domingo, junio 21, 2009

La cultura: como el amor, debemos hacerla todos los días

Cuando leemos la palabra “cultura” lo primero que pensamos es en un museo oscuro, frío y aburrido, o en un concierto de música clásica donde la persona más prendida es aquella que mueve las manos con suavidad, al compás de la música. Esas son actividades culturales, aunque el concepto de “cultura” involucra muchos puntos de vista para llegar a una definición, va más allá de las simples actividades culturales. Cuando una persona desconoce los acontecimientos que suceden en su comunidad, los usos y costumbres, o simplemente, el quehacer humano que asegura su trascendencia en la historia, se dice que una persona es “inculta”.

Reunirse regularmente en grupos de amigos con intereses en común, es una actividad cultural, la actividad que realicen los define dentro de la sociedad y les otorga características definidas. Claro que una reunión a las chelas es una festividad, es parte de la sociedad a la que pertenecen.

Hagamos un paseo mental por las calles de nuestra ciudad (no importa si están en Playa, Cancún, Chetumal, Isla Mujeres… sólo háganlo) y prestemos atención en los grupos que encontremos. Observen que entre ellos tienen una manera de comunicarse en común, un lenguaje que involucra mensajes codificados como una manera de mantener la mística de su tribu. Si los punks, los emos, los cholos, los skatos, se saludan “chido”, con un saludo de manos que más parece toda una acrobacia dactilar, naturalmente del lado “Light” de la sociedad también tienen sus maneras de saludarse, sus códigos, costumbres, sitios de reunión. Cada grupo social cuenta con los elementos que lo definen como una cultura dentro de una sociedad, no importa el medio en el se desenvuelvan, sea urbano o rural, la cultura define en su contexto al hombre.

Parte de lo que somos -individualmente- forma parte del bagaje cultural con el que nos nutrimos. Por ejemplo, en casa adquirimos el hábito de leer, escuchar música y el gusto por las reuniones sociales. Más tarde en la escuela, las aficiones e inquietudes nos unen a un selecto grupo de amigos (esa es la realidad, somos selectivos) son afines –la lectura, la música y la socialización- y entonces comienza todo un viaje de conocimiento sobre los libros (ficción, ensayos, cómics, revistas) o el intercambio de discos. Pueden ser otras actividades, no necesariamente la lectura y la música. Precisamente por eso hablamos de una sociedad pluricultural, misma que para exista una convivencia armónica entre cada una, es necesaria la tolerancia basada en el conocimiento y respeto de cada grupo social o tribu urbana.

Cultura no sólo es ir a conciertos y exposiciones, no se trata de capacitar a cientos de personas en medidas de seguridad ante huracanes o de decir que las etnias son importantes cuando ni siquiera sabemos cómo coexisten en nuestra sociedad. La cultura es como el amor: hay que hacerlo todos los días. Y hay que hacerlo precisamente para trascender en el tiempo, a las fronteras de la memoria o a los hitos de personas que toman la bandera de la “cultura” con fines electorales sin mostrar el menor signo de humanismo o cultura.

Hay que reclamar espacios de cultura joven, donde convivan todas las manifestaciones artísticas que reflejan la cultura de las tribus urnas y los grupos sociales dentro de la sociedad joven. Definitivamente la cultura no tiene por qué ser aburrida.

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