lunes, noviembre 17, 2008

Una película definió el rumbo de mi vida


Si alguna vez afirmé que la vida la veo en Technicolor, como en las películas, hoy les diré que unas cuantas películas definieron el rumbo de mi vida. Por extraño que parezca tal cosa puede sucederle a cualquier persona, así sea el más amargado de los abogados o la fría y calculadora programadora de sistemas. Aunque lo más común en el mundo occidental es que las artes son desdeñables para cualquier persona sin un poco de sensibilidad, existe más de un individuo enganchado a los diálogos, la filosofía y el universo que conforman una obra cinematográfica.

Un ejemplo inmediato es la legión de fanáticos de Star Wars. Todo comenzó con la breve explicación de Obi Wan Kenobi a Luke acerca de “La Fuerza”, bastó un sable láser y la fe en una energía que “unifica a la galaxia” para que miles de –en ese entonces- chamacos comenzaran una religión que le rendiría culto a “La Fuerza”. No todos profesan la “religión Jedi”, pero sí han comenzado colecciones valiosísimas de memorabilia, juguetes y demás artículos alusivos a la obra de George Lucas. Lo admito, soy un “fan from hell” de Star Wars y no me canso de repetir: “confía en tus instintos pero no dejes que tus sentimientos te traicionen”.

Esa película no definió el rumbo de mi vida, sólo ayudó a crear un universo alterno a mi realidad. Soy músico de profesión, aunque no fue algo que decidí de la noche a la mañana. Si bien la música entró a mi vida a través de un compañero de la escuela primaria, y el primer instrumento que aprendí a tocar fue la “bataca”, una película que sí definió el rumbo de mi vida fue Crossroads de 1986. No se trata de la película de la Spears (ya mencioné la fecha) sino de la cinta protagonizada por Ralph Machio en la que interpreta a un joven estudiante de guitarra clásica. Como todos los músicos, Eugene Martone (el personaje que interpreta Machio) tiene preferencia hacia un estilo musical en particular, el blues. El argumento de la película es la obsesión de Martone por encontrar la canción perdida del legendario bluesman Robert Johnson, con el fin de grabarla y convertirse en todo un bluesman famoso. Para esto recurre a “Blind dog” Fulton, un viejo camarada de Robert quien lleva a Martone a la encrucijada donde Robert Johnson –según la leyenda- vendió su alma al diablo a cambio de virtuosismo para tocar la guitarra, fama y fortuna.

La memorable escena final de Crossroads es un duelo de guitarras entre Machio y Steve Vai. Por supuesto, Machio no toca la guitarra pero la preparación para interpretar el papel fue tan buena que nos convenció. Siguiendo con la anécdota, esa película la vi una noche de jueves en un viejo cine de Chetumal, en un ya lejano 1988, con mis papás. Al día siguiente, haría mi primer viaje sin mis padres y con amigos con los que compartía un gusto en común: la música. Estuve en un grupo instrumental en la secundaria y ese año hice mi primer viaje como músico y conocería lo que se siente recibir aplausos en un lugar que no es mi ciudad. La noche anterior, después de ver la película, decidí que quería tener “una guitarra Fender telecaster, tocar y hacer mis propias historias, siendo libre y viajar por el mundo”. Quería ser guitarrista más que un arquitecto renombrado, tener la habilidad de tocar como lo había visto en la película, vivir de mi música y no tener que rendirle cuentas a ningún jefe o patrón.

En 1994 emigré al Distrito Federal para comenzar mis estudios de guitarra clásica en la Escuela Nacional de Música, de la cual me gradué en el 2003. Toqué mucha música barroca, jazz, bossa nova; conocí a mucha gente importante dentro del ámbito musical, viajé a lugares interesantes y comencé a tejer mis propias historias que han cobrado vida en poemas y uno que otro bosquejo de canción. Sigo siendo un alma libre, tengo una Fender Stratocaster y puedo tocar blues y música para guitarra clásica. Aunque ahora le tengo que rendir cuentas a un patrón, mi alma no ha sido robada pero la música está en una especie de “receso” del cual quiero salir lo más pronto posible.

Cuando uno nace para algo lo mejor es seguir nuestros instintos, como Luke Skywalker, aunque siempre hará falta una chispa que detone la bomba espiritual, la vocación. Hay muchas películas que han dejado huella en ciertas etapas de mi vida, por ejemplo, Tron, Naranja mecánica, Trainspotting, Cinema Paradiso, El gran dictador, Casi famosos, entre otras.

Pero fue “Crossroads” la que definió mi vida. Hoy hago lo que ustedes leen cada semana y lo disfruto (otras tareas no tanto, mi pasión es escribir y hacer música), pero estoy en el proceso de retomar mi actividad musical. Tal vez parte de mi espíritu se haya quedado en una encrucijada buscando pactar con alguien, no para tener fama y fortuna sino para no perder mi verdadera esencia.

Cualquiera que haya sido la película que definió sus vidas, por alguna razón lo hizo. Estoy convencido que solo unos cuantos se dejan llevar por sus instintos y siguen siendo almas libres y felices.

Y a ustedes, ¿qué película los ha marcado?

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