Advertencia.- Este artículo no pretende atacar ni herir a nadie, tan solo describe un panorama del ambiente artístico y cultural de esta región del país, con el único fin de erradicar un cáncer en la comunidad artística.
“Pequeño gran rockstar, todo acabó, te traigo una Tutsi Pop para que dejes de llorar. Todo lo quieres pero nada sabes usar.” Jumbo, Rockstar. 2001
“Pequeño gran rockstar, todo acabó, te traigo una Tutsi Pop para que dejes de llorar. Todo lo quieres pero nada sabes usar.” Jumbo, Rockstar. 2001
En algún momento y en esta misma columna manifesté que uno de los grandes problemas de la comunidad artística es el ego. Esta es una enfermedad con la que uno nace y que pocos saben controlar. Es casi como el Síndrome de Tourette.
El ego consume al artista a tal grado de dejarlo irreconocible, por ejemplo, un jovencito que comienza su actividad creativa y artística en un rincón de su casa, con una computadora, una guitarra o diversos materiales de artes gráficas. Con el tiempo y la práctica desarrolla el talento o las habilidades técnicas, sin embargo no alcanzan el virtuosismo y la maestría. Con un poco de suerte –y de contactos- comienza a figurar en foros, talleres, muestras fotográficas o cualquier evento artístico y cultural que se presente. En una ciudad como Chetumal es muy fácil calificar a algunos como “súper artistas talentosos y creativos”. Aclaro que no veo con malos ojos y que aplaudo a todos aquellos que se avientan a crear cosas, que proponen y trabajan en obras artísticas. Lo que me parece totalmente absurdo es el hecho de inflar a un artista en ciernes y que éste pierda el suelo.
Una estrella puede brillar en el cielo nocturno pero aunque brillen todas las noches, se apagan.
Conozco a gente con mucho talento, con ideas interesantes o si no interesantes y conservadoras, por lo menos tienen las ganas de llevarlas a cabo. Son gente que a pesar de no tener una preparación artística en forma, tiene la capacidad para hacer grandes cosas y conseguir un lugar destacado en las artes. Pero volvamos la cara a la realidad para recordar que en Chetumal no hay una cultura del arte. No hay educación. No es lo mismo ser alfabetizado que tener educación o preparación universitaria. Los universitarios apuestan más por las fiestas de aniversario de Akua que por asistir a una Muestra Internacional de Cine.
La ciudad, con su ambiente artístico y cultural, es como un pequeño circo: todos los animales se sienten importantes. Esto deriva de la “inflación” – ¿o inflazón?- de artistas y creadores locales, quienes sienten como poco a poco el aire de la adulación recorre sus venas. Y las toxinas del ego surten efecto cuando alguien con cierta experiencia y preparación emite una crítica hacia el trabajo del artista. Las críticas no destruyen, eso depende de la madurez intelectual y la preparación académica del que recibe la crítica; por el contrario, es una crítica constructiva cuando se asume la responsabilidad de la obra y se acepta la crítica como una vía hacia la perfección del arte, la técnica y la interpretación.
Es cómico ver cómo unos se destrozan a otros, pero también es denigrante tanto para los artistas y creadores como para quien escribe esto. El arte no tiene que ser una competencia para ver quien tiene el pene más largo y grueso o quien tiene las tetas más grandes. El arte se trata de crear, de mover afectos, humores; se trata de mover a una masa (el pueblo), de incentivar el desarrollo humano, de entretener y divertirse. Gracias a la excelente influencia de la televisión –me río de lo que acabo de escribir- es que nos han formado la idea de un artista: artista es aquel que sale en la tele, tiene cara bonita, ojos verdes, anoréxicos; artista es aquel que salió de un programa televisivo como “Lacrademia”. El narcisismo comienza a desplazar a la razón, las imágenes no sirven para crear una idea que produzca placer, el placer radica en sentirse amado e idolatrado.
Y es que en esta ciudad –pequeña, por cierto- todo se mueve por una necesidad aspiracional de ser populares a cualquier costo. El ego no es malo, a veces es necesario para salir adelante ante las adversidades. Lo malo es perder el suelo y volar en alas de un espejismo. Lo sé porque alguna vez solía perder el suelo hasta que mi reflejo se proyectó sobre un espejo roto. Pero hay que salir a conocer el mundo y experimentar aires diferentes, públicos distintos e ir preparados para recibir las criticas que se presenten. En Chetumal es muy fácil recibir críticas favorables respecto a nuestro trabajo artístico, pero no porque provengan de nuestros mejores amigos sino porque la gente no suele ser sincera.
