viernes, marzo 02, 2007

Entrevista con el escritor Agustín Ramos durante su visita a Chetumal (segunda parte y final)


“Ya está todo dicho pero hay que cambiar la manera de decirlo… intentarlo por lo menos. Puede que el día de mañana o dentro de una hora, las cosas hayan cambiado tan radicalmente que no todo haya estado dicho”. Entrevista con el escritor Agustín Ramos durante su visita a Chetumal (segunda parte y final)
Por Jaime Rodríguez

CHETUMAL.- El miércoles 28 de febrero concluyó el taller de narrativa impartido por el escritor Agustín Ramos, realizado en el Centro Cultural para las Bellas Artes de Chetumal, así como en la Universidad de Quintana Roo. A este taller –el realizado en el Centro Cultural- asistió público en general, escritores locales y periodistas. Abismo Sónico sostuvo una charla en la que el maestro Ramos vertió sus opiniones acerca del impacto social que tienen los talleres de creación literaria, la difusión de la literatura joven y los medios para llevar a cabo esta tarea (primera parte de la entrevista), las adaptaciones cinematográficas de obras literarias y el futuro de la literatura, que son los temas abordados en esta segunda y última parte.
Agustín Ramos estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Fue director general del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo y del Museo Interactivo El Rehilete. Como colaborador permanente del periódico El Sol de Hidalgo obtuvo el Premio Estatal de Periodismo 2003 y es autor, entre otros títulos, de: Al cielo por asalto; La vida no vale nada; Ahora que me acuerdo; La gran cruzada; Tú eres Pedro; La visita (un sueño de la razón); El preso número cuatro; Manifiestos; la pieza teatral: Tener presente; el relato histórico: Harina de otro costal, el libro de ensayos Sonar de letras, y su reciente obra Como la vida misma.

Hizo muchas referencias históricas cuando se analizaron los cuentos dentro del taller de narrativa, ¿qué importancia tiene el contexto histórico en la literatura?
Agustín Ramos.-
Creo que el escritor siempre toma una posición ante la realidad que está viviendo y que ésta realidad tiene que ser esencialmente diferente a la realidad ficticia que él crea; porque es esencialmente diferente a mi manera de ver puesto que es virtual, no existe mas que con la ayuda de un lector. Tienes que poner en el platillo de las balanzas, la realidad real, es decir: “esto estaba pasando y esto estaba escribiendo el escritor”; ¿para qué?, para que se encuentren puntos de vinculación para que el lector vaya viendo casuísticamente, caso por caso, cual es la relación que hay entre un escritor y su contexto histórico.
Tú me dirás “es que es obvio que influye”; yo diría “pues sí, es obvio para ti pero quizá no sea obvio para el lector”. Y la manera de influir es diferente en un Carlos Fuentes que en un Jorge Luis Borges, en un Ernesto Sábato que en un Jorge Luis Borges, en un Salvador Elizondo que en un José Agustín. Las maneras de influir, de determinar si es que determinan al escritor, son diferentes.
Creo que ese es el encanto de la literatura, porque si fuera una relación directa del reflejo automático-mecánico entonces ya no tendríamos que leer a Homero. Ya no tendría ningún caso leer a Homero puesto que su realidad ya desapareció hace muchos años. Pero también creo que Homero tiene la gracia de haber llegado a la esencia humana, a partes esenciales que tardan muchísimo en cambiar y que no han cambiado y que por lo tanto, nos siguen afectando.
¿Cuál es el sustrato histórico de Homero?, la lucha por un lugar que era clave para el comercio, el paso por un lugar que era clave. Troya existe. El lugar donde estuvo emplazada Troya lo puedes ver en el mapa y te vas a dar cuenta que es un estrecho por donde tenían que pasar las naves. Era un lugar estratégico como ahora es el Golfo Pérsico, como en otro momento dado fue el Canal de Panamá; esos lugares enconan las diferencias entre las potencias, entre los guerreros. Y esto lo ve Homero. Ahora eso sigue prevaleciendo, ¿eso nos explica el encanto de Homero?, creo que no, pero para mí lo refleja.
Cuando yo trato de dar el contexto histórico lo que estoy tratando de hacer es llamar la atención a la gente sobre una realidad que hay desde el momento que un escritor está escribiendo. ¿Lo va a afectar o no lo va a afectar? pienso que si pero toca al lector determinar cómo y de qué manera, porque yo tengo que cumplir con el deber de decirle “había esto cuando él estaba escribiendo eso”, “estaban matando estudiantes mientras fulanito de tal escribía acerca de escribo que escribo que escribo”, por poner algunos ejemplos.

Al final de cuentas todos son situaciones reales, como decía usted, pero la diferencia está en la manera en cómo se cuentan las historias…
A. R.- Sí y depende del escritor cómo lo asuma el mismo escritor, en qué posición económica y social, qué cultura, qué sustrato, qué vivencias tiene. Imagínate, la determinación de la realidad real para la obra del escritor es infinita, el abanico de posibilidades es infinito; en todo caso nunca es mecánico.

