CHETUMAL.- Apresurados se acercan a la puerta de un hotel del centro de la ciudad. Luego de tres horas de recorrer las cuadras y calles de la colonia Barrio Bravo y el Centro, cuatro niños llevan a cuestas una rama que adornaron desde que empezó el mes de diciembre. “¡Buenas! ¿Cantamos la rama?”, pregunta alegremente uno de los niños y recibe un “no” como respuesta. Aparentemente no se acongojan y deciden buscar otra casa donde los reciban bien. Me acerqué a ellos, pedí que hicieran lo propio no sin antes saludarlos. Los chicos más que puestos y emocionados por cantar la rama. Cantaron con un aire de alegría durante los primeros versos, palabras aprendidas de sus padres y abuelos –extrañamente, no de sus hermanos mayores- pero en las últimas estrofas ya se percibe el cansancio y la prisa por terminar el canto.
“La letra de la rama la aprendimos de nuestros papás o nuestros abuelos nos la enseñaron. También las vecinas nos enseñaban un poco de lo que se acuerdan”, platica Alan Bardales; “la rama la conseguimos entre todos y ya las vecinas y nuestras mamás nos fueron diciendo cómo adornarla”-.
Alan Bardales, Jorge Bardales Domínguez, Aldheir Pérez Bardales y Manuel Enrique Viera Escamilla son niños de entre 10 y 13 años, comenzaron a cantar la rama hace un año y en este, empezaron la actividad desde el 1 de diciembre. En la colonia Barrio Bravo –una de las colonias añejas y lugar donde viven estos niños- comienzan su ronda diaria, para luego recorrer las calles del centro. En el camino se encuentran con otro grupo de niños pero no arman rivalidades, algunos se ayudan y les dicen en qué casa son bien recibidos.
“Salimos a las 6 de la tarde y terminamos a las 10 de la noche. Recorremos todo Barrio Bravo hasta llegar al centro, en el camino encontramos a otros niños que cantan la rama. Nos detenemos en varias casas o en el centro en los comercios”, continúa Alan quien muestra ya un cansancio mientras que el resto de sus primos (porque el grupo es familiar) juega con Tazos sobre la banqueta. Cuando les pregunté cómo ha sido la respuesta de la gente me contestaron casi al unísono: “Todos nos reciben bien, nunca nos han dicho groserías, pero en algunas casas simplemente nos dicen que nos vayamos. Hay quienes no les gusta que cantemos la rama”.
Los niños llegan a jugar entre 80 y 70 pesos diarios, según comentó Alan. En una semana juntan entre 700 y 800 pesos, pero a estas alturas de la situación, es más fácil que recauden 500 pesos. El dinero recaudado se entrega a partes iguales entre los niños. Lo gastan en las cosas que quieren para navidad o simplemente, lo gastan. Es una buena forma de obtener dinero haciendo algo que a todos les gusta y que se hace manteniendo una tradición. Contrario a lo que se piensa, el dinero que ganan no lo donan a la iglesia y hacen bien (demasiado dinero gana la iglesia católica todos los días y que va a parar a las arcas del Vaticano sin realmente ayudar a los necesitados).
En una ciudad llena de locos (otros más, locos del volante como los taxistas) es una fortuna que los niños regresen sanos y salvos a casa, cansados, sudados pero con la emoción de vivir algo lejos de casa, el conocimiento del mundo que les rodea. Conforme avanza la globalización con la llegada de Wal Mart, McDonald’s y Burguer King destruyendo el entorno natural, y la oleada de nuevos sonidos procedentes de unos Estados Unidos de Norteamérica sin identidad cultural y con letras que rayan en el hedonismo, la tradición de cantar la rama sobrevive difícilmente entre las nuevas generaciones. Niños de las clases populares que aún conservan el arraigo de las fiestas decembrinas y que aprenden el canto de sus padres y abuelos, pero no de sus hermanos mayores. La mayoría de esos niños pertenecen a familias católicas aunque no asisten a misa, de ahí que en las ramas se encuentren imágenes de la virgen de Guadalupe, de Cristo o cualquier santo de su predilección. Además de las imágenes de santos, la rama se adorna con esferas y lo que llaman “cola de gato” de papel, algunos adornos de botas de Santa Claus y regalos en miniatura.
