martes, abril 03, 2007

Y ahora con ustedes… los apáticos y ausentes.

Para todos mis compañeros y camaradas artistas…

El Día Internacional del Teatro llegó como la muerte... silenciosa e inadvertida por los pobladores de esta ciudad en vías de desarrollo (¿cual? no importa, dicen que está llegando el desarrollo). En la semana pasada se realizaron actividades para celebrar este importante día. Y digo importante porque las artes deben importar para los habitantes de este planeta, de ahí que le llamen "día mundial".

Entre las actividades realizadas para tal ocasión hubo talleres en el parque Habitat II de técnicas de teatro, además del estreno de dos puestas en escena y la presentación de grupos locales y actualmente se lleva a cabo un taller de técnicas teatrales en la Casa del Escritor en Bacalar. Ahora bien y antes de pasar a detalles de las jornadas, salta la pregunta de muchos lectores chetumaleños: "¿hubo día mundial del teatro? ¿Cuando fueron esas actividades? yo no me enteré". No lo culpo estimado lector, las calles están tapizadas de propaganda del informe de gobierno que, aunque ya pasó, lo siguen promocionando como si de un héroe se tratara. Pero no hubo un solo cartel, o ya de perdido, una manta rotulada que anunciara los eventos de mayor peso. Dan por hecho de que la gente se va a enterar de ello por medio de los periódicos. No todos leen el periódico. Además, la cultura a nadie le importa (eso piensan los geniales funcionarios públicos).

Chetumal crece a pasos agigantados en cuanto a fraccionamientos y centros comerciales se refiere, la gente gusta de salir a divertirse en el cine, la plaza comercial y hasta pierde la razón –y el dinero- en los casinos de la zona libre. Crecen las opciones para gastar el dinero pero disminuyen las que sirven para cultivar el alma. Muchas veces he escuchado la queja de que en la ciudad no hay lugares a donde ver una buena obra de teatro, un concierto o un café cantante, mucho menos hay foros para las nuevas bandas (tienen que hacer sus tocadas en locales de volqueteros). No hay un teatro adecuado para presentaciones musicales y dramáticas. El que existe, la mayor parte del tiempo permanece cerrado “por remodelación” y hay que pagar el uso del mismo. Los grupos de teatro que desean presentar su trabajo tienen que esperar horas, días, semanas o meses hasta que alguien se apiade de ellos (o de plano, se fastidia) y les ceda el espacio.
Es frustrante trabajar una obra de teatro, un repertorio musical o preparar los cuadros de una exposición, durante un año o más y no presentar al público el resultado final sólo por el capricho y la cerrazón de los “guardianes del arte”. La misma situación viven los camaradas escritores.
Los espacios se cierran y se intenta abrir otros, siempre en el “underground” y con las limitaciones técnicas que los “artistas burocratizados” llaman “espectáculo chafa”… ¡ay señores intelectuales!, ¿qué hacen ustedes al respecto para mejorar la calidad de los espectáculos locales? Cerrando los espacios para los grupos artísticos jóvenes se limita la capacidad creativa y propician la fuga de cerebros, los nuevos artistas no pueden “hacer tablas”, el delicioso arte de la iluminación y el audio no se practica de manera óptima porque los sistemas son obsoletos.

