sábado, febrero 10, 2007

En el país de ciegos...

¿Cuál es el presente que viven los adolescentes del país –ya no decir del mundo entero- en medio de una vorágine de información y productos de consumo? ¿Realmente están interesados en la vida política del país como para creer en un movimiento como lo fue ‘Tu rock es votar’ o les interesa algo más en la vida que no sea el grupo RBD o saben quién diablos fue Octavio Paz?
En este tiempo he tenido la oportunidad de ser profesor para estudiantes de ciencias de la comunicación. Mi área se enfoca a la producción de audio y considero, es un área tan importante como la edición de video. El primer grupo que atendí comprendía entre 12 y 15 alumnos, en su mayoría eran mujeres.
La experiencia de ser docente resultó enriquecedora ya que percibí de cerca un grave problema que a muchos parece no alarmarle, al menos no a la institución encargada de la educación. Como en todo hay excepciones. La inmensa mayoría de los jóvenes que estudian en el nivel de licenciatura en alguna universidad o tecnológico llegan con serias deficiencias académicas: total falta de análisis de textos, pereza mental absoluta, incapacitados para ejercer un criterio propio y escasos niveles de creatividad e imaginación, lo que los lleva a repetir fórmulas probadas –si nos enfocamos en una carrera que precisa de la creatividad-, faltas ortográficas y un léxico que bien pudieron aprender en un programa de Adal Ramones.

Un día encargué a mis alumnos un trabajo radiofónico sobre un tema que le asignéa cada uno. Una de las alumnas casi me suplicó que le encargara un programa de política ya que ella está muy metida en esos ambientes, algo así como “las fuerzas básicas” de la máquina celeste, que no del Cruz Azul. Cuando le di el tema ella no estuvo de acuerdo, argumentando que ese tema le había tocado para una tarea que le encargaron en la carrera de la cual desertó y que eso había sido el motivo de su deserción. Me pregunté entonces ¿ese es el tipo de “profesionistas” que pretende gobernar a México?
Veamos otro ejemplo. La influencia del país del norte es tal que ahora se utilizan palabras en inglés en lugar de su equivalente en castellano: “party” por “fiesta”, “work” o "job" en lugar de "trabajo" y esta palabra está mal empleada, entre otras palabritas. Simplemente palabras sueltas porque ningún estudiante es capaz de leer un libro en inglés, ni siquiera entienden la música en inglés; tienen problemas en su clase de inglés… y demasiados al hablar y escribir castellano.
El idioma se ha reducido a un lenguaje paupérrimo y patético, galimatías de palabras y mensajes incomprensibles: “t spro a k vngas, ps stoi n mi ksa”. Lo peor del asunto es que hasta los propios docentes de las preparatorias escriben de ese modo. Conozco a personas mayores que ocupan puestos públicos y escriben que dan miedo.
Otras preguntas surgen: ¿Cuántas horas pasa un joven frente al televisor o la computadora conectada a Internet y cuantas otras frente a un libro o frente al mar? “El mar no tienen nada más que agua y cielo en el horizonte y el libro no tiene ilustraciones (obvio, es un libro), pero en la televisión están los 10 videos más repetidos de la tarde y es más chido”, responderían, indudablemente.
Toda la culpa la tiene la educación de muy mala calidad que reciben los niños y jóvenes mexicanos quienes no son estudiantes de alto rendimiento ni interesados en las ciencias, las artes y la cultura, y los padres de familia quienes no fomentan las actividades lúdicas y deportivas en sus hijos, que prefieren gastar dinero en la fiesta de quince años de Espergencia, el partido del América los domingos, tener nietos y en pertenecer al “jet set” de la sociedad.
Los resultados de un desempeño mediocre en la vida escolar se reflejan en el momento de enfrentar las tareas que se les asignará en el medio laboral.
El desinterés por los temas en general, la enajenación consumista y la deformación de la lengua es una realidad. Tal como lo predijeron George Orwell y Aldous Huxley en sus obras “1984” y “Un mundo feliz” respectivamente, la sociedad llegará a un punto en el que la enajenación y la falta de valores serán el pan de todos los días. Y no me refiero a los valores que tanto defienden los guardianes de la moral y las buenas costumbres, sino a los valores humanos que hacen que cada individuo ejerza su poder en el mundo, el poder de decidir la profesión, el trabajo, la filosofía y la religión que mejor le satisfaga. Diría un adolescente “soy libre de decidir lo que quiero”, tiene razón, pero el hasta dónde llegue su libertad de decidir termina cuando elige ser esclavo de MTV.
Cuando escucho que a una institución educativa le otorgan esa certificación ISO, pienso en cuantas deficiencias no se habrán solucionado. Dicen que en país de ciegos, el tuerto es el rey.

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