En medio de discursos aspiracionales (aquello de querer pertenecer a la clase alta, ganar mucho dinero, hablar inglés y sentirse yanqui de los suburbios) y del atroz colonialismo cultural, la rama, como muchas otras tradiciones nacionales navideñas –o de cualquier otra época- sobrevive en la voz de los niños que aún no han absorbido todo lo negativo del mundo de los adultos.
“Yo sí quiero que mis hijos salgan a cantar la rama, es más, les voy a enseñar la letra. También quiero seguir saliendo a cantar con mis primos y mis amigos, nos divertimos y ganamos un dinero para navidad. Nos gusta hacerlo y nuestros padres y abuelos les da gusto que salgamos a cantar”, finaliza Alan quien gustoso me enseñó la letra del canto de la rama.
Me paro en la puerta, me quito el sombrero
Porque en esta casa vive un caballero, vive un caballero
Vive un general que me da permiso para comenzar.
Naranjas y limas, limas y limones
Aquí está la virgen de todas las flores
En un jacalito de cal y arena
Nació Jesucristo para nochebuena
A la media noche un gallo cantó
Y en su canto dijo. “Ya Cristo nació”.
Señora Santa Ana, ¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se le ha perdido
No llore por una, yo le daré dos
Una para el niño y otra para Dios.
Arriba del cielo hay una ventana
Donde se asoma la guadalupana.
Arriba del cielo hay un autobús
Donde pasea el niño Jesús.
Arriba del cielo había un elefante
Los supo San Pedro y llamó a Pedro Infante.
Arriba del cielo sembraron maíz
Lo supo San Pedro, se fue de nariz.
Arriba del cielo mataron tortugas
Lo supo San Pedro y pidió la pechuga.
Arriba del cielo mataron un pato
Lo supo San Pedro y pidió su zapato.
Arriba del cielo hay una vía
Lo supo San Pedro, se fue en carretilla.
Arriba del cielo mataron dos ratas
Lo supo San Pedro y pidió sus maracas.
Zacatito verde lleno de rocío
Que no se tape y se muera de frío
La piñata tiene caca, tiene caca, cacahuates de a montón,
Si no me dan mi aguinaldo se la verá con Dios.
Ya se va la rama muy agradecida
Porque en esta casa fue bien recibida. (En caso de que el dueño de la casa les de dinero).
Ya se va la rama con patas de alambre
Porque en esta casa se mueren de hambre. (En caso que no les den nada).
El texto del canto de la rama difiere en distintas regiones, no es igual a como se canta en Veracruz, lugar de origen de la tradición.
"La Rama", es la tradición típica navideña en el estado de Veracruz. En La Antigua, Veracruz, lugar donde Hernán Cortés se estableció por un tiempo, se acostumbra poner un nacimiento en la iglesia del lugar, con algunos animalitos vivos. No hay precisión alguna respecto al origen de "La Rama", sin embargo, a semejanza de muchas de nuestras tradiciones, se considera que es producto de la fusión de elementos prehispánicos y españoles a los que se le sumaron también, la influencia negra.
"La Rama" veracruzana, como expresión tradicional navideña se ha extendido a algunas poblaciones de Chiapas y Tabasco.
Inicialmente y en los poblados en que se conserva la tradición auténtica, la festividad comenzaba el 16 de diciembre con la selección de una rama de otate, naranjo o pino, la cual es adornada con papel de china de colores, palmas y frutas.
No falta quien a "La Rama", de la cual pende un farolillo, la ilumine con velas. El grupo de niños, jóvenes y adultos que llevan "La Rama", a semejanza de los peregrinos que piden posada, van de casa en casa cantando villancicos y en no pocas ocasiones, con acompañamiento musical formado con instrumentos de la región.
En la casa donde finalmente llega "La Rama", se les ofrece buñuelos bañados con miel tibia, fruta de la temporada, dulces, sin faltar los "toritos", la bebida elaborada con fruta -nanche, guanábana, jobo- miel o leche condensada, jugo de limón y aguardiente de caña para los adultos.
