CHETUMAL.- Los casos de embarazo en Quintana Roo se han
incrementado desde 2005 a 2010, según datos divulgados por José Caamal del
Centro de Especialidad Materno Infantil, durante el Diálogo contra Embarazo
Adolescente NO Planificado.
En
2005 hubo 3 mil 597 casos de embarazo y se incrementó a 4 mil 926 casos en 2010,
informó este lunes ante estudiantes de medicina de la Universidad de Quintana
Roo.
Las
cifras de embarazo en los adolescentes no son exactas ya que se establecen
principalmente de los registros de los hospitales y centros de salud y excluyen
a quienes no solicitan los servicios de salud. “Sin embargo se han realizado
aproximaciones” explica José Caamal, y en este punto titubea un poco antes de
continuar, “nuestro estado lamentablemente ocupa el primer lugar… los primeros
lugares… el primer lugar en la media nacional con pequeños descensos anuales en
la posición con respecto a otros estados. De ahí tenemos que los embarazos en menores
de 20 años de 2005 a 2010 se han incrementado. En 2005, por ejemplo, en menores
de 20 años hubo 3 mil 597 casos; en 2006, hubo 3 mil 647 casos; en 2007, 3 mil
857; en 2008, 4 mil 276; en 2009, 5 mil 519 y, a la fecha en 2010 hubo 4 mil
926 casos. Todos estos embarazos terminan en parto o en aborto.”
Un 75 por ciento de los
casos de embarazo en menores de 20 años termina en parto, en tanto que entre el
10 y 15 por ciento de los casos terminan en aborto, mientras que el resto de
los casos de embarazo no se sabe su desenlace o no solicitan los servicios de
salud pública.
Las causas de preñes en
las adolescentes son difíciles de determinar con exactitud ya que son múltiples
y están relacionadas entre sí. “Una de la principales podría ser que la madre
encabeza la mayoría de las familias de bajos ingresos y asume el rol de
administradora del hogar, por tanto desatiende aspectos significativos de su
casa y a menudo no tiene en quien delegar esas responsabilidades. Las
consecuencias son múltiples. En primer lugar los jóvenes carecen de modelos
morales de referencia para guiar sus conductas; muchos de los roles adultos se
transfieren tempranamente a los jóvenes, y si a esto añadimos que la
adolescente encinta suele exhibir una especie de competencia e identificación con
la madre, por tanto es frecuente que tenga a su primer hijo a la misma edad que
lo hizo la mamá”, explicó.
En el caso de que la
mujer joven se case y forme una “pareja adolescente”, las penurias económicas
no les permitirán establecer un hogar independiente. Por el contrario, si la
joven decide ser madre soltera continuará el embarazo con grandes carencias y
dificultades. El ambiente social y familiar de rechazo se hace presente pues
aún se mira con desdén a la mujer que decide no casarse.
“Se crea una mayor
dependencia económica y afectiva en donde el apoyo familiar se condiciona a la
aceptación de circunstancias que obstaculizan su desarrollo personal e
incrementan las razones por la que se embarazó y por ello, la posibilidad de
repetirlo.”
José Caamal agregó que
las circunstancias sociales influyen en gran medida a los casos de embarazos
adolescentes, además de que la falta de educación sexual adecuada, ya sea desde
el hogar o en la escuela, desemboca en la deformación de las actitudes y la
información que reciben los adolescentes. “Sin los conocimientos de los valores
más elementales, la preparación educativa ni la sexual adecuada, queda expuesta
la niña y el niño adolescente a un embarazo no deseado en una edad en la que
tecnobiológicamente no han alcanzado la madurez adecuada para la reproducción,
y menos la emocional para enfrentar responsablemente la relación de pareja
estable para formar una familia.”
En el área
afectivo-social debe lograr un desprendimiento del núcleo familiar, alcanzar la
autonomía y controlar y dirigir su conducta de acuerdo a su propia escala de
valores. “La autoestima en esta etapa es central” –continúa explicando José
Caamal- “ya que el adolescente muestra una extraordinaria sensibilidad en relación
con el precepto de sí mismo, su identidad. Otra de las tareas en esta área es
la de alcanzar la identidad sexual y búsqueda de pareja, cuya elección le
llevará a constituir su núcleo familiar en etapas posteriores.”
Por último resaltó que
el binomio madre-hijo es una parte importante para establecer un control
pre-natal, así como promover y educar eficientemente en cómo prevenir los
embarazos mediante prácticas responsables de la sexualidad en cuanto a la
planeación de los hijos y la aplicación de todos los programas existentes para
ello.
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