Hay talento en Chetumal, no deben permitir que se pierdan en el mar de la adulación hipócrita; tienen que prepararse y salir de este lugar, modificar su cosmovisión, llevar el arte más allá de donde lo encontraron.
El ego consume al artista a tal grado de dejarlo irreconocible, por ejemplo, un jovencito que comienza su actividad creativa y artística en un rincón de su casa, con una computadora, una guitarra o diversos materiales de artes gráficas. Con el tiempo y la práctica desarrolla el talento o las habilidades técnicas, sin embargo no alcanzan el virtuosismo y la maestría. Con un poco de suerte –y de contactos- comienza a figurar en foros, talleres, muestras fotográficas o cualquier evento artístico y cultural que se presente. En una ciudad como Chetumal es muy fácil calificar a algunos como “súper artistas talentosos y creativos”. Aclaro que no veo con malos ojos y que aplaudo a todos aquellos que se avientan a crear cosas, que proponen y trabajan en obras artísticas. Lo que me parece totalmente absurdo es el hecho de inflar a un artista en ciernes y que éste pierda el suelo.
Una estrella puede brillar en el cielo nocturno pero aunque brillen todas las noches, se apagan.
Conozco a gente con mucho talento, con ideas interesantes o si no interesantes y conservadoras, por lo menos tienen las ganas de llevarlas a cabo. Son gente que a pesar de no tener una preparación artística en forma, tiene la capacidad para hacer grandes cosas y conseguir un lugar destacado en las artes. Pero volvamos la cara a la realidad para recordar que en Chetumal no hay una cultura del arte. No hay educación. No es lo mismo ser alfabetizado que tener educación o preparación universitaria. Los universitarios apuestan más por las fiestas de aniversario de Akua que por asistir a una Muestra Internacional de Cine.
La ciudad, con su ambiente artístico y cultural, es como un pequeño circo: todos los animales se sienten importantes. Esto deriva de la “inflación” – ¿o inflazón?- de artistas y creadores locales, quienes sienten como poco a poco el aire de la adulación recorre sus venas. Y las toxinas del ego surten efecto cuando alguien con cierta experiencia y preparación emite una crítica hacia el trabajo del artista. Las críticas no destruyen, eso depende de la madurez intelectual y la preparación académica del que recibe la crítica; por el contrario, es una crítica constructiva cuando se asume la responsabilidad de la obra y se acepta la crítica como una vía hacia la perfección del arte, la técnica y la interpretación.
Es cómico ver cómo unos se destrozan a otros, pero también es denigrante tanto para los artistas y creadores como para quien escribe esto. El arte no tiene que ser una competencia para ver quien tiene el pene más largo y grueso o quien tiene las tetas más grandes. El arte se trata de crear, de mover afectos, humores; se trata de mover a una masa (el pueblo), de incentivar el desarrollo humano, de entretener y divertirse. Gracias a la excelente influencia de la televisión –me río de lo que acabo de escribir- es que nos han formado la idea de un artista: artista es aquel que sale en la tele, tiene cara bonita, ojos verdes, anoréxicos; artista es aquel que salió de un programa televisivo como “Lacrademia”. El narcisismo comienza a desplazar a la razón, las imágenes no sirven para crear una idea que produzca placer, el placer radica en sentirse amado e idolatrado.
Y es que en esta ciudad –pequeña, por cierto- todo se mueve por una necesidad aspiracional de ser populares a cualquier costo. El ego no es malo, a veces es necesario para salir adelante ante las adversidades. Lo malo es perder el suelo y volar en alas de un espejismo. Lo sé porque alguna vez solía perder el suelo hasta que mi reflejo se proyectó sobre un espejo roto. Pero hay que salir a conocer el mundo y experimentar aires diferentes, públicos distintos e ir preparados para recibir las criticas que se presenten. En Chetumal es muy fácil recibir críticas favorables respecto a nuestro trabajo artístico, pero no porque provengan de nuestros mejores amigos sino porque la gente no suele ser sincera.
Hay talento en Chetumal, no deben permitir que se pierdan en el mar de la adulación hipócrita; tienen que prepararse y salir de este lugar, modificar su cosmovisión, llevar el arte más allá de donde lo encontraron.
Creo que en esta parte de Mexico, no existe esa cultura de aprendizaje mediante el pleno reconocimiento de los trabajos de los demas, por lo mismo, el Ego supera esa Humildad del que se llame Artista o creador de un estilo.
ResponderBorrarSaludos, Exelente Semana.
Saludos De Playa Del Carmen.