CHETUMAL.- La colonia Barrio Bravo, una de las más añejas y con tradición en Chetumal, presenta gran cantidad de lotes y terrenos baldíos y en venta, contrastando con las lujosas construcciones aledañas al Boulevard Bahía. Lejos quedó la imagen descrita en las crónicas de la ciudad con casas de madera y jardines hermosos; ahora es una zona conocida por sus habitantes como una de las más peligrosas y con altos índices de pandillerismo, además de presentar contrastes en algunas zonas.
Los vecinos dicen que la gente comienza a vender sus terrenos por necesidad. Y es constante el medio en los habitantes a hablar pues se les acostumbró a vivir condicionados (con despensas o apoyos económicos). Una señora, propietaria de una tienda –dentro de una casa de madera de “media caña”- dijo que los vecinos comienzan a vender sus terrenos por necesidad o son desalojados. Con más de 50 años viviendo en el antiguo Barrio Bravo, dijo que durante el paso del huracán “Dean”, todos los árboles se cayeron y nunca más volvieron a reforestar la zona. Mencionó además que los terrenos baldíos son el mayor problema pues los pandilleros se ocultan entre la maleza.
La constante en cada terreno o casa de madera es el abandono y las malas condiciones del terreno, desde hierba espesa hasta animales ponzoñosos.
Durante el recorrido encontramos más casas y terrenos en venta, una casa tras otra es el mismo panorama: “Se vende”, “terreno en venta, informes al cel”.
La vivienda está deteriorada y tiene comején, dicen los habitantes del predio. Aún así el señor Salvador la habita sin problemas pues no tiene otro lugar donde vivir. El paso del huracán “Dean” no doblegó a la casa pero cuenta Salvador que se balanceaba debido a la fuerza del viento.
Es notable el calor en el interior pues el techo es de lámina de cartón. Agregaron también que un terreno ubicado enfrente del domicilio de la señora Anastasia pertenece a un cura de la iglesia del Sagrado Corazón y otra, ubicada en la esquina de Lázaro Cárdenas y Josefa Ortiz de Domínguez, pertenece a un profesor de la Universidad de Quintana Roo. Ninguna de las dos personas acude a limpiarla.
La apariencia no es sincera y aunque los habitantes de Barrio Bravo salen adelante con su trabajo diario, las necesidades apremian.
Limpiar un terreno baldío, a un costado del predio de Anastasia, cuesta 150 pesos. No se trata de un lujo sino de prevenir la proliferación de animales ponzoñosos o de servir como guarida de pandilleros.
El viento y la brisa marina de la bahía son frescos durante las tardes. El calor de hogar se siente en el ánimo de sus habitantes, pero el silencio cómplice y la indiferencia se materializan en cada rincón de la colonia Barrio Bravo de Chetumal, una de las más antiguas y hoy, en franca desaparición como un lugar que conserva el estilo del viejo Chetumal.
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