lunes, septiembre 18, 2006

Memoria fría.


Nadie me dijo que habría días así. Ni siquiera imaginé que llegaría a cierta edad con toda una carga de memorias sonoras o gráficas. Afuera brilla el sol y el cielo es de un azul inusual –quizá es porque aquí si existe un cielo azul- el viento sopla y mueve las copas de los árboles. En las calles la gente se apresura a comprar regalos que no se entregan entre ellos cualquier otro día. Es absurdo, regalar un objeto cuando se puede regalar lo más valioso de uno. Pero hoy en día es difícil luchar contra un fantasma global aún con nuestros sueños más poderosos.

Ayer pasé la noche escuchando la música que solía disfrutar siendo más joven que hoy. La música que no envejece por muchas arrugas que tengas en la frente al sonreír o emocionarte al oírla. Me he construido una máquina del tiempo con láser y vinil decorada con fotografías y tapas coloridas.
El aire nocturno es frío como las imágenes que evoca mi memoria. La primera vez que rompieron mi corazón me refugiaba en los acordes de “Pictures of You” como queriendo huir del dolor y al mismo tiempo aferrarme a un sueño que se desvanecía. Deseaba comerme al mundo entero –todos lo deseamos- y un poco más el universo, en ese viaje nunca estuve totalmente solo. Mientras caminas por un sendero que nadie se arriesga a tomar te encuentras con voces amigas.
Los sueños se construyen a solas y se comparten.
En días como estos me pregunto si debo contar mi vida por los veranos que he disfrutado o por las Navidades en que me he quedado solo. Llegó el momento de seguir adelante y que no vale la penan vivir todo el día en la cama. Nunca he soñado despierto sobre las sábanas… vendrá el momento en que podamos dormir eternamente.
Los sueños son el registro de nuestra vida, con esos sueños podremos vivir en “la otra vida” del modo que siempre lo hemos deseado.
La memoria es la esencia de los sueños que nos llevaremos a la eternidad. La memoria fría son días como estos, cuando muere un ciclo de cada década. Cuando actuamos como si realmente nos amaramos entre nosotros, cuando basamos el valor de nuestro cariño en costosos regalos.
El calor en el alma se comienza a consumir cuando olvidamos el verdadero sentido de los sueños.

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