Ni qué decir de ciertas personas que ocupan cargos en “secretarías de cultura” sin contar con una sólida carrera artística (porque un desfile de pasarela o títulos de belleza no son un respaldo artístico). Para esos, la cultura “es una monada” que sólo sirve para elevar su status social. Oídos sordos y miradas vacías. Tiempo perdido en oficinas pintadas de blanco, naranja y verde.
El artista vive en el escenario, de los aplausos, del arte en movimiento, y de un buen sueldo porque también tiene que pagar la renta, tiene bocas que mantener. Por ejemplo, para la creación en el estado de una compañía de ballet clásico o de cualquier disciplina artística, se necesita pagar el salario de los artistas. ¿El artista es ocioso y no se le debe pagar por su trabajo? No quiero hablar de los cientos de burócratas y servidores públicos que ganan un sueldo “envidiable” sólo para sentarse detrás del escritorio, gastarlo en imagen pública y ampliaciones de la casa. El artista se mantiene en forma haciendo ejercicio, estudia la técnica del pincel, la interpretativa, la expresión corporal, crea bocetos, piensa en coreografías, lee libros y periódicos, se mantiene informado. El artista es la conciencia del pueblo y su obligación es el describir la realidad de una sociedad, sin hipocresía ni prejuicios, tampoco con moralinas. No son intelectuales de café viviendo glorias pasadas.
Después de todo este argumento –necesario- ¿A dónde quiero llegar? El leitmotiv de todo evento cultural preparado con esfuerzo y alma es la ausencia de “autoridades culturales”. Me temo que llegará el día en que los artistas lleven pancartas a sus presentaciones con leyendas como “exigimos espacios de expresión artística”, o “cumplan con su palabra”, ya sería un atrevimiento extremo manifestar en una pinta “somos artistas con talento, ustedes lo estropean todo”.
La apatía de los “jerarcas culturales” hacia las manifestaciones jóvenes y novedosas es grosera. Sí hay teatro en Chetumal, en el sentido de un quehacer y no de un edificio. Es un teatro que merece respeto por el simple hecho de existir y de alimentarse de las ganas por crear. La calidad se logra con el trabajo y la experiencia en escena, pero sobre todo, con el trabajo en equipo, no debe haber jefes sino líderes que se rodeen de gente brillante.
En la última jornada de teatro realizada en el Parque Hábitat II, el público asistente disfrutó de tres excelentes propuestas. Para empezar, Oscar Ortiz, conocido actor de Chetumal, ofreció una canasta de cuentos en los que la interacción con el público infantil fue el eje central de la obra, utilizando máscaras, juguetes y libros. Siguiendo con el público infantil, el grupo “Teatriles” de la compañía de teatro “A Escena!” ya tiene un lugar ganado a pulso con su concepto de teatro itinerante dedicado a los niños. Su trabajo consiste del uso de elementos escénicos muy sencillos pero con un trabajo de grupo sólido, respaldados por historias de contenido educativo y canciones que mantienen la participación. Para la ocasión presentaron el cuento “El colibrí” dirigido por Iván Interián, e interpretado por César Balam Hernández, con la participación del dueto Alma y Gustavo; el juego de sombras estuvo a cargo de Anabel Luna, Askary Quiñones, Rocío Carranza y Lilia Orlayneta. “El colibrí” se inspira en el libro”La edad de oro” de Alejandro Martí, pero en palabras de “Virulo” es un pensamiento que dice: “Ojalá los niños se acercaran a los libros como los colibríes se acercan a las flores”. Esta obra gozó del agrado total de los asistentes.
El grupo de teatro Telón 21 presentó tres cuadros de la obra “Hoy no me puedo levantar” bajo la dirección de Irving Fuentes. Esta obra fue escrita por Nacho Cano, compositor del grupo musical español Mecano. Se trata de una visión casi autobiográfica del nacimiento de aquella mítica banda española y recrea el ambiente y la cultura juvenil de los años ochentas. Lo novedoso de esta puesta en escena es que el grupo Telón 21 se unió con las alumnas de jazz de la Escuela Estatal de Danza, dirigidas por la maestra Wanda Borges. Llena de situaciones cómicas, otras desgarradoras y en su mayoría, de música, “Hoy no me puedo levantar” promete ser un trabajo excelente de jóvenes talentosos y con ganas de trabajar. El trabajo musical (con músicos en vivo) y coreográfico da una dimensión extraordinaria que agradó al público. Esta obra se estrenará completa y con dos actos, música en vivo y bailarines a finales del mes de julio de 2007 en el Teatro Constituyentes del 74 en Chetumal.
Todo este trabajo no lo ven los que deberían. Y si no tienen la obligación de hacerlo, por lo menos deberían tomarse la molestia de presenciar un número para despejar sus dudas. Ya basta de mafias que apañan becas y escultores charlatanes –y verdaderamente “chafas”- que buscan satisfacer el ego falócrata de algunos a cambio de muchos millones de pesos. Nuestra generación merece la oportunidad de llevar su trabajo a nivel masivo.
Abrir la mente al sol, cerrar las tumbas de la apatía. El talento está en las calles de esta ciudad esperando a que se abra una puerta.