El pretexto para ingerir "toritos" es el frío, además consideran que dicha bebida les aclara la garganta para seguir cantando.
En la región de Misantla, la flor que generalmente denominamos nochebuena, se le conoce como "flor de pascua".
En dicha región existe una planta que florece durante las festividades navideñas y en cuyos bejucos cuelgan unas flores blancas en forma de campana a la que llaman flor de nochebuena.
“La letra de la rama la aprendimos de nuestros papás o nuestros abuelos nos la enseñaron. También las vecinas nos enseñaban un poco de lo que se acuerdan”, platica Alan Bardales; “la rama la conseguimos entre todos y ya las vecinas y nuestras mamás nos fueron diciendo cómo adornarla”-.
Alan Bardales, Jorge Bardales Domínguez, Aldheir Pérez Bardales y Manuel Enrique Viera Escamilla son niños de entre 10 y 13 años, comenzaron a cantar la rama hace un año y en este, empezaron la actividad desde el 1 de diciembre. En la colonia Barrio Bravo –una de las colonias añejas y lugar donde viven estos niños- comienzan su ronda diaria, para luego recorrer las calles del centro. En el camino se encuentran con otro grupo de niños pero no arman rivalidades, algunos se ayudan y les dicen en qué casa son bien recibidos.
“Salimos a las 6 de la tarde y terminamos a las 10 de la noche. Recorremos todo Barrio Bravo hasta llegar al centro, en el camino encontramos a otros niños que cantan la rama. Nos detenemos en varias casas o en el centro en los comercios”, continúa Alan quien muestra ya un cansancio mientras que el resto de sus primos (porque el grupo es familiar) juega con Tazos sobre la banqueta. Cuando les pregunté cómo ha sido la respuesta de la gente me contestaron casi al unísono: “Todos nos reciben bien, nunca nos han dicho groserías, pero en algunas casas simplemente nos dicen que nos vayamos. Hay quienes no les gusta que cantemos la rama”.
Los niños llegan a jugar entre 80 y 70 pesos diarios, según comentó Alan. En una semana juntan entre 700 y 800 pesos, pero a estas alturas de la situación, es más fácil que recauden 500 pesos. El dinero recaudado se entrega a partes iguales entre los niños. Lo gastan en las cosas que quieren para navidad o simplemente, lo gastan. Es una buena forma de obtener dinero haciendo algo que a todos les gusta y que se hace manteniendo una tradición. Contrario a lo que se piensa, el dinero que ganan no lo donan a la iglesia y hacen bien (demasiado dinero gana la iglesia católica todos los días y que va a parar a las arcas del Vaticano sin realmente ayudar a los necesitados).
En una ciudad llena de locos (otros más, locos del volante como los taxistas) es una fortuna que los niños regresen sanos y salvos a casa, cansados, sudados pero con la emoción de vivir algo lejos de casa, el conocimiento del mundo que les rodea. Conforme avanza la globalización con la llegada de Wal Mart, McDonald’s y Burguer King destruyendo el entorno natural, y la oleada de nuevos sonidos procedentes de unos Estados Unidos de Norteamérica sin identidad cultural y con letras que rayan en el hedonismo, la tradición de cantar la rama sobrevive difícilmente entre las nuevas generaciones. Niños de las clases populares que aún conservan el arraigo de las fiestas decembrinas y que aprenden el canto de sus padres y abuelos, pero no de sus hermanos mayores. La mayoría de esos niños pertenecen a familias católicas aunque no asisten a misa, de ahí que en las ramas se encuentren imágenes de la virgen de Guadalupe, de Cristo o cualquier santo de su predilección. Además de las imágenes de santos, la rama se adorna con esferas y lo que llaman “cola de gato” de papel, algunos adornos de botas de Santa Claus y regalos en miniatura.
En medio de discursos aspiracionales (aquello de querer pertenecer a la clase alta, ganar mucho dinero, hablar inglés y sentirse yanqui de los suburbios) y del atroz colonialismo cultural, la rama, como muchas otras tradiciones nacionales navideñas –o de cualquier otra época- sobrevive en la voz de los niños que aún no han absorbido todo lo negativo del mundo de los adultos.
