lunes, octubre 08, 2007

En la era del terror todos se perdían en una frase de amor…

Nadie me conoce bien, nadie sabe cuales son mis sueños”. El dios en la pared, Los Amantes de Lola (1991).




Fue el primer disco de rock hecho en México que compré con el dinero de mis “domingos”. Lo compré una noche de marzo de 1992, recuerdo que llevaba mi “walkman” dentro de la mochila y escucharlo fue como una epifanía. Entonces soñaba con formar una banda de rock aunque tuviera una guitarra acústica con cuerdas de metal. La primera descarga provino de un preludio coral que anunciaba el ambiente de aquel álbum de nombre extraño para mí: La era del terror. No era el disco de un grupo “metalero” ni satánico, era el segundo disco de Los amantes de Lola.
La primera rola, “Beber de tu sangre”, era el primer sencillo a promocionar y en 1992 aún se transmitía “Siempre en domingo”. Cosa extraña, un grupo de rock aparecía en el programa dominical y a los que vivíamos lejos del centro del país nos llegaban las imágenes de un movimiento aparentemente muerto pero que llevaba muchos años tratando de sobrevivir en el underground. Los amantes de Lola fueron parte de ese “boom” de rock mexicano -o rock hecho en México- que lideraban los Caifanes, Fobia, Maldita Vecindad, Neón, sin olvidar a los grupos que circulaban en la periferia del Distrito Federal como Tex Tex, Transmetal o el Tri. Mientras que varios de mis compañeros de clase se “prendían” con canciones que le “tiraban” al sistema gubernamental, a la policía, y que predicaba la misericordia hacia los pobres niños sin amor, nunca me sentí plenamente identificado con la temática de esos grupos. A mi me interesaban los temas filosóficos, la búsqueda de tiempos y mundos mejores donde el amor y la comprensión fueran una realidad.
Fue así como el texto de “Beber de tu sangre” desató una gama de sensaciones y sueños diurnos que serían una constante en mis días de preparatoriano. No puedo dejar de lado a la música -acompañando esos textos extraños a mis oídos jóvenes- que me parecía atmosférica y totalmente alejada a lo que la “telera” nos acostumbró con tantos baladistas. Por momentos el sonido de “los amantes” me recordaba a esas canciones de la época del “comrock” de mediados de los ochenta; tampoco se trataba de canciones construidas sobre la progresión de acordes utilizados en el blues (como el Tri) ni el sonsonete sincopado de la voz de Alex Lora, al contrario, la melodía fluía de manera natural, tal como el texto lo pedía: “el pensar en ti me hace recordar el encanto que provoca tu fragilidad”.
A la primera escucha, la música puede parecer cansada y monótona, sin embargo el oyente se encuentra ante puertas que deben ser abiertas a la percepción hasta encontrar los secretos depositados en las canciones. No hay temas de desamor ni mucho menos de contenido social o político. ¿Estado de ánimo?, seguramente es el amor el sentimiento imperante dentro de la temática del disco aunque no se considera un disco conceptual como tal.
Uno de los temas contenidos en el álbum nos remite al primer éxito de “los amante”: “Valiums a tu tía”. Si ya “los amantes” se habían quejado de las extrañas costumbres de “la mamá”, ahora le tocaba el turno a la tía paranoica, aquella que cualquiera se ha encontrado en la casa de la novia, siempre vigilando los pasos de la sobrina, investigando los hábitos del novio en cuestión… al final de cuentas, hasta daban ganas de dormirla para que no molestara (y más de uno no me dejará mentir).



“Los poetas dicen que cuando sale el sol, las mentes marchan con los pasos de la razón”, sugiere “No me dejes caer”, que de la oscuridad surgen los verdaderos sentimientos, esos que durante el día no se pueden decir ni hacer sentir, el ritmo de vida nos obliga a seguir a la razón: después de todo, somos seres nocturnos y la noche nos transforma en seres mágicos, geniales y brillantes.
“Hombres y locos” es una rola que cualquiera que ame tocar la guitarra en la intimidad de su cuarto o con sus amigos más íntimos disfrutaría tocar. La letra es un verdadero poema: “el hombre sueña deseando volar, el loco vuela al extremo del mar, y mientras los hombres miran el tiempo pasar, el loco canta parado en la mesa de un bar”. Hasta cierto punto me recuerda a “Us and them” de Pink Floyd.



“Bailando entre oro y diamantes en un eterno romance”, la Reina del Carnaval por fin ve realizado su sueño, aunque no sabemos a quien se refieren en ese “eterno romance”: ¿enamorada de la fama y la gloria o tan sólo es la obsesión por llamar la atención de los demás?
La canción que da el título al disco es casi un himno para los iniciados en la música de “los amantes”. “La era del terror” es un canto a la locura, a los viajes oníricos y al amor oculto en las palabras que, al ser escuchadas, leídas o cantadas por cualquier ser humano, provoca una intoxicación casi enteógena. “Bailar con la mucama” o “agitarse en la cama hasta las seis de la mañana” más bien parece una fiesta adolescente.
El disco asciende hasta llegar a un punto climático, precisamente donde la “Reina del carnaval”, “El deseo” y “La era del terror” invitan a la festividad sin restricciones, sin ataduras moralistas ni sonidos trillados. No obstante después de la fiesta, la resaca llega y a veces se siente un vacío en el alma. Nos sentimos solos al llegar el alba, buscamos consuelo y salvación en objetos sagrados: solos en un mundo que se olvidó de sentir.
“El dios en la pared” está inspirada en una película mexicana llamada “El puente”, y sin duda es una de las mejores canciones escritas por “los amantes”: “sólo hay luz cuando no hay oscuridad, no sé cuanto tiempo pasará, sólo puedo esperar a que entre un poco de luz para ver la divina imagen, la que me dejó mi dios en la pared”. Quien dude de la riqueza lírica del rock hecho en México a principio de los noventa, sería buena idea que regresara a los libros de poesía simbolistas.
“Madre tierra” cierra el disco con una letra tan excelsa como la música que la acompaña: “entre flores bailan los hombres, como tontos caen y regalan al aire cuentos de niños; Cristóbal descubre el continente y yo no sé dónde puedas estar”.
“Hotel” no se incluyó en la edición de LP ni en el caset. Tuvo que pasar más de 12 años para escuchar ese bonus track. Aunque como tema extra entró en la edición de disco compacto, “Hotel” parece una pieza que pudo aparecer en un nuevo disco de “los amantes”. Dentro del amplio repertorio de canciones que abordan el erotismo y los encuentros amorosos en esos rincones secretos, pocos describen con tanta delicadeza lo que el amante observa: el tiempo, una silueta dibujada por el sol, ropas que caen y dejan al descubierto un territorio dulce por explorar.
“La era del terror” fue un disco que me abrió las puertas a la posibilidad de crear letras de canciones aunque con resultados desastrosos ya que nunca, hasta ese entonces, había experimentado la totalidad de los sentimientos e ideas plasmadas en ese disco. Fue el soundtrack de una etapa de mi vida cuando el amor llegó por primera vez, junto con besos en los labios, el deseo de irme de casa y las ganas de crear música. Todavía conservo ese caset que compré un domingo de marzo y que tantos buenos recuerdos me trae.


1 comentario:

  1. Anónimo12:07 p.m.

    Saludos.
    Buen post
    Podrás transcribir el texto que viene al interior del disco

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