lunes, marzo 14, 2011

Un mundo cuadrado… o descuadrado.

El mundo es una esfera multicolor, multicultural y lleno de sitios inexplorados por el hombre pero conocidos por los satélites. En este planeta convergen las corrientes ideológicas, creencias religiosas y políticas, toda una gama de colores que tienen cabida en el cuadro atmosférico bajo el manto azul. El Arcoiris ha bajado a las grandes urbes y poco a poco salen del closet los colores brillantes.

Mientras el mundo gira, la masa social que lo habita lucha por su sobrevivencia. Los individuos compiten por un lugar en la sociedad, una sociedad que dicta cánones llevándolos hacia la autodestrucción de principios y valores humanos, éticos y profesionales. No es nada contra las religiones pero si bien Marx decía que “la religión es el opio de los pueblos”, la izquierda no ha sabido hacer nada respecto a la irrefrenable expansión de materialismo consumista. La ideología y el comportamiento de la doble moral tergiversa lo que nace de la naturaleza humana: cuerpos desnudos entregados a la máxima creación humana, la vida, son actos inmundos; la proclamación de amor al prójimo para luego clavar las estacas de la intolerancia; feministas en contra de la opresión de la mujer pisotean a quien se les oponga y los machos fascistas son sólo una retroalimentación de lo bajo que puede caer el género humano, siguen creyendo que el resto de los hombres son unos “pendejos” y las mujeres “unas putas”. Ricos y pobres, clases sociales marcadas y divididas.

Los medios de comunicación electrónicos nos venden modelos de vida prometiendo la felicidad y la satisfacción personal. Los libros ya no instruyen ni incitan a crear obras de arte ni revoluciones: “traza un plan de vida y alcanza el éxito y la satisfacción personal”, confórmate y vive en estado resignado.

¿Fabuloso? Imaginen un grupo de zombies caminando mientras entonan cánticos interminables del optimismo mercantil, todos con uniforme de color verde caqui, a los adolescentes con una M en la frente y ciegos del alma –como muchos que existen ahora- y todos pensando lo mismo, haciendo lo mismo y creando nada. ¿Aún quieren explicar la causa de tantos suicidios en jóvenes y adultos? Culpen a la muñeca Barbie, no en vano es la preferida de las niñas para realizar las más imaginativas torturas.

De niño interrumpi mis estudios para ir a la escuela. Si las paredes de las aulas hablaran, muchos crímenes ya se sabrían. Primero: el derecho a pensar; Segundo: el derecho a ser niño; Tercero: derecho a desarrollar la inteligencia y las habilidades científicas, artísticas y deportivas. ¿Quién le otorga la libertad a un profesor de humillar a un niño frente a sus compañeros por no correr más rápido o por no haber aprendido la O? La escuela debe ser el semillero del saber, la que otorga las armas para el desarrollo, no un centro que estimule la ignorancia y la apatía por el conocimiento. Mientras más exista la “grilla” entre los profesores, habrá más ignorancia y bajo aprovechamiento. Se burlan de la poesía de un niño o una niña, de su vulnerabilidad, de su sincera e inteligente crítica. Al caer la tarde, en sus casas o en la calle, son protagonistas de un patético cuadro etílico, sin amor ni respeto por sí mismos.

La familia es, junto a la escuela, la base de la educación. De hecho, es la más importante. Yuxtaponiendo esos dos elementos en favor de un niño, el resultado sería un ser más humano, capaz de mostrar sus sentimientos y desarrollar grandes tecnologías, obras de arte. Sería un ciudadano correcto y analítico, tolerante pero con sentido crítico, sin prejuicios pero con juicio inteligente. ¿De qué planeta hablamos? Del planeta Tierra, sin lugar a dudas.

Los niños aprenden lo que viven y si viven en un ambiente cargado de hostilidad, de ignorancia o desamor, las consecuencias son irreversibles.

Existen los límites. El pensamiento no debe limitarse a lo establecido. Nada debe limitarse excepto aquello que atente contra la integridad del ser humano y la sociedad en general.

Si las puertas de la percepción se depurasen,
todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito.
Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver
todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.

William Blake
Las bodas del cielo y el infierno (1793)

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