lunes, diciembre 24, 2007

El significado de la Navidad: que el mundo es un sitio donde hay lugar para todos.

Nos tocó vivir en el lado occidental de este mundo tan grande. El planeta Tierra alberga miles de millones de personas con credo diferente pero creyendo al fin, en una fuerza superior que une al Universo. Como occidentales que somos nos tocó vivir bajo la sombra del “monopolio de Roma” y por ende, crecimos con la idea del nacimiento de un salvador del mundo. Es así como cada año, occidente celebra el cumpleaños de Jesús porque esa es la verdad, es el cumpleaños de alguien (digo, si el nacimiento de cualquier mortal supone una celebración como cumpleaños, ¿por qué no le llamamos Navidad a ese “día tan especial”?).
Una tarde, mientras me daba un baño, pensaba en una acronía bastante razonable –de vez en cuando me pongo a debrayar mientras me baño-, por ejemplo: ¿qué habría pasado si en lugar de que el Imperio Romano de Occidente abrazara al cristianismo, hubiese adoptado la religión musulmana? Seguramente no tendríamos navidad, no existiría Papá Noel ni los Reyes Magos, la cena de Pascua, las celebraciones de adviento ni mucho menos, la “Santa” Inquisición o las posadas tal y como las conocemos. Hagamos a un lado esa idea que los “yanquis” nos han inculcado acerca de la religión musulmana. Gandhi decía que “musulmanes, hindúes, sijs, cristianos, todos somos hijos de Dios” y que en el mundo hay lugar para todos.

Así es queridos lectores, el mundo es grande y hay lugar para todos, no veo el motivo por el cual no deba haber lugar para el resto de las religiones del mundo. Tuve una amiga de la región de Uthar-Pradesh, en la India; me decía que nunca han celebrado la Navidad. No me asusté, al contrario, comprendía de sobra que ellos tienen otras celebraciones acorde a su religión, sin embargo, tienen un día que celebran de manera similar a la Navidad cristiana: el día del nacimiento de Krishna. Janmashtami es la celebración del nacimiento de Sri Krishna, la Suprema Personalidad de Dios para los hinduístas. “La ceremonia central sucede a medianoche, hora en que el Señor hizo su divina aparición. El ayuno, los cantos, las ceremonias y muchos otros rituales marcan esta importante fiesta en el calendario vaishnava”. Esta celebración se realiza el 4 de septiembre.

A la primera luna llena de Mayo, corresponde el Wessak, la Fiesta de Buda. Esta fiesta conmemora el nacimiento y el despertar del Buda, es también el instante durante el cual él contacta anualmente la humanidad. La palabra "Wesak" (también "Wessak" o "Vesak") es el nombre del mes de mayo en el calendario indio antiguo. Este período se sitúa en medio de la primavera del hemisferio septentrional.
El Aid el-Mulud es la festividad en la que se conmemora el nacimiento del profeta Mahoma; también es conocida como “La Fiesta de la Bandera”, ya que antiguamente los musulmanes exhibían una bandera blanca en los tejados como símbolo del nacimiento del profeta. En este día la familia se reúne para compartir el desayuno. En él es tradición degustar un plato típico preparado con sémola y leche. Es una fiesta en la que las “tarikas” sufíes (similares a las cofradías católicas) se congregan en las “zawias”. Se celebra entre los meses de marzo y abril, según el calendario gregoriano.
Los que practican el judaísmo siguen esperando la llegada del Mesías. Enlistar las fiestas similares nos llevaría muchas páginas, por eso me limito a dos religiones importantes y similares a la religión cristiana. Lo hice porque precisamente, la Navidad es una fiesta de carácter religioso que a recientes fechas se ha tornado en una fiesta de las compras y el endeudamiento. No niego que compro regalos para mi o para algún miembro de mi familia, a lo que voy es que en estos días la Navidad tomó un sentido diferente.
Hasta que tuve doce años de edad sentía eso que llaman “espíritu navideño”, después comprendí que sólo era un estado de ánimo alimentado por la nostalgia de tiempos pasados, las compras de regalos, el clima y la falsa pose de “ser personas mejores”. Ahora, el espíritu navideño se traduce en salir a comprar y comprar más, cooperar para el pago de impuestos de una televisora, fingir que nos amamos y desear parabienes a los semejantes en los últimos días del año, para que al siguiente le clavemos la estaca en la espalda.
La Navidad –dicen los cristianos- es tiempo de reflexión y nos lo repiten en Semana Santa, ¿acaso no podemos reflexionar en unos minutos libres que nos queden entre las actividades cotidianas el resto del año?
El significado de las cosas las otorgan las personas, es una idea subjetiva y muy personal, como el que le damos a las cartas, a los besos, a los sitios o las festividades. El mundo moderno mantiene la idea de que “cuanto tienes –en la cuenta bancaria- es lo que vales”… por eso, muchas chicas son “totalmente de hierro”, anhelando relojes de diseñador, o deseamos el último grito en gadgets y equipos de audio, porque en el alma humana se han acumulado vacíos palpitantes.
Por otro lado, y volviendo a lo que planteo al principio de este texto, el mundo es grande y con diferentes creencias religiosas. El “monopolio de Roma” institucionalizó la Navidad y parece que el mundo entero está obligado a creer en un solo “mesías”, el que no lo crea así está condenado, como se condena a los que no desean celebrar la Navidad.
Entonces, ¿Cuál es el significado de la Navidad?... creo que el significado está en el hecho de entender que el mundo es uno, con mucho espacio para todas las concepciones espirituales, donde musulmanes, hinduistas, cristianos, judaicos, sijs, budistas, y demás, podamos convivir en paz, con tolerancia y respeto porque al final, todos somos carne y hueso, espíritu y con el único fin certero de la muerte. La vida es corta y no hay tiempo para perderlo en objetos, el amor hay que repartirlo, compartirlo, crearlo, disfrutarlo; la paz no se compra con concesiones ni amenazando; el progreso y el objetivo de un mundo mejor donde no existan las diferencias sociales o el peligro de que nuestros hijos sean mutilados por falsos (y calenturientos) evangelizadores.
Celebren, beban y coman, que al final de cuentas se convive con la familia y esas cosas son mucho más valiosas que una donación al Teletón. Disfruten la charla de sobremesa y el recalentado con una tacita de ponche o una ensalada navideña, tal vez si nos sentáramos a dialogar y compartir la mesa, los problemas del mundo se arreglarían de la mejor manera.
No me gusta la navidad, pero daría lo que fuera por volver a sentir el espíritu que llenaba aquellas posadas con mi familia. Mientras tanto, pasen unas excelentes fiestas.

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