es en pro de la individualidad. Cuando los niños cantan "We don't need no education" (Nota: en ingles no existe la doble negación, así que una doble negación se convierte en una afirmación, cosas del idioma) en realidad significa "We need education". Ellos no hablan de la educación como un todo, sino del tipo de educación que están teniendo en sus vidas. No necesitan maestros que les digan cómo pensar, que controlen sus pensamientos ("No thought control", ellos no necesitan ser ridiculizados por sus errores ("No dark sarcasm in the classroom"). La idea básica es que los maestros deben enseñar no fabricar conformistas, y esto puede ser mejor visto en la película. Todos los niños marchan por los salones llevando máscaras iguales, caminando al mismo paso. Básicamente, los niños no tienen individualidad, ellos caminan sin mirar hacia su infortunio (la moledora de carne al final de la cinta transportadora). En la película hay una revolución contra los maestros opresores, no contra la escuela o la educación. Debido a los maestros Pink pone otro ladrillo en la pared.
El punto es que Roger quería demostrar cómo la conformidad está siempre aún cuando seamos unos niños y aún cuando nos estemos revelando. "Esos niños hacen lo que se les dice que hagan". Este punto es definitivamente poderoso. Una de las grandes frases de la película se menciona durante esta canción: "If you don't eat your meat, you can't have any pudding" (“si no te comes la carne, no hay pudín”). Puede haber mucha interpretación en esto. Primero se puede pensar que significa que si uno no se esfuerza en los tiempos difíciles de la vida, entonces no obtendrá ninguna recompensa, pero también hay otra interpretación, como la de ser sodomizado por el sistema. Por supuesto Pink no quiere el "pudín" que el sistema cree que todos deberían tener y ciertamente no quiere "comer la carne" (eat your meat) para obtenerlo. Todo se enlaza en el anti-individualismo y conformismo a ser "condenado", tema que fluye durante todo el álbum.
Y así, estimados lectores, hay muchos maestros de tal calibre. Personalmente guardo recuerdos entrañables de muchos profesores de tuve en la universidad y de quienes aprendí valores, me formaron una crítica y hábitos que hasta la fecha forman parte de mi vida. Pero de los maestritos del sistema, no guardo más que un amargo recuerdo y me declaro, sin pena y con ética en pro de la educación de calidad, científica, humana y socialista, en contra de ellos.
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