Ahora que tocamos el punto de cómo contar las historias, también se comentó –dentro del taller- sobre las versiones cinematográficas de obras literarias. Mucha gente se inclina más por ver la película, por ejemplo “El Perfume”, que leer el libro. ¿Cuál es su postura ante este tipo de trabajo?
A. R.- Yo creo que hay excelentes guiones cinematográficos que hacen malas películas. Malísimos libros que hacen buenas películas. Son lenguajes diferentes y no estoy de acuerdo con que una manera de hacer entrar la literatura sea por la parte visual porque hay mucho más cultura visual. Ahora los jóvenes tienen una cultura visual, es decir, una verdad a medias y por lo tanto es decir una gran mentira.
No tienen una gran cultura visual, se les está despojando de la cultura auditiva y se les está despojando de la capacidad de lectura para convertirlos en analfabetos funcionales. Considerar que una película puede sustituir el contenido de una novela es fomentar el analfabetismo funcional.
El cine es un lenguaje que ha dado grandes obras, un lenguaje artístico capaz de competir con cualquier otro lenguaje artístico, estoy totalmente de acuerdo con que se diga que es el “séptimo arte”. Y la literatura es otro tipo de arte, es otro lenguaje que se tiene que respetar en su calidad esencial. Que a veces empatan, sí, como en el teatro; en el teatro tenemos de pronto la coreografía, la literatura obviamente es una literatura dramática, las artes visuales con el escenario, con el mismo movimiento, la música por supuesto; estamos hablando de arquitectura también, sí, pero todo eso contribuye para darle una forma a un solo arte, a una sola arte que se llama el teatro. Y el cine es lo mismo.
No podemos decir que uno sustituye al otro, de ninguna manera, me parece que es un grave atentado a la cultura. Seguimos con este “culturicidio”, asesinando a la cultura doblando a las películas. ¿Cómo voy a creer que tú puedas oír a Al Pacino hablando como mexicano, o peor, como español? ¡Dios mío!, ¡pues si la actuación tiene que ver con los gestos, pero también tiene que ver con la palabra! Que la voz es parte fundamental de la actuación. ¿Cómo voy a ver a Marlon Brando hablando de “hola hijo, es que tengo que hacer esto” -(imita el acento y pronunciación de los españoles)-, ¡no puede ser! Pero es que quieren evitarle a la gente la lectura, la lectura insignificante, ya no digas aprender el otro idioma, de acuerdo, pero la lectura insignificante de unos subtítulos casi siempre pésimamente traducidos.

Vi Naranja Mecánica doblada al español en un canal de televisión abierta y todo estaba desvirtuado, desde los diálogos hasta las palabras en ruso que se utilizan en la novela y en el guión original, considero que es una falta de respeto al artista…
A. R.- Además hay que agregar una cosa, el autor de Naranja Mecánica confiesa en el prólogo al libro, que la edición de Naranja Mecánica en Estados Unidos en la que se basó la película está mochada. O sea, él ya está admitiendo que le mutilaron la obra literaria. Entonces, la película además, por más que sea de Stanley Kubrick, está basada en una obra literaria mutilada. Así ya nos estamos evitando a una infinidad especular de mutilaciones: obra literaria mutilada, lenguaje cinematográfico, doblaje, corte de escena, ¿qué queda de la obra?, ¿quién puede decir que conoce Naranja Mecánica, la del autor si se queda con lo del canal cinco?
Sin embargo, si tú le preguntas a algún joven “oye, ¿conoces Naranja Mecánica de Burguess?”, te va a decir “sí” y no tiene la menor idea de lo que es Naranja Mecánica, porque además le cortaron a la Naranja Mecánica “el rabito”, lo final, que es lo que le da el mensaje más subversivo, más crítico a la obra. ¿De cuando a acá la literatura quiere hacer “niños buenos”? No, la literatura no quiere hacer “niños buenos”, quiere hacer seres humanos más sensibles, pero si tú eres malo te va a hacer más malo, si tú eres fuerte te va a hacer más fuerte, si eres débil te puede hacer más débil. Pero siempre es mejor ir a más que ir a menos.

