sábado, febrero 10, 2007

Ellos viven en la Matrix… simplemente con encender el televisor.

Ni los artistas posando en la televisión promoviendo el voto, ni las miles de “propuestas” de trabajo y oportunidades para “los chavos” ni el bombardeo de desacreditaciones entre los candidatos surtieron efecto en los miles de jóvenes mexicanos que el pasado dos de julio del 2006 debieron emitir su voto. En efecto, los jóvenes que conozco y con los que he platicado acerca de la jornada electoral desconocen totalmente lo que aconteció, el por qué de la incertidumbre en cada uno de nosotros. Hay demasiada apatía en las instituciones –y no los culpo- en el derecho a votar y en el propio país. A ellos no les importa si el país se va directo “a la mierda” o si la policía viola mujeres con toda saña. A los chamacos les interesa más si Panda llega al primer lugar de los 10 más repetidos, si Ashlee Simpson se pinta el cabello de un color diferente para su nuevo video o qué niña argentinita va a celebrar sus quince años en grande.
¿Para qué sirvieron las “chorrocientas” generaciones de Lacrademia o las emisiones de cantando por un sueño? Simple, para adormecer las conciencias, narcotizar la mente de los futuros votantes, crear mexicanos conformistas.
Un país ignorante es un país más feliz. Basta con preguntar a un adolescente cuanto sabe sobre la historia de México, si acaso significa algo para él Moctezuma, si tiene conocimiento de la Guerra de Reforma, si acaso sabe las razones del conflicto en Atenco o tiene conocimiento de las víctimas de la policía. Seguramente dirán, con ese desparpajo propio de la edad: “¡qué hueva! ¿Para qué me preguntas eso?”. Ni les importa.
¿Para qué preocuparse si en casa hay señal de televisión por cable en donde pueden pasar horas enteras mirando los mismos videos, si hay dinero para salir al centro comercial y lucir las mejores ropas o ir al café a escuchar los nuevos chismes de quién se acuesta con quién y quién ha sido rechazado por la Señorita Miseria?
Los jóvenes se siguen organizando… pero para la siguiente salida a Mahahual, la “peda” del fin de semana. Ya suficiente han de tener con la policía que los acosa cada fin de semana, estén donde estén y en las condiciones que sea como para preocuparse por las propuestas de los candidatos. Por lo menos, para terminar con la tiranía policial deberían tener un poco de inconformidad y conocimiento de sus derechos y garantías individuales. Pero no es así, la Carta Magna es un libro muy aburrido. En casa les espera la amada caja mágica para aprender a armar un nuevo guardarropa o una nueva manera de escribir mensajes por teléfono celular.
Un país dividido, una democracia puesta en tela de juicio, la política nauseabunda. No hay memoria histórica y la identidad cultural se ha perdido. ¿Qué sigue? ¿Hablar con acento argentino como muchos niños del centro del país ya comienzan a hacerlo, simplemente porque los de Miranda lucen “bonitos” hablando con ese acento? Sí, sha se que sho estoy equivocado. Ahora, ser rebelde es sinónimo de una estrellita fugaz que sale en la televisión y mueve la boca. Un verdadero rebelde no se deja influenciar por nadie, defiende sus convicciones y no sigue a ningún líder.
¿Y México? Bueno, que los políticos se ocupen del país y sus problemas, yo quiero mi MTV, quizá vote por el Dr. Simi, es una botarga muy graciosa y vende condones de a diez pesos.
De nada sirve aumentar las horas de clase si la Historia de México va a ser eliminada del programa de estudios. De nada sirve un México fuerte económicamente cuando su pueblo no recuerda ni sus propias tradiciones ni su arte. De nada sirve hablar de apertura democrática cuando los jóvenes son los primeros intolerantes entre sí, entre sus grupos de amigos. De nada sirve luchar cuando un pueblo entero vive con miedo incesante.
Pero sonrían, hay más generaciones de Lacrademia en el sexenio que viene y MTV para rato. De rojo se ven bien… lástima que no se trate de luchadores socialistas.

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