“Yo sí quiero que mis hijos salgan a cantar la rama, es más, les voy a enseñar la letra. También quiero seguir saliendo a cantar con mis primos y mis amigos, nos divertimos y ganamos un dinero para navidad. Nos gusta hacerlo y nuestros padres y abuelos les da gusto que salgamos a cantar”, finaliza Alan quien gustoso me enseñó la letra del canto de la rama.
Me paro en la puerta, me quito el sombrero
Porque en esta casa vive un caballero, vive un caballero
Vive un general que me da permiso para comenzar.
Naranjas y limas, limas y limones
Aquí está la virgen de todas las flores
En un jacalito de cal y arena
Nació Jesucristo para nochebuena
A la media noche un gallo cantó
Y en su canto dijo. “Ya Cristo nació”.
Señora Santa Ana, ¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se le ha perdido
No llore por una, yo le daré dos
Una para el niño y otra para Dios.
Arriba del cielo hay una ventana
Donde se asoma la guadalupana.
Arriba del cielo hay un autobús
Donde pasea el niño Jesús.
Arriba del cielo había un elefante
Los supo San Pedro y llamó a Pedro Infante.
Arriba del cielo sembraron maíz
Lo supo San Pedro, se fue de nariz.
Arriba del cielo mataron tortugas
Lo supo San Pedro y pidió la pechuga.
Arriba del cielo mataron un pato
Lo supo San Pedro y pidió su zapato.
Arriba del cielo hay una vía
Lo supo San Pedro, se fue en carretilla.
Arriba del cielo mataron dos ratas
Lo supo San Pedro y pidió sus maracas.
Zacatito verde lleno de rocío
Que no se tape y se muera de frío
La piñata tiene caca, tiene caca, cacahuates de a montón,
Si no me dan mi aguinaldo se la verá con Dios.
Ya se va la rama muy agradecida
Porque en esta casa fue bien recibida. (En caso de que el dueño de la casa les de dinero).
Ya se va la rama con patas de alambre
Porque en esta casa se mueren de hambre. (En caso que no les den nada).
El texto del canto de la rama difiere en distintas regiones, no es igual a como se canta en Veracruz, lugar de origen de la tradición.
"La Rama", es la tradición típica navideña en el estado de Veracruz. En La Antigua, Veracruz, lugar donde Hernán Cortés se estableció por un tiempo, se acostumbra poner un nacimiento en la iglesia del lugar, con algunos animalitos vivos. No hay precisión alguna respecto al origen de "La Rama", sin embargo, a semejanza de muchas de nuestras tradiciones, se considera que es producto de la fusión de elementos prehispánicos y españoles a los que se le sumaron también, la influencia negra.
"La Rama" veracruzana, como expresión tradicional navideña se ha extendido a algunas poblaciones de Chiapas y Tabasco.
Inicialmente y en los poblados en que se conserva la tradición auténtica, la festividad comenzaba el 16 de diciembre con la selección de una rama de otate, naranjo o pino, la cual es adornada con papel de china de colores, palmas y frutas.
No falta quien a "La Rama", de la cual pende un farolillo, la ilumine con velas. El grupo de niños, jóvenes y adultos que llevan "La Rama", a semejanza de los peregrinos que piden posada, van de casa en casa cantando villancicos y en no pocas ocasiones, con acompañamiento musical formado con instrumentos de la región.
En la casa donde finalmente llega "La Rama", se les ofrece buñuelos bañados con miel tibia, fruta de la temporada, dulces, sin faltar los "toritos", la bebida elaborada con fruta -nanche, guanábana, jobo- miel o leche condensada, jugo de limón y aguardiente de caña para los adultos.
El pretexto para ingerir "toritos" es el frío, además consideran que dicha bebida les aclara la garganta para seguir cantando.
En la región de Misantla, la flor que generalmente denominamos nochebuena, se le conoce como "flor de pascua".
En dicha región existe una planta que florece durante las festividades navideñas y en cuyos bejucos cuelgan unas flores blancas en forma de campana a la que llaman flor de nochebuena.
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