Es lo que sucede con los libros de superación personal, de programar a las personas a que no piensen, solamente satisface el ego, el bienestar espiritual…
A. R.- Auto-engáñate, como si no estuviéramos suficientemente engañados. No es auto-ayuda, es auto-engaño: “yo estoy bien, todo está perfecto, nada pasa”, ¡no es cierto! Pero la gente lo cree. Tú enciendes la televisión y ves una realidad que no tiene nada que ver con la tuya, ¡lo vimos en las elecciones! Quien haya visto la televisión está convencido de que no hubo problema, pero quienes vivimos los mítines, vimos todo lo que se fue dando, sabemos que hay una gran mentira y que estos señores construyeron una mentira y que finalmente, tarde o temprano, ese engaño se va a revertir. Ya se revirtió, entrando aumentan la tortilla de manera alevosa.
Y no sólo eso sino que además se pretende engañar a la gente diciéndole que se le está ayudando. Los mismos que aumentaron el precio de la tortilla, los mismos que propiciaron todo esto a favor de una gran ganancia de ellos, se reúnen con el usurpador y salen diciendo que van a ayudar, y no sólo eso, dicen “ya ayudamos y ya le bajamos cincuenta centavos”. Olvidándose que antes le habían subido uno cincuenta.
Eso está haciendo la televisión, construyendo una realidad diferente. Y la gente, para consolarse de la realidad tan atroz que está viviendo, tan intimidante, tan amenazante, se pone a ver la televisión y la televisión lo calma y le dice “no pasa nada, todo está muy bien, no pasa nada”. Regresa a la realidad, vive con toda dureza lo que está pasando, amenaza en el empleo, inseguridad, todo lo que está viviendo, y llega otra vez a salida en la que la televisión le diga “en Michoacán capturamos tantos kilos de marihuana”. Sí, capturaron tantos kilos de marihuana y el peso de las cabezas que andan rodando se cuenta también por kilos pero eso no lo dicen.
Entonces no están creando una realidad, que tienen mucho que ver con estos libros de auto-ayuda: “auto-engáñate hasta que el chícharo explote”; pero mientras yo estoy teniendo ganancias, que es de lo que se trata, es decir, “tú auto-engáñate, yo vivo bien, yo voy teniendo ganancias, esto puede terminar mañana, yo si soy realista, pero para cuando termine yo ya me voy a poder ir, cuando me cachen en mi fraude, yo ya voy a tener para pagar la fianza”. Haces un fraude de mil millones de pesos y te piden de fianza, trescientos mil, ¡está perfecto!

Volviendo al tema de la difusión del trabajo literario y de la manera de contar historias, se ha dado un gran auge de los sitios en Internet llamados blogs. Existen sitios que cuentan historias de manera original y emplean personajes, a veces los mismos autores cuentas sus propias historias o inventan sus personajes. ¿Puede considerarse al blog como el futuro para la literatura?
A. R.- Definitivamente sí. Yo no he incursionado en eso, la primera persona que me habló hace muy poco de ello fue Federico Campbell, el escritor. Todo lo que tenga que ver con la facilitación de la difusión de la literatura, es bueno.
Cuando San Agustín va a visitar a San Ambrosio y le dicen que está meditando, que está solo retirado en su celda, él llega y piensa que está dormido porque no lo oye. Le dijeron que está leyendo pero no se oye que esté leyendo, él estaba leyendo en voz baja. San Agustín se asombró porque no sabía que estaba leyendo de esa manera.
El paso de la piedra como forma de escritura a formas más complicadas como pintar y a la pluma de ganso, luego a la máquina de escribir y ahora a la computadora, son grandes avances. Imagina si tuvieras que hacer un ejercicio de ir acumulando los periódicos o las notas periodísticas de cada día sobre determinado tema, se empieza a llenar tu casa de papel, siendo que lo puedes tener en una cosita de un milímetro o de dos milímetros de grueso -(hace una señal descriptiva refiriéndose a los milímetros)-, puedes tener ahí hasta decenas o siglos de información.
Se tienen que resolver problemas técnicos, la pantalla cansa, no es lo mismo que la hoja; pero estamos enamorados de la hoja y sin embargo tenemos que abrir paso a nuevas tecnologías que van a facilitar que la lectura sea mucho mejor, mucho más eficiente y el manejo de la memoria también se dedique a cosas importantes, sustanciales. Creo que es un gran avance, lo de los blogs me parecen perfecto. Habrá que resolver algunos problemas técnicos y jurídicos, pero de ahí en fuera, yo no soy un romántico en este sentido. El papel y el libro objeto van a pasar de moda, como pasó de moda en otro momento el libro escrito a mano en los conventos.

Por último ¿ya está dicho todo en las letras o cual es el camino a seguir?
Agustín Ramos.-Yo creo que podría contestarte con la respuesta que han dado todos los escritores, prácticamente. Ya está todo dicho pero hay que cambiar la manera de decirlo. Yo diría: “Sí, hay que intentar cambiar la manera de decirlo, intentarlo por lo menos, porque no tenemos esa posibilidad, no tenemos que ser los grandes genios”. Pero mi respuesta podría ser todavía más contundente: ¿estamos absolutamente seguros que mañana va a salir el sol? Existen grandes, enormísimas posibilidades… probabilidades, pero puede que no. Puede que el día de mañana o dentro de una hora, las cosas hayan cambiado tan radicalmente que no todo haya estado dicho. Esa expectativa es la que nos mantiene y la expectativa humilde de que queremos decir, de otra manera, lo que ya dijo el Chilam Balam o Píndaro u Homero.

(Entrevista realizada el 28 de febrero de 2007)

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